Día Internacional contra los Ensayos Nucleares 2025: "Por la humanidad y el medio ambiente, la paz y la seguridad"

Del silencio hiriente al clamor de la ONU. Décadas después del primer ensayo nuclear, no debemos olvidar cicatrices que aún duelen. Actuar para silenciar bombas, no vidas.

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Ensayo Licorne, en 1971, en la Polinesia Francesa. Imagen tomada de la colección de fotografías del TPCEN.

En la película "Oppenheimer" de 2023, la banda sonora fue de lo más elogiado por la crítica. Sin embargo, hay un momento del filme en el que se me olvidó hasta cómo respirar. Ese momento en que solo hubo silencio. Un silencio ensordecedor que me caló hasta los huesos, con la misma furia cegadora con que salió la onda expansiva desde el hongo nuclear.

En 2025 se conmemora el 80.º aniversario del primer ensayo nuclear, al que han sucedido más de 2,000 pruebas desde que inició la Era Nuclear en 1945.

Es un instante de silencio reflejo de lo irreversible, del vacío que queda después de una explosión que lo consume todo. Un silencio absoluto que dura aproximadamente 20 segundos. Un recurso narrativo muy intencional, muestra del tiempo que en la realidad, después de la detonación de la prueba Trinity, tardó el estruendo en alcanzar a los observadores debido a la distancia.

Durante esa pausa inquietante, solo vemos la luz y la devastación en cámara… sin un solo sonido. Y esa pausa, lamentablemente, ha trascendido miles de veces más allá de las pantallas. Parte del Proyecto Manhattan, la prueba Trinity (el 16 de julio de 1945) fue el primer ensayo nuclear en la historia de la humanidad. Y ese silencio denso marcó el inicio de la Era Nuclear en el mundo.

En los primeros años de esta práctica, se prestó poca atención a sus efectos y al peligro de las lluvias radiactivas derivadas de los ensayos en la atmósfera. Hoy, la historia nos ha demostrado que las tragedias humanas y medioambientales, debido a estas pruebas, justifican la necesidad de conmemorar el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.

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Trinity (1945): Imagen a color creada con archivos históricos del Proyecto Manhattan por el Departamento de Energía de Estados Unidos.

En un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y riesgos nucleares cada vez mayores, incluida la inquietante posibilidad de nuevos ensayos, urge el llamado a silenciar bombas, no vida. Este 29 de agosto, una vez más, alcemos la voz para que no vuelva a apagarse el sonido de la vida.

Buscando erradicar silencios

La historia de los ensayos nucleares comenzó muy temprano en la mañana del 16 de julio de 1945 en un desierto cercano a la localidad de Alamogordo, en el estado de Nuevo México. Y durante los 50 años siguientes se realizaron más de 2000 ensayos nucleares en todo el mundo.

Ante la creciente preocupación internacional y la amenaza a la vida, en 1996 se firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), que constituye el principal mecanismo para la erradicación de los ensayos de armas nucleares. Desde que se firmó en septiembre de 1996, las cifras bajaron y se realizaron una decena de pruebas con armamento nuclear.

El 2 de diciembre de 2009, la Asamblea General de la ONU aprobó por unanimidad su resolución 64/35 que declara el 29 de agosto como el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.

El 2 de diciembre de 2009, la Asamblea General de la ONU aprobó por unanimidad su resolución 64/35 que declara el 29 de agosto como el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares. La resolución, propuesta por la República de Kazajistán y apoyada por otros países, conmemora la clausura del polígono de ensayos nucleares de Semipalátinsk, ocurrida ese día pero en 1991.

El propósito del día es sensibilizar acerca de los efectos devastadores de las explosiones nucleares sobre la salud, el medio ambiente y la seguridad global, y promover la ratificación del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. La sociedad civil y una mayor sensibilización pública juegan un papel importante en la lucha por erradicar definitivamente estas pruebas.

La primera conmemoración de este día fue celebrada en 2010 y desde entonces, a lo largo de esa jornada y sus vísperas, se organizan diversas iniciativas en todo el mundo: simposios, conferencias, exposiciones, concursos, publicaciones, ponencias, programas de televisión y radiodifusión, entre otras.

De silencios y consecuencias

Ha habido explosiones nucleares terrestres, subterráneas (a más de 2400 metros de profundidad y en túneles horizontales) y submarinas (hasta 600 metros bajo el nivel del mar). Bombas han detonado desde torres, barcos, globos, lanzadas desde aviones y disparadas por cohetes a más de 300 km de altitud en la atmósfera.

De las explosiones realizadas entre 1945 y 1996, un 25 % se llevaron a cabo en la atmósfera. Mientras, el 75 % de todas las explosiones de ensayos nucleares durante la Guerra Fría fueron subterráneas.

Los ensayos nucleares han traído consigo destrucción derivada de la radiación: problemas de salud para las poblaciones, especialmente mujeres y pueblos indígenas, y contaminación medioambiental. En la década de los 50 creció la preocupación internacional por la lluvia radiactiva resultante de los ensayos atmosféricos. Un ejemplo trágico ocurrió en 1954.

En marzo de 1954, Estados Unidos probó su bomba de hidrógeno Castle Bravo en las Islas Marshall del Pacífico. Y con ella, ocurrió el peor desastre radiológico de la historia de ensayos de Estados Unidos, al contaminarse con la lluvia radiactiva civiles de las Islas Marshall, militares de EE.UU. que prestaban servicio en el atolón Rongerik y el pesquero de arrastre japonés, Lucky Dragon.

Por su parte, las explosiones submarinas cerca de la superficie pueden desplazar grandes cantidades de agua y vapor radiactivo, contaminando barcos, infraestructuras y personas en las proximidades. Los ensayos subterráneos alteran la actividad sísmica y, cuando no están bien contenidos y "descargan" en la superficie, pueden producir una cantidad considerable de restos radiactivos.

Las partículas radiactivas elevadas a la atmósfera pueden viajar miles de kilómetros y las secuelas biológicas y ambientales pueden prolongarse por generaciones enteras. En atolones como Bikini (Islas Marshall), 70 años después de los ensayos, todavía hay zonas inhabitables por la radiactividad acumulada en suelos y corales.

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La sociedad civil ha tenido un papel destacado en el esfuerzo para detener los ensayos de armas nucleares. Imagen tomada de ONU (2025).

Los ensayos nucleares provocan desplazamientos y contaminan tierras y océanos. Dejan cicatrices dolorosas con efectos inmediatos —síndrome de radiación aguda— e impactos de largo plazo, que generan cáncer y otras enfermedades crónicas. Algunos isótopos radiactivos persisten durante décadas en suelos y alimentos, y otros contaminan el ambiente por miles de años.

Y el impacto no solo es físico, también es emocional. Mientras, se profundizan grietas en los cimientos de la confianza, la estabilidad y la paz mundiales. Hay silencios que resuenan todavía, y duelen profundamente. Y con el silencio de Trinity, ocho décadas después, que no se olvide el legado de destrucción y las cicatrices imborrables que han dejado los ensayos nucleares.

Referencia de la noticia

Día Internacional contra los Ensayos Nucleares. 29 de agosto de 2025. Naciones Unidas.