El estado del tiempo atmosférico ideal para volar en globo: el secreto meteorológico
Un amanecer sereno, globos elevándose y las pirámides de Teotihuacán al fondo. Un pacto con la atmósfera para disfrutar de uno de los escenarios más espectaculares del mundo.

Entre tonos naranjas y rojizos del cielo, y una temperatura agradable, se pintan postales preciosas de globos aerostáticos adornando el horizonte. Escenas mágicas, tras las que se esconde ciencia y previsión. Porque el cielo no se improvisa: para volar, primero hay que leerlo.
Una tradición que combina espectáculo, selfies, fotos increíbles, turismo y ciencia meteorológica. Debido a que volar en globo es una actividad al aire libre, depende mucho de las condiciones meteorológicas adecuadas. Y es ese combo el que mantiene vivo un invento que tiene ya más de 240 años de historia.
Volar en globo no es cosa de improvisar. El viento, la temperatura y hasta la hora del día deciden si la experiencia será segura y placentera, o si habrá que esperar a otro momento. Aunque a simple vista el cielo luzca despejado, un piloto de globo sabe que basta un cambio repentino en las condiciones meteorológicas para suspender un viaje. El cielo manda, y respetar sus señales es la regla de oro.
En México, Teotihuacán es epicentro mundial de vuelos en globo. Pero más allá de la postal en redes sociales, volar en globo es un recordatorio de lo mucho que dependemos del cielo y del clima.

Ese ascenso sereno, que pudiera parecer tan simple, en realidad es resultado de la física y las condiciones atmosféricas. ¿Cuál es entonces ese “secreto meteorológico” que convierte un amanecer en el Valle de Teotihuacán en el escenario perfecto para surcar el aire?
El arte de ascender
¿El mejor momento para volar en globo? Es una combinación de cielos despejados , vientos suaves y temperaturas agradables . Estos elementos se combinan para que tu vuelo sea tranquilo, seguro e inolvidable.
El globo depende por completo de una atmósfera estable. Los vientos deben ser suaves —menos de 15 km/h— sin tormentas cercanas y con buena visibilidad. Por eso, los vuelos no se realizan si se pronostican lluvias o ráfagas intensas de viento. El aire debe estar calmado, casi como un lago en reposo.
Por eso, las horas ideales para volar en globo son al amanecer y, a veces, al atardecer, cuando la atmósfera es más estable. Y no es casualidad. Al amanecer, el aire es más fresco, los vientos soplan con menor fuerza y la turbulencia debido al calentamiento solar aún no se ha disparado. Sin embargo, al atardecer, la atmósfera puede mostrarse más inestable por el calentamiento diurno.
La temperatura también es clave. El principio es simple: el globo se eleva porque el aire caliente dentro de él es menos denso que el aire exterior. Cuanto más frío esté el ambiente, más eficiente es el proceso de ascenso. Por eso en invierno los vuelos son más frecuentes y estables, mientras que en verano están más limitados.
El rango ideal de temperatura del aire para vuelos está entre los 10 °C y 29 °C. Este rango favorece que el globo se eleve eficientemente, sin que los pasajeros sufran de demasiado frío en la altura. Después de todo, la experiencia no solo depende de la física del vuelo, sino también del confort. Es difícil disfrutar el paisaje —o lograr la foto perfecta— cuando los dedos tiemblan por el frío.
Por eso, antes de cada vuelo se revisan pronósticos, se lanzan globos piloto y se espera con paciencia la confirmación de que las condiciones son adecuadas. Volar en globo no es conquistar la atmósfera, sino pactar con ella.
Pirámides al amanecer
Desde el primer vuelo tripulado en 1803, con el tiempo, México se convirtió en uno de los principales destinos turísticos de vuelos en globo, especialmente Teotihuacán, donde se estima que se realizan más de 3 000 vuelos al año. Y es que volar sobre pirámides milenarias es leer historia desde el cielo.

Las características del Valle de Teotihuacán ofrecen un escenario ideal: amplias llanuras para maniobrar, clima predominantemente seco y más de 250 días despejados al año. A eso se suma su valor cultural, con la imponente presencia de las pirámides del Sol y la Luna, que convierten cada vuelo en una experiencia única.
Y así, volar en globo es, a fin de cuentas, un acto de confianza. Confianza en el fuego que lo impulsa, en la atmósfera que lo sostiene y en la historia que se despliega abajo, entre pirámides y llanuras. Teotihuacán ofrece el paisaje, pero la atmósfera da la última palabra. De ese pacto, resulta un amanecer suspendido en el aire, de esos que se quedan grabados para siempre en la memoria.