Lluvia de Oriónidas 2025: fecha, hora y lugares para ver el espectáculo del cometa Halley desde México
Las Oriónidas regresan este octubre desde el polvo del cometa Halley alcanzando su punto máximo la noche del 21 al 22, y con cielos ideales para disfrutarlas desde México.

Cada octubre, la Tierra atraviesa los rastros que el cometa Halley ha dejado a su paso desde hace siglos. Al chocar con la atmósfera, esos diminutos fragmentos se encienden como destellos fugaces que conocemos como la lluvia de meteoros de las Oriónidas.
El fenómeno es visible aproximadamente del 2 de octubre al 7 de noviembre de cada año. Sin embargo, este 2025 el máximo ocurrirá entre la noche del 21 y la madrugada del 22 de octubre, cuando la actividad puede alcanzar entre 15 y 20 meteoros por hora bajo condiciones ideales.
La Luna, en fase menguante, no interferirá con su brillo, lo que favorecerá la observación. Desde México, el mejor momento para disfrutar del espectáculo será entre las 2 y las 5 de la madrugada, cuando Orión se eleva por el horizonte oriental y el radiante alcanza su punto más alto.
Su nombre proviene precisamente de esa constelación de donde los meteoros parecen surgir del hombro izquierdo del mítico cazador, un efecto visual que ocurre porque los fragmentos del Halley siguen trayectorias paralelas que, desde nuestra perspectiva, parecen converger en un punto del cielo.

Cada destello que cruza la noche cuenta una historia de tiempos lejanos del polvo milenario que viajó durante siglos hasta encontrarse con nuestra atmósfera. Observar las Oriónidas es mirar al Halley, el cometa que nos visita cada setenta y seis años pero cuya huella sigue encendiendo el cielo.
El legado de un visitante heptagenario
El Halley es quizá el viajero más famoso del Sistema Solar, su paso ha sido documentado desde las crónicas chinas hasta las tablillas babilónicas e incluso en textos medievales. Su órbita lo lleva a visitar el Sol cada siete décadas, dejando tras de sí un rastro de polvo que la Tierra encuentra dos veces al año.
De esa estela nacen dos lluvias de meteoros: las Eta Acuáridas en mayo y las Oriónidas en octubre. Ambas comparten origen, pero las Oriónidas se distinguen por su rapidez, las partículas ingresan a la atmósfera a 66 kilómetros por segundo, dejando trazos largos y persistentes que pueden durar varios segundos.
Su brillo a veces adopta tonos verdosos o anaranjados, según los elementos que contienen los fragmentos. El magnesio y el silicio, al ionizarse, producen esos colores fugaces que iluminan el firmamento como un laboratorio químico a escala cósmica, visible solo por un instante.
Cada meteoro es una conexión tangible con la historia celeste y es hemoso pensar que las partículas que ahora cruzan el cielo fueron liberadas por el Halley siglos atrás, quizás cuando Galileo observaba los primeros satélites de Júpiter.
Cómo y cuándo observar las Oriónidas
El máximo de actividad se espera entre la medianoche del 21 y la madrugada del 22 de octubre. Lo bonito es que no se necesita telescopio ni binoculares, basta con un cielo oscuro, un lugar alejado de luces artificiales y la paciencia suficiente para captar alguna estrella.
Conviene mirar hacia el Este o el Noreste, donde Orión asciende lentamente. Una manta, abrigo y bebida caliente harán más agradable la espera, pues las madrugadas de octubre suelen ser frías, sobre todo en el altiplano y zonas rurales y si puedes, recuéstate y deja que el cielo haga su magia.

Evita las pantallas de los celulares o linternas de luz blanca, ya que afectan la visión nocturna. Las luces rojas, en cambio, ayudan a mantener la sensibilidad visual sin interrumpir la observación y con algo de paciencia, podrás ver trazos dobles, meteoros rasantes o incluso pequeñas ráfagas de color.
Aunque su tasa no es tan alta como la de las Perseidas o las Gemínidas, las Oriónidas destacan por su elegancia y velocidad. Cada trazo es breve pero intenso, una pequeña llamarada que deja al espectador con la sensación de haber presenciado algo que solo dura un parpadeo cósmico.
Orión y su herencia
En la mitología griega, Orión era un cazador colosal que desafió a los dioses por lo que Zeus lo colocó entre las estrellas junto a sus perros de caza, Can Mayor y Can Menor, para que su figura recorriera eternamente el cielo nocturno. Desde entonces, su silueta marca el inicio del invierno en el hemisferio norte.
Cuando las Oriónidas surcan el cielo, parece que el cazador vuelve a lanzar sus flechas luminosas, un pequeño guiño del cosmos a los antiguos relatos que dieron nombre a las constelaciones donde ciencia y mito se entrelazan una vez más en la noche, invitando a mirar hacia arriba con curiosidad y asombro.
Desde México, las mejores vistas se obtienen lejos de las ciudades como desiertos, playas y sierras que ofrecen horizontes despejados y cielos oscuros. En esos lugares, cada meteoro parece más brillante, y el silencio de la madrugada amplifica el momento en que la luz se desintegra en la atmósfera.
Así, las Oriónidas de 2025 serán una cita entre pasado y presente, donde en cada destello viaja una huella del Halley, un fragmento de su historia convertida en fuego y cada mirada al cielo, en esas noches frías de octubre, nos recuerda que seguimos siendo parte de un Universo en movimiento.