Kepler-1649c: descubren un nuevo planeta en la zona habitable

Una "segunda Tierra". Kepler-1649c, es el primer planeta de tamaño similar a nuestro mundo, que se descubre orbitando en zona habitable alrededor de una estrella, dentro de la Vía Láctea. ¿A qué distancia está de nosotros? ¿Podría existir algún tipo de vida? Descubrí estas respuestas y más.

Kepler 1649c
Ilustración de cómo podría verse Kepler-1649c desde su superficie. Fuente: NASA, Ames Research Center, Daniel Rutter.

Se cree que existen al menos 40 mil millones de planetas en la Vía Láctea de un tamaño similar al de la Tierra, pero Kepler-1649c es el primero con esa característica que se encuentra además dentro de la zona habitable, también llamada zona “Ricitos de Oro”. Esa región se destaca, porque es el área alrededor de una estrella en donde los objetos de masa planetaria podrían contener agua en estado líquido, gracias a sus valores de presión atmosférica y temperatura, (aunque esos parámetros no son los únicos que necesitan cumplirse).

El gemelo de la Tierra se encuentra a unos 300 años luz de distancia en la constelación de Cygnus, y órbita alrededor de una estrella enana roja. En búsquedas anteriores (mediante un algoritmo informático), lo identificaron erróneamente; los investigadores que revisaron los datos del telescopio espacial Kepler de la NASA, volvieron a analizar la información y ¡lo reconocieron como un planeta!

Kepler -1649c ejecuta traslación en una estrella enana roja

El tamaño del “nuevo” planeta es muy similar al de la Tierra, tan sólo unas 1.06 veces más grande. La temperatura también puede ser similar, porque la cantidad de luz estelar que recibe de su estrella anfitriona es el 75% de la cantidad de luz que recibe nuestro planeta del Sol. Aunque esa estrella es nuestra vecina dentro de la Vía Láctea, existen diferencias con nuestro Sol (que es una enana amarilla).

Kepler 1649c
De todos los exoplanetas encontrados por Kepler, este mundo distante y rocoso es el más parecido al nuestro. Fuente: NASA, Ames Research Center,Daniel Rutter.

Alrededor del 10% de las estrellas en la Vía Láctea son enanas amarillas (con temperatura superficial entre unos 5000 y 6000 °K), su brillo es de un color amarillo casi blanco. Una estrella enana amarilla, al final de su vida se convierte en una gigante roja y enana blanca. Las enanas rojas son conocidas por los brotes estelares, que pueden hacer que el entorno de un planeta sea un desafío para cualquier vida potencial. Este tipo de estrellas se encuentran entre las más comunes en la galaxia, lo que significa que planetas como este podrían ser más comunes de lo que pensábamos anteriormente.

Como las enanas rojas son pequeñas y tenues, requieren que los planetas orbiten extremadamente cerca para estar dentro de esa zona que no es “ni demasiado cálida ni demasiado fría”, para que la vida tal como la conocemos pueda existir.

Aún hay mucho que se desconoce sobre Kepler-1649c, su atmósfera podría afectar la temperatura del planeta, y los cálculos actuales del tamaño del planeta tienen márgenes de error significativos, al igual que todos los valores en astronomía cuando se estudian objetos tan lejanos, aclaran en el artículo de la NASA.

Kepler-1649c órbita a su pequeña estrella bastante cerca, es por eso que un año en ese planeta equivale a solo 19.5 días terrestres. El sistema tiene otro planeta rocoso de aproximadamente el mismo tamaño, pero órbita la estrella a aproximadamente la mitad de la distancia de Kepler-1649c, (similar a cómo Venus órbita nuestro Sol, a aproximadamente la mitad de la distancia que la Tierra).

Se descubren nuevos planetas

Anteriormente los científicos desarrollaron un algoritmo llamado Robovetter, para ayudar a clasificar las cantidades masivas de datos producidos por la nave espacial Kepler, administrada por el Centro de Investigación Ames de la NASA en el Silicon Valley de California. El trabajo de Robovetter era distinguir el 12% de las inmersiones que eran planetas reales.

Kepler buscó planetas usando el método de tránsito, (mirando las estrellas, buscando caídas en el brillo a medida que los planetas pasaban frente a sus estrellas anfitrionas). La mayoría de las veces esas caídas provienen de cambios naturales en el brillo de una estrella, hasta otros objetos cósmicos que pasan haciendo que parezca que un planeta está allí, cuando no lo está. En el caso de Kepler-1649c, Robovetter determinó que provenían de otras fuentes, entonces fue mal etiquetado como "falsos positivo”.

Los astrónomos sabían que el algoritmo cometería errores y necesitaría una doble verificación. El científico Andrew Vanderburg, investigador de la Universidad de Texas en Austin, y primer autor del artículo publicado recientemente en The Astrophysical Journal Letters confesó que: "Si no hubiéramos examinado el trabajo del algoritmo a mano, nos lo habríamos perdido”, además, agregó que “de todos los planetas mal etiquetados que hemos recuperado, este es particularmente emocionante".

Más exoplanetas interesantes

Se estima que los exoplanetas: TRAPPIST-1f (con radio de 6.657 km, orbita una estrella enana ultrafría a 40 años luz en la constelación de acuario), y Teegarden c (que orbita una estrella enana roja de tipo M, a unos 12 años luz de distancia del Sistema Solar), tienen ambos un tamaño muy similar a la Tierra. Por otro lado TRAPPIST-1d (con un periodo orbital de 4 días alrededor de su estrella) y TOI 700d (orbitando alrededor de una enana roja a más de 100 años luz de distancia de la Tierra), pueden estar más cerca de la temperatura de nuestro planeta. Pero, no hay otro exoplaneta que reúna esas dos condiciones y esté en la zona habitable de su sistema, más que Kepler-1649c.

Vanderburg aclaró que cuantos más datos obtienen, encuentran más signos de que los exoplanetas potencialmente habitables y rocosos (del tamaño de la Tierra), son comunes alrededor de enanas rojas.Esto es una buena noticia a la hora de buscar condiciones aptas para el desarrollo de vida fuera del Sistema Solar, porque este tipo de estrellas están en casi todas partes alrededor de nuestra galaxia. Además, planetas como Kepler-1649c son de particular interés astrobiológico, pero se necesita mucha más información para determinar si es prometedor para la vida tal como la conocemos.