Video: un lahar provoca explosiones secundarias en los alrededores del volcán Semeru, Indonesia

Tras la erupción del 19 de noviembre del volcán Semeru, se registró un lahar en los cauces Besuk Kobokan y Regoyo. Las fuertes lluvias removieron depósitos volcánicos recientes y desencadenaron explosiones de vapor y cenizas.

Aquí te va un hecho: si hablamos de dualidades, el fuego y el agua son polos opuestos. Uno sofoca o evapora al otro. Son elementos que naturalmente se cancelan… ¿no? Pues aquí te va otro hecho: en lo que a los volcanes concierne, y con total naturalidad, las reglas de convivencia cambian.

El volcán Semeru, en la isla de Java (Indonesia), forma parte del "Anillo de Fuego" del Pacífico, una de las zonas con mayor actividad sísmica y volcánica del mundo, lo que explica su constante actividad.

Semeru ha estado en erupción de forma intermitente desde el 2020 y volvió a activarse con fuerza este noviembre de 2025. Desde el 13 de noviembre, el Centro Indonesio de Vulcanología y Mitigación registró un aumento sostenido de la actividad volcánica. El momento cúspide llegó el 19 de noviembre con una erupción significativa que obligó a evacuar a más de 300 personas.

Y así, grandes cantidades de ceniza, arena volcánica y fragmentos de roca quedaron acumuladas en las laderas superiores del volcán. Ese material, todavía caliente en algunas zonas, se convirtió en el ingrediente principal de lo que vino después. Pero el detonante lo puso la lluvia.

Porque sí, donde fuego hubo, cenizas quedan… pero si llueve, no solo se quedan, bajan, y bajan muy rápido. En la tarde del 21 de noviembre, las fuertes lluvias provocaron la ocurrencia de lahares (en el cauce principal Besuk Kobokan). Durante 2 horas, un flujo denso de material volcánico descendió por los cauces naturales, generando explosiones secundarias repentinas de ceniza y vapor.

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Vista satelital del volcán Semeru, los cauces por los que descienden lahares (canales gris-blanquecinos que nacen del cráter) y poblaciones cerca de los cauces. Imagen tomada de la plataforma oficial MAGMA de Indonesia (PVMBG).

Aunque hasta el momento no se han confirmado víctimas por estas explosiones secundarias, sí hubo afectaciones en caminos rurales, interrupciones temporales del tránsito y advertencias para las comunidades ubicadas aguas abajo. Dejando en evidencia una realidad de la vulcanología: cuando un volcán entra en fase eruptiva, el peligro no termina al disiparse la columna de ceniza.

Pero...¿qué es un lahar?

Un lahar es, en términos sencillos, una avalancha de "lodo volcánico" (una mezcla de agua con materiales volcánicos como ceniza, arena, rocas volcánicas, etc.) que desciende por las laderas de un volcán. Es un flujo rápido (velocidades superiores a 40–60 km/h) y altamente destructivo, cuya consistencia se parece a la de un cemento muy húmedo que arrastra todo a su paso.

Lahar: en términos sencillos, una avalancha de "lodo volcánico" (una mezcla de agua con materiales volcánicos como ceniza, arena, rocas volcánicas, etc.) que desciende por las laderas de un volcán.

A diferencia de la lava, que mantiene altas temperaturas y avanza lentamente, los lahares se comportan como ríos súbitos de lodo denso, capaces de recorrer decenas de kilómetros. No solo arrasan con todo a su paso, sino que también pueden cambiar el cauce de ríos, destruir puentes, invadir poblados y alcanzar zonas que, en apariencia, están muy lejos del cráter.

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Esquema ilustrativo de un lahar y las zonas de mayor peligro, desde el área cercana al cráter (proximal hazard zone) hasta las áreas distanes aguas abajo (distal hazard zone).

¿Por qué se forman? Los lahares suelen generarse cuando el agua moviliza la enorme cantidad de sedimentos y material volcánicos acumulados en las laderas. Esto puede ocurrir por 4 razones principales:

  • Lluvias intensas inmediatamente después de una erupción.

  • Derretimiento repentino de nieve o hielo en la cima de un volcán por el aumento de calor volcánico (esta es más de zonas frías, no aplica al Semeru).

  • Rotura de lagos en el cráter o represamientos naturales hechos de ceniza, lodo o lava que tapan un río.

  • Canales y ríos bloqueados por tefra fresca (tefra = todo lo que el volcán arroja: ceniza, arena, piedras, fragmentos), que es arrastrada cuando llueve.

En el caso del Semeru, todo apunta a que la lluvia arrastró los depósitos recientes de ceniza y bloques calientes acumulados tras la erupción del 19 de noviembre. Y el flujo observado mostró un rasgo peligroso adicional: las explosiones secundarias. Pero desglosemos esa peligrosidad por partes.

¿Por qué son tan peligrosos?

En muchos países, Indonesia incluida, son considerados uno de los peligros más severos asociados al vulcanismo activo. Históricamente, han sido responsables de algunas de las tragedias volcánicas más graves. Un ejemplo devastador fue Armero (Colombia, 1985), causado por la erupción del volcán Nevado del Ruiz, que desencadenó lahares que sepultaron la ciudad el 13 de noviembre.

En Indonesia, donde la población vive a menudo cerca de ríos volcánicos, el riesgo es cotidiano. Y los lahares tienen una combinación letal de factores:

  1. Alta densidad: arrastran bloques, rocas y troncos como si fueran objetos livianos.

  2. Gran velocidad: pueden alcanzar decenas de km/h, dejando muy poco tiempo de reacción.

  3. Alcance lejano: viajan por ríos y quebradas hasta zonas que no están directamente en la ladera del volcán, decenas de km más allá.

  4. Imprevisibilidad: pueden generarse sin aviso, especialmente durante épocas de lluvias intensas.

  5. Persistencia del peligro: pueden ocurrir incluso días o semanas después de una erupción.

Además, al descender el lahar, aún húmedo, si entra en contacto con zonas donde aún persiste calor residual, y con temperaturas lo suficientemente altas, se genera vaporización instantánea. ¿El resultado? Pequeñas detonaciones que levantan columnas de vapor y expulsan fragmentos adicionales. Y estas son las detonaciones ocurridas en Semeru.

Vulnerabilidad y riesgos actuales

En Java la vulnerabilidad aumenta de la mano de varios factores actuando a la vez. Java oriental, donde se ubica el Semeru, es una de las zonas más densamente pobladas del país, con comunidades asentadas a lo largo de ríos que funcionan como canales naturales para los lahares desde el volcán.

A esto se suma que la temporada de lluvias, de noviembre a marzo, aumenta la probabilidad de que nuevos flujos se detonen con cada aguacero. Mientras, en las laderas del Semeru aún permanecen depósitos sueltos de erupciones recientes, como las de 2021 y 2023. Un combo que facilita que cualquier lluvia intensa reactive el material volcánico acumulado.

Y así, de una aparente contrariedad, lluvia y fuego se unen en un solo fenómeno. Uno para el que la vigilancia no puede tener fecha de caducidad, incluso cuando el volcán parece tranquilo.