La herida secreta del asteroide: el viaje al inframundo Maya para entender cómo se crearon los cenotes

¿Alguna vez pensaste que el violento suceso colosal que concluyó el período Cretácico es la razón de que existan maravillas subterráneas en la Península de Yucatán?

Esta es la historia de como surgieron los cenotes y las cicatrices geológicas que hoy son patrimonios naturales en la Península de Yucatán.


En el sureste de México, más allá del horizonte que cruza la selva espesa hasta llegar al borde de un mar azulado, se esconde una de las cicatrices más increíbles de la historia de nuestro planeta. Hoy es uno de los lugares más hermosos de la Tierra, que a diferencia de las montañas donde el suelo parece firme y eterno, aquí se abre para recordarnos que hay belleza después del cambio.

Como si se tratara de las raíces de un árbol longevo, los remanentes de un suceso caótico y para muchos, fatídico, prevalece en este espacio. Desde el agua cristalina que se filtra en la roca hasta las desembocaduras al mar, y por supuesto, en los cenotes, escondidos en los lugares más inesperados como portales al inframundo.

Una herida que nació hace 66 millones de años, con extensión invisible para todo ser vivo que tiene hogar en superficie terrestre hoy en día, pero que es la prueba remanente de cuando un asteroide cambió para siempre la historia del planeta. Siendo este suceso la razón por la que la Península de Yucatán es tan geológicamente única.

Cenote con características geológicas formadas a través de la meteorización de los sedimentos de roca caliza durante millones de años.

Y no, no sólo se trata del cráter Chicxulub, que es el vestigio escondido entre sedimentos más conocido de este evento colosal — y que dibuja una superficie continental más extendida en el mapa de México — sino de todos los vestigios del pasado de la vida que existió, y que ha modelado un anillo imposible de tesoros naturales.

Una cicatriz invisible: la química detrás de un paraíso subterráneo

Quizá no sabías esto, pero la Península de Yucatán no sólo es distinta — geológicamente hablando — al resto de México por ser un territorio sin grandes montañas, elevaciones, y grandes ríos superficiales como los estados aledaños; sino que literalmente, está conformada por materiales distintos.

Este territorio está compuesto casi por completo por rocas calizas, que son nada menos que antiguas acumulaciones de conchas y esqueletos marinos depositados cuando la región estaba sumergida bajo mares poco profundos y que, debido a la dinámica con otros elementos, fue sometida a cambios constantes.

Sabías que casi todas las grandes penínsulas del mundo apuntan hacia abajo? La única península que rompe esa regla es la península de Yucatán, ya que que apunta hacia arriba.

Esta meteorización dejó la roca en estado poroso, es decir que, aunque parece sólida como cualquier otra, es químicamente vulnerable. ¿El componente principal? En gran parte es el carbonato de calcio, que es un elemento que se disuelve lentamente en contacto con el agua.

¿El secreto de las aguas subterráneas?

Esta característica única convierte a la Península en un gigantesco laboratorio natural de un proceso geológico conocido como karstificación, que es el medio natural que mueve el agua subterránea a través de una red de espacios conectados.

Una vez se almacena, comienza la formación de grietas, túneles, cavidades y cuevas, que están a diferentes profundidades bajo la tierra y por supuesto ¡los cenotes! Estos son grutas o pozos naturales donde el agua del acuífero subterráneo queda al descubierto, cuándo la roca caliza sobre la superficie que lo cubría se rompe, de forma total o parcialmente.

Para los antiguos mayas, los cenotes eran entradas al Xibalbá, el mundo subterráneo donde habitaban dioses y ancestros. Para la ciencia moderna, son ventanas naturales a un vasto sistema de cenotes, cuevas y ríos subterráneos que son el remanente de una catástrofe cósmica y de millones de años de erosión hídrica.

Los cenotes están conectados con otras corrientes de agua subterránea, formando un sistema de agua con diferentes profundidades. Por ejemplo, en la región sur del estado, el nivel del agua puede estar a unos 130 metros bajo tierra, mientras que cerca de la costa está a sólo dos o tres metros de profundidad.

Desde allí, el agua subterránea fluye como ríos que desembocan naturalmente hacia el mar, a través de aberturas subterráneas o parcialmente superficiales como las de Celestún, Dzilam de Bravo y San Felipe. Estos puntos funcionan como “descargas” donde el agua subterránea emerge y alimenta ríos, esteros y lagunas costeras, formando los vastos ecosistemas de la Península.

El tesoro maya invaluable: un anillo de cenotes

Es difícil pensar que del caos podría resultar algo hermoso ¿cierto? Pero como ocurre casi siempre en la vida, el destino siempre tiene la respuesta, y en la naturaleza muchas veces la vemos como una lección: de evolución, supervivencia y por supuesto, cambio.

Si bien, la colisión de aquel asteroide hace 66 millones de años en lo que hoy es el norte de la Peninsula de Yucatán dejó estragos en todo el planeta con tsunamis catastróficos, inundaciones, y el enfriamiento global por todo el polvo que saturó atmósfera desencadenando una extinción masiva; también ha sido la razón de la vida como hoy existe.

Explicación gráfica de las características geológicas de la Península de Yucatán, señalando el anillo de cenotes subterráneos, Imagen tomada de Universidad Northwestern por Emiliano Monroy Ríos.

Específicamente en la región donde este evento ocurrió, yace un remanente muy especial, cuasi perfecto y contradictoriamente al suceso, lleno de vida. Me refiero a cientos de cenotes que forman un anillo con una geometría tan precisa como si se tratara de un anillo, y que coincide con el borde del cráter de Chicxulub.

En sí, el impactó no creó el anillo, sino que fue el labrador de la estructura que más adelante promovió su formación cuando aumentó la permeabilidad del subsuelo tras el impacto; facilitando que el agua se infiltrara y circulara con mayor facilidad dando lugar a los cenotes, tras millones de años posteriores.

Los cenotes son ecosistemas complejos donde diversas especies de plantas, peces, crustáceos y microorganismos se desarrollan.

Esto de cierta forma, es el vestigio final del cataclismo. La prueba de que el planeta se transforma. Que su historia es más extensa, caótica y compleja de lo que hoy sabemos pero que siempre, resulta en transformación y hogar para los seres que hasta este momento, la hemos habitado.

Referencia de la noticia

Surficial geology of the Chicxulub impact crater, Yucatan, Mexico, Kevin O. Pope, Adriana C. Ocampo & Charles E. Duller, 1993.