Google y el Golfo de México: qué pasa ahora con la demanda de Claudia Sheinbaum
Un nombre que engrandece a América desde hace más de 400 años. La demanda a Google por rebautizar el Golfo de México. De azules que no se tocan ni se reetiquetan.

Azul. Ese azul que me calmó tantas veces desde el malecón de La Habana. Las aguas del Golfo bañan la costa norte de Cuba, el sur de Estados Unidos, y el oriente de México. Una calma azul compartida por siglos que ha visto crecer civilizaciones y generaciones. Testigo de luchas, de amores, de odios, de huidas, de regresos. Ese azul que vemos desde la altura y que anuncia el regreso a casa.
Hoy, un azul compartido al que le quieren arrancar hasta el nombre. El 9 de febrero de 2025 el gobierno de Donald Trump declaraba el primer Día del Golfo de América; luego de la firma el 20 de enero de una orden ejecutiva: “Restoring Names That Honor American Greatness” (Restaurar nombres que honran la grandeza americana). A todas estas, ¿americana? Define América.
Tal decisión ha creado polémica en el mundo. Y pese a la indignación de muchos, varias plataformas tecnológicas, incluida Google, han decidido renacer como cartógrafos certificados y rebautizar a todo el Golfo de México. Ante esto, el gobierno de México ha tomado acciones legales, demandándolos.
Y es que Golfo de México es historia, identidad, geopolítica hecha siglos y sobre todo, compartida. La orden ejecutiva del gobierno estadounidense solo puede concretarse sobre su propio territorio y la plataforma continental que le corresponde. El resto del Golfo no se toca. Y la grandeza americana va mucho más allá de los 22 km del azul que le corresponden.

Un nombre, una identidad...
A partir del siglo XVI, fueron los exploradores y cartógrafos españoles quienes empezaron a referirse a esta gran extensión marítima como el "Golfo de México", en referencia al Virreinato de la Nueva España, cuya capital era la Ciudad de México (antiguamente México-Tenochtitlan).
Desde entonces, Golfo de México ha sido el nombre internacionalmente aceptado, respaldado por la Organización Hidrográfica Internacional, que busca estandarizar los nombres de las formaciones marítimas internacionales y cuenta a los tres países adyacentes al golfo como Estados miembros. Así ha sido incluido en documentos de la ONU, tratados internacionales, enciclopedias, etc.
El conflicto...
El Golfo de México es una cuenca marítima semicerrada compartida por México, Estados Unidos y Cuba. Está regido por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), la cual establece que las aguas más allá del mar territorial no son propiedad exclusiva de ningún país.
Sin embargo, el gobierno estadounidense de Donald Trump decidió cambiar el nombre del Golfo de México, orden ejecutiva que solo puede aplicar a la plataforma continental estadounidense del golfo. Y a pesar de las solicitudes diplomáticas de México, Google implementó el cambio para todo el golfo, y no solo en la plataforma correspondiente a Estados Unidos.
Así, para los usuarios estadounidenses comenzó a verse Golfo de América en lugar de Golfo de México en Google Maps. A la iniciativa se sumó Apple Maps. Pero para el resto de países, ambas compañías optaron por presentar ambos nombres: “Golfo de México (Golfo de América)”. Mientras, para los usuarios de México se mantiene el nombre original.
Y ya el golfo comenzó a desarrollar trastorno de la personalidad. Perdió su identidad, difuminada entre fronteras y cambia de nombre según desde dónde lo mires. El problema es que este intento de redefinir (o reetiquetar) la narrativa regional y apropiarse simbólicamente de un territorio marítimo compartido, mientras desplazan la centralidad de México, se ha vuelto mundialmente polémico.

La demanda de México contra Google
La actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó una demanda legal contra Google debido al cambio del nombre, no solo en su territorio, sino a todo el Golfo, para sus usuarios. La demanda se basa en argumentos legales sobre soberanía y derecho internacional. El cambio de nombre excede la jurisdicción de Estados Unidos y tergiversa la geografía internacional.
La demanda, presentada en la Ciudad de México, busca que Google restablezca el nombre original, especialmente en las zonas correspondientes a México y Cuba. El gobierno de Trump está en su derecho de cambiar nombres dentro de su propio territorio, pero las zonas marítimas que están bajo el control de México o Cuba no pueden ser renombradas por Estados Unidos, Google, ni por nadie.
Reetiquetar todo el golfo, incluso solo para los usuarios estadounidenses, sobrepasa las facultades de cualquier autoridad nacional o entidad privada, y viola las normas legales del derecho internacional. La presidenta mexicana expuso que ya hay una resolución judicial en un tribunal civil, favorable a la demanda.
El mar no es de nadie. Su nombre no es pertenencia: es identidad cultural y es historia. El mar engrandece por igual, y el Golfo de México ha sido —y será— uno de los tesoros que más honra la grandeza americana. Desde Cabo Columbia, Canadá, hasta Islas Diego Ramírez, al sur de Chile, honra la grandeza de la América toda.