El lado sostenible del sargazo: qué se hace con esta alga que recogen en las playas
Resiliencia, innovación con el sargazo que incomoda, pero también puede aprovecharse. Hoy se transforma en bloques, energía, fertilizantes. Un futuro sostenible requiere ver también la cara útil del problema.
La alfombra marrón se extiende más allá del horizonte. Sargazo... otra vez. Recurrente, invasivo, creciente. Una alfombra para nada inofensiva, arrastrada por circulaciones oceánicas alteradas, que impone su presencia en la costa. Un problema, y ¿nada más que un problema?
En la última década, las costas del Caribe mexicano han recibido entre 10,000 y 60,000 metros cúbicos de sargazo por kilómetro de playa al año. Una marea marrón que genera un olor fétido al descomponerse, afecta gravemente los arrecifes, ecosistemas costeros, los pastos marinos y aleja a los turistas.
Exacerbado por el calentamiento del Atlántico y el exceso de nutrientes, el arribo masivo de sargazo afecta severamente el turismo, la pesca y la salud costera. Y no, no podemos decidir lo que nos trae el océano, pero... ¿será qué podemos decidir qué hacemos con eso?
Resiliencia. En un mundo de cambios acelerados, adaptación y resiliencia son palabras de orden. Entender que el sargazo no es solo un problema, sino que puede ser también una materia prima de enorme potencial. Posibilidades. Ver el vaso medio lleno... la otra cara de la moneda.

¿Qué se está haciendo con todo ese sargazo que llega? Se dan pasos hacia un futuro sostenible y resiliente, pero que requieren acciones conjuntas. Ya sabemos que somos parte del problema, ¿y si decidimos también ser parte de la solución?
De marrón a oro verde
Desde el 2011, con las llegadas masivas del sargazo en el Caribe hemos pasado de una etapa de gestión reactiva (“quítalo como puedas”) a una de aprendizaje (“organízate y busca soluciones”) y, más recientemente, a una fase de adaptación (“planea, innova y regula”).
Se han implementado sistemas continuos de detección e imagen satelital para hacer predicciones a corto y mediano plazo. Estos sistemas buscan optimizar tiempos de recolección para evitar descomposición en playa, que reduciría los impactos negativos y aumentaría su utilidad.
Con el sargazo se ha experimentado para crear papel ecológico, bioplásticos, compostaje agrícola, cosméticos e incluso como relleno para mobiliario urbano o artesanal. Universidades como el CICY y emprendedores locales han creado productos que van desde libretas hasta empaques biodegradables. Y no se han quedado ahí.
Adobe con sargazo
En Puerto Morelos nació Sargablock, un emprendimiento que fabrica bloques de construcción a base de sargazo seco, cal y aglutinantes naturales. Cada bloque contiene entre un 40 % y un 60 % de este residuo orgánico. Según la empresa, un ahorro en recursos de 30 % al 40 %, comparado con una vivienda de concreto.
Omar Vázquez Sánchez, más conocido como “Sr. Sargazo”, comenzó a desarrollar bloques a base de sargazo en 2018. Ese mismo año se construyó Casa Angelita, la primera casa construida con bloques como solución ecológica. La casa ha resistido cinco huracanes y seis tormentas tropicales.
Hasta 2022, se construyeron 13 viviendas para familias de bajos recursos, cada una utilizando alrededor de 20 toneladas de sargazo y 2,000 bloques. Esta iniciativa forma parte de la plataforma (Act) for Tomorrow del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), impulsando modelos sostenibles replicables más allá de México.
Biofertilizantes y energía
Investigadores y empresas en México y el Caribe han comenzado a transformar el sargazo en una fuente de energía renovable y biofertilizantes. Soluciones innovadoras y sostenibles para convertir una plaga en un recurso valioso.
Desde Santa Lucía llegó la primera empresa biotecnológica agrícola indígena del Caribe, centrada en aprovechar el sargazo como materia prima. Algas Organic — fundada en 2014 por Johanan Dujon — procesa más de 450,000 kg de sargazo al año para convertirlo en bioestimulantes agrícolas y fertilizantes que ya se exportan a 10 países.
Desde Michoacán, en 2019, Nopalimex, una empresa pionera en el campo de las energías renovables, probó con éxito que puede obtenerse biogás del sargazo, similar al producido del nopal y el aguacate. En 2020 obtuvo el título de patente para su producción, buscando reducir el problema ambiental del sargazo en la Riviera Maya.
En Granada, la startup SarGas está buscando establecer una instalación ampliada, en la costa este del país, para producir biogás y biofertilizante a partir del sargazo. El biogás se utilizaría para generar electricidad (150kW) que alimente a la red eléctrica y el biofertilizante se transporta a clientes agrícolas a gran escala.
Retos y limitaciones
Pero... no todo es tan simple como convertir macroalgas en oro verde. Aún existen muchas limitaciones técnicas y financieras. Uno de los mayores obstáculos es su composición química, que puede incluir niveles peligrosos de arsénico y pesticidas. Esto limita su uso agrícola y alimentario, a menos que se apliquen tratamientos costosos.
Además, la llegada del sargazo no es del todo predecible, ni constante. Cambios en vientos, corrientes marinas y temperatura del mar hacen que algunas temporadas sean masivas y otras escasas. Para que una empresa funcione, necesita almacenarlo o adaptar su producción.
Y súmale el tema del dinero. Aunque se dan pasos alentadores, los emprendimientos muestran que se necesita inversión pública sostenida para escalar la producción y mejorar la logística detrás de la recolección.
Además, no hay normas regionales que definan límites de contaminantes en productos derivados del sargazo, lo que complica su exportación o uso comercial.
Sí, miremos con otros ojos. Que el mar no solo arrastre, que inspire. En un mundo de cambios, cambiemos también el enfoque, pero con mente sabia, esfuerzos conjuntos y ciencia, más ciencia.