Las áreas más importantes de la Amazonía para la biodiversidad sufren una mala gestión, revela estudio
Un estudio de 261 unidades de conservación muestra que las áreas más ricas en especies en peligro de extinción son precisamente las que reciben menos inversión, poniendo en riesgo la protección de los bosques.

Las regiones más críticas para la conservación de la biodiversidad en la Amazonía son también aquellas que reciben menos inversión en gestión. El hallazgo surge de un estudio publicado recientemente en la revista Biological Conservation, realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones Ecológicas (IPE), y de la Universidad Federal de Goiás (UFG).
La investigación analizó 261 unidades de conservación (UC), en la Amazonía Legal e identificó 65 áreas como de muy alta prioridad para la conservación. Estas regiones tienen una gran diversidad de especies amenazadas y están bajo gran presión por la deforestación, los incendios y la tala. Sin embargo, 50 de estas áreas operan con una gestión considerada débil o simplemente regular.
"La pérdida de la Amazonia es como una biblioteca en llamas, donde los libros sin leer desaparecen antes de que podamos conocerlos. Las especies en peligro de extinción son los libros más cercanos al fuego", compara la investigadora Letícia Lopes Dias del IPÊ, una de las autoras del estudio.
La mala gestión amenaza las zonas prioritarias
Entre las áreas identificadas con la gestión más crítica están el Área de Protección Ambiental (APA) Triunfo do Xingu (PA) y el APA Baixada Maranhense (MA), ambas clasificadas como de máxima prioridad para la biodiversidad, pero que operan con infraestructura precaria.

Por otro lado, sólo ocho de las 65 áreas prioritarias demuestran excelencia en la gestión, como la Reserva de Desarrollo Sostenible de Mamirauá (AM) y la Reserva Biológica de Gurupi (MA). Estas excepciones demuestran que, cuando hay estructura y participación comunitaria, es posible garantizar una protección eficaz de los bosques.
Para clasificar la relevancia de cada área, el estudio consideró criterios como la presencia de aves y mamíferos en peligro de extinción, el uso de especies por parte de las comunidades tradicionales –como la castaña de Brasil y la tortuga de río– y la intensidad de las amenazas ambientales.
Programas como ARPA muestran caminos viables
Según la encuesta, las unidades apoyadas por el Programa de Áreas Protegidas de la Amazonía (ARPA) presentan mejores niveles de gestión. De los 261 analizados, 117 reciben apoyo del programa, que incluye capacitación a los consejos de gestión, acciones de seguimiento y participación comunitaria.
Uno de los principales ejemplos positivos es la Reserva Mamirauá, donde los residentes locales participan en la vigilancia, definen reglas de uso de los recursos naturales y monitorean la pesca, garantizando la sostenibilidad y aumentando los ingresos familiares. “Este modelo de gobernanza compartida ha demostrado ser extremadamente eficaz”, afirma Letícia Lopes.
El contraste es aún más grave cuando se considera que las UC ubicadas en regiones con alta deforestación tienden a tener un peor desempeño de gestión. Es el caso del Área de Protección Ambiental Triunfo do Xingu, que lidera el ranking de pérdida de bosques en 2024, según el estudio.
Sin recursos, los objetivos ambientales están amenazados
El estudio refuerza la urgencia de dirigir inversiones estratégicas a las zonas más vulnerables y valiosas. Según Letícia Lopes, “sin estructura y presupuesto, estas unidades no pueden cumplir su misión de contener la pérdida de biodiversidad”.
Se estima que conservar el 80 % de la Amazonia requeriría entre 1700 y 2800 millones de dólares al año. Sin embargo, en 2016 el gasto real en UC federales fue sólo el 11 % de lo necesario.
Proteger áreas clave es proteger el futuro
A pesar de las dificultades, el estudio muestra que las unidades de conservación juegan un papel decisivo en la contención de la deforestación. Se estima que evitaron alrededor del 60% de la destrucción prevista. Para lograrlo, es fundamental fortalecer las medidas de inspección, combatir los delitos ambientales y promover modelos sostenibles.
“La magnitud del desafío exige respuestas rápidas, basadas en la ciencia y la justicia social”, concluye Letícia Lopes. “Proteger los libros más valiosos de la selva también significa proteger el futuro de la Amazonía y del planeta”.
Referencia de la noticia:
The Conversation. Áreas mais importantes para a biodiversidade da Amazônia são as que recebem menos investimento em gestão. 2025