Una sombra azul sobre Mare Crisium: llega con éxito la primera misión privada a la Luna
El 14 de febrero, la misión Blue Ghost 1 inició su viaje hacia la Luna desde la base de lanzamiento de Cabo Cañaveral, Florida, para alcanzar el pasado 4 de marzo un logro muy importante.

Desarrollada por Firefly Aerospace, despegó a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX con la misión de transportar instrumentos científicos. Desde el principio, la travesía fue seguida con gran expectativa, al tratarse de uno de los primeros esfuerzos privados dentro del programa CLPS (Commercial Lunar Payload Services).
Durante los primeros días, la nave Blue Ghost 1 llevó a cabo maniobras de ajuste orbital que fueron esenciales para corregir la trayectoria y asegurar que la nave llegara a la Luna en la ventana de tiempo prevista. El sistema de navegación autónoma demostró su eficacia al realizar ajustes precisos, marcando un hito para la empresa Firefly Aerospace.
El módulo se comunicaba constantemente con el control de la Tierra durante su viaje. Los ingenieros estaban seguros y la comunidad espacial estaba entusiasmada, gracias a las señales que confirmaban el buen funcionamiento de todos los sistemas, incluidos los paneles solares y las cámaras a bordo.
La última fase del viaje implicó la inserción en la órbita lunar, un proceso complejo que exigía cálculos exactos para que el módulo pudiera prepararse para el descenso. Finalmente, después de semanas de viaje, se posicionó en la órbita adecuada, lista para descender hacia la superficie de la Luna.
Watch Firefly land on the Moon! After identifying surface hazards and selecting a safe landing site, #BlueGhost landed directly over the target in Mare Crisium. A historic moment on March 2 we'll never forget. We have Moon dust on our boots! #BGM1 pic.twitter.com/02DQJzn0hL
— Firefly Aerospace (@Firefly_Space) March 4, 2025
Descenso y alunizaje
El 2 de marzo de 2025, comenzó su descenso hacia la superficie lunar, una fase crucial para la misión. Utilizando un sistema de navegación visual, la nave identificó el terreno y seleccionó de manera autónoma el sitio de aterrizaje en Mare Crisium, una llanura de basalto ubicada en el cuadrante noreste del lado visible de la Luna.
El proceso de descenso fue seguido en tiempo real por el equipo de Firefly Aerospace, con señales que confirmaban cada etapa. Los motores de descenso se activaron con precisión, reduciendo gradualmente la velocidad del módulo hasta lograr un aterrizaje suave. El polvo lunar se elevó al contacto, pero la nave se mantuvo estable gracias a su diseño robusto.
Pocos minutos después del alunizaje, envió su primera imagen desde la superficie lunar. La imagen mostraba un horizonte desolado con la Tierra visible en el cielo, un símbolo del logro humano. La señal fue recibida con júbilo por el equipo de Firefly, que celebró el éxito de la primera empresa privada en alunizar.
Este logro no sólo representa un avance tecnológico, sino que también abrió una nueva era para la exploración lunar, en la que las empresas privadas desempeñan un papel clave. La precisión del aterrizaje y la autonomía del módulo demostraron que la colaboración entre la NASA y la industria puede impulsar la exploración espacial.
Ciencia y tecnología en la superficie lunar
Tras asegurar su posición, desplegó sus instrumentos científicos para iniciar la fase de recolección de datos. Entre sus dispositivos, destaca el Lunar PlanetVac, diseñado para recolectar muestras de regolito utilizando un sistema de gas nitrógeno presurizado. Tecnología que permite obtener muestras sin necesidad de perforar el suelo, minimizando la contaminación y el desgaste.
Además, se desplegaron sondas magnetotelúricas para medir la estructura interna de la Luna. Este instrumento capta señales electromagnéticas naturales que ayudarán a comprender la composición del subsuelo lunar. Paralelamente, otros experimentos se centrarán en estudiar la radiación solar y las partículas de polvo presentes en la superficie.

Uno de los desafíos más importantes es la mitigación del polvo lunar, conocido por su efecto abrasivo sobre los equipos, por lo que incluye un experimento dedicado a evaluar recubrimientos protectores que podrían utilizarse en futuras misiones tripuladas. Los primeros resultados indican que se logró reducir significativamente la acumulación de polvo.
Durante los primeros días, la nave ha transmitido grandes cantidades de datos a la Tierra. Esta información no sólo beneficia la misión actual, sino que también contribuye al diseño de futuras misiones lunares, tanto robóticas como tripuladas.
Legado y futuras misiones
Ocho de las diez cargas útiles científicas enviadas por la NASA lograron cumplir sus objetivos, desde la recolección de muestras hasta la medición de campos magnéticos. Por lo que ha consolidando la capacidad de las empresas privadas para realizar proyectos científicos de gran envergadura.
El éxito de esta misión ha reafirmado el modelo CLPS como una vía eficiente para acelerar la exploración lunar. Los datos recopilados serán fundamentales para la planificación de futuras misiones tripuladas dentro del programa Artemis, que busca establecer una presencia sostenible en la Luna.
Firefly Aerospace ya trabaja en su próxima misión, Blue Ghost 2, que está programada para 2026. Esta nueva misión tendrá como objetivo explorar la región del polo sur lunar, donde se cree que existen depósitos de hielo de agua que podrían ser utilizados para la producción de combustible y agua potable.
El legado de Blue Ghost 1 demuestra que la colaboración entre la NASA y las empresas privadas puede allanar el camino hacia una nueva era de exploración espacial. Lo que comenzó como un sueño de la industria privada hoy se convierte en una realidad, acercando a la humanidad a su próximo gran paso: la colonización de la Luna.