El día en que el Sol toca la Tierra: significado del solsticio de verano según la cultura maya

En la cosmovisión maya, los solsticios eran el momento más importante del año. Significaban el renacimiento de la vida y el tiempo, además de una nueva oportunidad.

Los mayas fueron hábiles observadores del cielo. Por medio de su seguimiento al sol, entendieron los solsticios y equinoccios, determinando sus rituales, ciclos y cosmovisión.
Los mayas fueron hábiles observadores del cielo. Por medio de su seguimiento al sol, entendieron los solsticios y equinoccios, determinando sus rituales, ciclos y cosmovisión.


Una vez más, el verano boreal ha llegado. Nuestro planeta continua con su vuelta a nuestro astro, regalándonos nuevamente días cálidos, lluvia, y una nueva oportunidad para continuar con el ciclo de vida. Un regalo que ha sido el resultado de miles de procesos a lo largo de millones de años, permitiéndonos existir hasta el día de hoy.

En esta realidad en la que nuestros días nos parecen correr cada vez más rápido, pocas veces nos detenemos a mirar nuestro alrededor de la forma en la que lo hacíamos en el pasado. Sin embargo, los amaneceres de colores brillantes siguen ahí. Las luciérnagas que aparecen por las noches después de un día lluvioso siguen ahí. Y la curiosidad por entender el por qué de lo nos rodea, todavía sigue en nuestro interior.

Lo que te hace contemplar un atardecer mientras vas en el autobús, sonreír al ver un arcoiris o intentar captar la belleza de la luna llena con tu smartphone (aunque sabes que no le hará justicia la captura); ese “algo” que nos ha acompañado a los seres humanos desde tiempos immemorables.

Su nombre es cosmovisión. Una profunda conexión que hasta el día de hoy, sentimos con la naturaleza que nos rodea y la inmensidad del cielo sobre nosotros; los eventos astronómicos y que de cierta manera, es una herencia ancestral.

La curiosidad por el Universo ha acompañado a los seres humanos desde las primeras culturas.
La curiosidad por el Universo ha acompañado a los seres humanos desde las primeras culturas.

Entre el Sol, la Tierra y las estrellas: nuestro lugar en el universo

Mucho antes de los dispositivos inteligentes, la inteligencia artificial e incluso las enciclopedias, los seres humanos ya buscaban respuestas acerca de todo a su alrededor. En todo el mundo y a pesar de las múltiples limitantes, cientos de culturas antiguas nunca dejaron de buscar comprender la naturaleza, aprovechar los regalos de la Tierra, y encontrar su lugar en el universo.

Sin embargo, fue una cultura que existió hace cuatro mil años en las tierras del sur de lo que hoy es México y Centroamérica, la que se destacó encontrando
cientos de respuestas aprendiendo a ���leer el cielo” nocturno, y cambiando la forma en las que los humanos comprendían su realidad: los mayas.

La cosmovisión es un maravilloso regalo que nos dejaron nuestros antepasados, con miles de preguntas de por medio, pero que nos hacen valorar la naturaleza que nos rodea, y nos motiva a buscar nuestra de razón de ser en este vasto universo.

Por medio de la observación del movimiento de los astros en el cielo nocturno, el registro de eventos meteorológicos, y la contrucción de espacios destinados para esta labor, los mayas descubrieron miles de secretos que escondía el Universo.

Pero el que más influyó y marcó por completo el rumbo de toda la cultura de índigenas mayas fue el "Sack Qʼij" o día de luz blanca, un evento astronómico que que hoy en día conocemos como solsticio, y que para ellos significaba la renovación de la fuente de la vida misma y el tiempo.

El Sol era una de sus deidades más importantes. Junajpú, el dios Sol de los mayas, resucitó del inframundo y se convirtió en el astro. Kukulcán representaba el movimiento solar.

El día en que el Sol toca la Tierra

Lo que para muchos hoy es "el día más largo" del año, para los mayas fue el renacimiento del astro fuente y dador de la vida, que descendía al mundo humano por medio de los templos ceremoniales que construyeron para su adoración. Además, este día marcaba el extremo de la trayectoria solar anual, que era determinante para su futuro.

Planificar los cultivos, predecir el tiempo atmosférico que estaba por venir, y organizar el momento para sus rituales a los dioses para asegurar el éxito en sus cosechas eran su máxima prioridad; siendo los solsticios también su momento de siembra y recolección para las aldeas.

Pero más allá de tratarse de un rito ceremonial anual como podríamos pensar, para los mayas este día era una nueva oportunidad y un increíble regalo. Ellos desde ese entonces entendían el mundo, sus ciclos, y el pasar de los días casi con la misma exactitud con la que lo hacemos actualmente, aunque desde una cosmovisión de valor y divinidad.

En el Popol Vuh, su libro más sagrado, los mayas plasmaron su interés e interpretación de los ciclos solares, asociando sus creencias acerca del universo, la vida y la muerte a sus sus deidades principales. Para ellos, el universo estaba interconectado por medio de un árbol cósmico.

La divinidad en la naturaleza

Sus dioses eran una interpretación de lo que los rodeaba. La naturaleza, los fenómenos y la metafísica era lo principal, siendo algo muy caracteristico su constante transformación y equilibrio entre sí. Si bien, para estos antiguos índigenas se trataba sobretodo de una conexión intrínsecamente espirítual, esto no signfica que estaban equivocados.

Ellos entendían que el Sol, era la razón de la vida en nuestro planeta, además de la existencia del ciclo del agua y la importancia del equilibrio de cada esfera del sistema Tierra para los seres vivos. Por lo que el amor y respeto por lo todo lo que conformaba su realidad era el pilar en su búsqueda del crecimiento y la supervivencia.

Si bien, hoy en día sabemos que el solsticio es el día en el que el Sol alcanza su máxima latitud con respecto al Ecuador marcando el inicio de el verano, o el invierno según el hemisferio, quizá también deberíamos tomarlo como una nueva oportunidad como lo hicieron nuestros antepasados.

Probablemente no de la manera exacta en la que ellos lo hacían, pero aprovechar esta ocasión para observar y admirar la belleza del comienzo estacional; teniendo en cuenta que gracias a nuestras decisiones ambientales como humanidad, muy pronto serán muy distintas.


Referencia de la noticia:

Popol Vuh: Las Antiguas Historias Del Quiche, Fondo de Cultura Económica. Notas de Adrián Recinos.