Fenómenos meteorológicos en México 2025: el Top 5 de los eventos más destructivos del año
México cerró un 2025 marcado por fenómenos meteorológicos extremos. Inundaciones, ciclones, sequía y calor dejaron pérdidas humanas y territorios al límite, pero también lecciones urgentes sobre riesgo, vulnerabilidad y resiliencia.

El 2025 no fue un año excepcional por un solo evento, sino por la acumulación. La atmósfera insistió, una y otra vez, sobre los mismos territorios, hasta dejar claro que el riesgo ya no llega por sorpresa, sino por persistencia.
Hubo agua de más y estrés por falta de agua. Lluvias que se quedaron durante días, ríos que crecieron sin margen, y regiones donde el calor evaporó lo poco que quedaba. Y el contraste no fue una contradicción, fue parte de un mismo sistema.
Hablemos hoy de los eventos meteorológicos más destructivos de 2025 en México. No desde la intensidad del fenómeno, sino desde su impacto. A veces fueron huracanes intensos; otras, tormentas “menores” capaces de colapsar cuencas enteras.
Y a veces fueron emergencias silenciosas. El calor extremo que avanzó sin estruendo, afectando la salud, la energía y el agua, mientras la sequía erosionaba lentamente al campo y a las comunidades que dependen de él.
In recent hours: Flooding in Poza Rica, Veracruz, Mexico.
— Weather Monitor (@WeatherMonitors) October 10, 2025
Heavy rains caused the Cazones River to overflow, flooding homes and leaving the city without power. Hundreds of families have been affected. Authorities are working on rescue and relief efforts. pic.twitter.com/mgrDjEzUt0
Este recuento no busca jerarquizar el miedo ni quedarse en lo que se perdió, sino poner en contexto lo que aprendimos. Primero, presentemos los que considero los cinco fenómenos meteorológicos más destructivos en México durante 2025. Al final, las lecciones valiosas que nos dejaron.
Sequía severa y estrés hídrico
A diferencia de otros desastres, la sequía no irrumpe, se instala y avanza en silencio. De acuerdo con el Monitor de Sequía de CONAGUA, en distintos momentos del 2025, más del 60 % del territorio nacional presentó algún grado de sequía, con condiciones severas a excepcionales concentradas en el norte y centro.
A finales de enero, 47 municipios alrededor del país padecían sequía excepcional, mayormente en Chihuahua, Sonora, Coahuila y Nuevo León. El impacto más visible fue hídrico. Presas estratégicas operaron por debajo del 40 % de su capacidad, algunas en niveles críticos, afectando el abasto urbano, la agricultura de riego y la ganadería, con pérdidas en cultivos de temporal significativas.
Calor extremo y consecuencias
Entre finales de marzo y junio de 2025, México atravesó periodos prolongados de calor extremo, con temperaturas persistentemente por encima de los valores climatológicos normales. Se reportaron temperaturas superiores a 40 °C durante los picos de calor en 24 de los 32 estados mexicanos. Jalisco, Tabasco y Veracruz tuvieron el mayor número de casos de golpe de calor y deshidratación.
En paralelo, el sistema eléctrico enfrentó picos históricos de demanda, con avisos por estrés operativo, especialmente en regiones urbanas densas y en el norte del país. Además, el calor extremo agravó la sequía, redujo la disponibilidad de agua, y aumentó el riesgo y la severidad de incendios forestales.
Huracán Erick
Erick fue el ciclón tropical que más daños provocó en México durante 2025. Se intensificó rápidamente en el Pacífico oriental y tocó tierra el 19 de junio como huracán categoría 3 en el sur del país, cerca de Santiago Pinotepa Nacional. A su paso dejó lluvias torrenciales, inundaciones y deslaves, con afectaciones severas en Guerrero y Oaxaca, y una emergencia que se prolongó durante varios días.
Según reportes de CONAGUA y el Servicio Meteorológico Nacional se registraron acumulados de lluvias de entre 200 y 400 mm en Guerrero y Oaxaca, superando los 450 mm en áreas montañosas. Se reportaron 12 personas fallecidas, miles de viviendas dañadas y pérdidas económicas significativas por lluvias torrenciales, vientos intensos, crecidas súbitas de ríos y colapsos en zonas serranas.
Barry y Alvin: cuando la categoría no mide el riesgo
Las tormentas tropicales Alvin y Barry confirmaron en 2025 que la categoría de un ciclón tropical no define el daño. Alvin, la primera tormenta tropical del Pacífico en 2025, se formó el 28 de mayo y, aunque no tocó tierra como sistema organizado, sus bandas y remanentes provocaron lluvias intensas en el occidente y el centro del país.
Entre el 29 y 30 de mayo, se registraron acumulados de 50 a más de 80 mm en 24 horas en estados como Jalisco, Colima, Michoacán y Guerrero, así como en el Valle de México. Fueron afectadas centenas de viviendas e infraestructura urbana y al menos una muerte relacionada con las inundaciones.
Barry, por su parte, se formó en el Golfo de México el 29 de junio y tocó tierra esa misma noche entre el norte de Veracruz y el sur de Tamaulipas. Aunque fue un ciclón de corta duración (se disipó el 30), tuvo un fuerte impacto por lluvias.
Dejó hasta 457 mm de lluvia en Tamaulipas y más de 350 mm en Veracruz, con al menos 8 personas fallecidas y daños severos por inundaciones. Ambos sistemas dejaron una misma lección: eventos breves, con lluvia persistente, pueden ser tan destructivos como un huracán mayor.
Inundaciones catastróficas en la Huasteca
Los desastres no siempre llegan con nombre propio ni vientos espectaculares. Entre el 6 y el 10 de octubre de 2025, la Huasteca, principalmente en el norte de Veracruz, quedó bajo lluvias persistentes y acumulados extremos. En varios puntos se registraron más de 540 mm en pocos días.
El origen fue una zona de baja presión en el Golfo de México, reforzada posteriormente por una vaguada, que mantuvo el aporte constante de humedad y la lluvia organizada sobre la región. Ríos como el Cazones y afluentes regionales rebasaron rápidamente su cauce. Y el agua llegó de golpe y se fue quedando.
Las consecuencias fueron graves. A nivel nacional, las lluvias dejaron al menos 72 personas fallecidas y más de 30 desaparecidas. La Huasteca veracruzana fue el epicentro del desastre, con 29 muertes, miles de viviendas inundadas y daños severos concentrados en Poza Rica, Tihuatlán y Coatzintla.
¿Qué aprendimos en 2025?
Hay varias ideas, cerrando este año, que vale la pena rescatar y llevarse a casa:
Que el riesgo no es excepcional, es acumulativo. No fue un evento aislado, fue una sucesión de condiciones que se reforzaron entre sí.
Que los alertamientos no bastan si no se convierten en acción. El pronóstico puede ser correcto y aun así fallar si el mensaje no llega, no se entiende o no se cree.
La categoría no define el riesgo. Huracanes y tormentas "menores" compartieron un mismo impacto: lluvia concentrada sobre territorios vulnerables.
La vulnerabilidad amplifica el desastre. Suelos saturados, cuencas cargadas, asentamientos en zonas de riesgo y respuestas tardías reducen el margen de error casi a cero.
La cultura meteorológica importa. Entender un pronóstico, creer en él y saber cómo actuar es tan importante como emitirlo.
- El daño no siempre hace ruido. Algunas pérdidas llegan de golpe; otras se acumulan. Ambas cuentan, y ambas dejan huella.