Cómo afecta la deforestación de Mezquitera La Pona a la biodiversidad y al clima en Aguascalientes

En Aguascalientes, la Mezquitera La Pona resiste como un inusual pulmón verde en medio de la mancha urbana. Un verde en riesgo. Perderla es perder sombra, memoria y futuro.

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El mezquite (Prosopis laevigata) es un árbol generoso, con ramas espinosas, hojas minúsculas y flores acomodadas en racimos que atraen a las abejas. Imagen tomada del sitio web de la Facueltad de Ciencias de la UNAM.

Rompiendo el caos de una ciudad, respirar en verde trae el tan deseado frescor en medio del calor seco de Aguascalientes. Esa sombra áspera y generosa, que por generaciones, ha sido cómplice en tardes de juegos, historias familiares y silencios renovadores.

La Pona, también conocida como Mezquitera La Pona, es un bosque urbano en la ciudad de Aguascalientes, que abarca una superficie de unas 31 hectáreas.

Su sello vegetal es el mezquite, la especie preponderante, alrededor de la que coexisten otras especies de flora y fauna, como el pirul y el huizache chino, e importantes polinizadores como las abejas. Un espacio considerado de gran importancia para la ciudad que, sin embargo, se ve amenazado por el interés comercial, específicamente de la industria inmobiliaria y las autoridades locales.

Tras negociaciones con las inmobiliarias dueñas del predio y dos organizaciones: S.O.S Mesquitera La Pona y Conciencia Ambiental, en 2015 se donó una tercera parte del terreno para ser convertido en área natural protegida. Lo que se concretó el 12 de noviembre de 2018, cuando unas 17.4 hectáreas del bosque se declararon área natural protegida, a nivel municipal.

Pero hay conflictos constantes por el verde. Gran parte del bosque es de propiedad privada y pertenecen a empresarios de la industria inmobiliaria, que buscan transformar el bosque en condominios residenciales y en vialidades. Y surge la cuestión: ¿cómo aceptar, en nombre de la propiedad privada, que se borre un ecosistema entero que ha dado sombra, alimento y vida?

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La madera de mezquite es considerada ideal para fabricar muebles, pisos, artesanías, postes y como combustible (leña y carbón). Imagen tomada del sitio web de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Hoy, ese refugio de vida está en riesgo. El avance de la mancha urbana y la deforestación lo han puesto en jaque. Pero no se trata solo de la frívola idea de un simple cambio en el uso del suelo. Como si no existiera repercusión más allá de ver menos verde y más concreto. ¿Qué significa perder un ecosistema urbano-semidesértico como La Pona?

Verde que te quiero vivo

El mezquite es un árbol de las zonas áridas y semiáridas de México y el sudoeste de Estados Unidos que se caracteriza por su resistencia a la sequía y a las temperaturas extremas. Su madera sirve para muebles y leña, y sus semillas, frutos y hojas son aprovechados como alimento para animales y humanos.

El mezquite es un árbol de las zonas áridas y semiáridas de México y el sudoeste de Estados Unidos que se caracteriza por su resistencia a la sequía y a las temperaturas extremas.

Pero no se queda ahí. Este árbol tiene importantes propiedades ecológicas por su capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, y medicinales por sus extractos y resinas. Al ayudar a fijar el nitrógeno en el suelo, fertiliza la tierra, y sus raíces ayudan a retener la humedad, evitando la erosión. Como planta nodriza, además, permite la recarga en agua del manto freático.

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Además de su contribución ambiental, estos árboles son fuente de forraje para el ganado doméstico y la fauna silvestre. Imagen tomada del sitio web de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

La pérdida no es menor: aves migratorias, polinizadores, pequeños mamíferos y hasta hongos del suelo dependen de este ecosistema semidesértico. La tala arranca mucho más que troncos; arranca relaciones ecológicas que sostienen el equilibrio en una región ya de por sí vulnerable al calor extremo y a la sequía.

Y la deforestación también multiplica el calor urbano. Se sustituye sombra, por asfalto recalentado; y captura de carbono, por más CO₂ libre en la atmósfera. El microclima cambia y la ciudad es quien paga la factura, apareciendo las famosas islas de calor y volviendo el aire más seco.

Estudios del impacto de la deforestación han mostrado que en zonas deforestadas puede haber de 0.43 °C a 0.69 °C de temperatura más que en las arboladas.

Y no solo es su riqueza ecológica, también su importancia cultural: la deforestación viene unida a una lamentable pérdida cultural. Mezquitera La Pona es patrimonio natural de Aguascalientes. Es raro tener un ecosistema de este tipo dentro de la mancha urbana, que ha servido de refugio para aves y como espacio de esparcimiento cultural y familiar.

Un bosque que late en la ciudad

¿Lo trágico? La parte de mayor valor ecológico se encuentra fuera de los límites del Área Natural Protegida. Allí donde conviven los árboles más antiguos, la parte más tupida. En palabras de una representante del colectivo Salvemos La Pona: Toda la zona brinda servicios ambientales, no solo la tercera parte que el municipio reconoce como protegida.

Toda la zona brinda servicios ambientales, no solo la tercera parte que el municipio reconoce como protegida.

El avance inmobiliario y la tala ilegal son las principales amenazas, aunque no las únicas. Según reportes ciudadanos y ambientales, la superficie verde se ha reducido en las últimas décadas, mientras los proyectos urbanos la rodean cada vez más.

La Pona es uno de los últimos pulmones verdes dentro de Aguascalientes; un caso de “ecología urbana” que conecta a la comunidad con la naturaleza. Sin embargo, ya parte del suelo carece de vegetación, debido a los incendios, incluso en la zona protegida. Duele la forma en que algunos viven dando la espalda a la naturaleza, como si no fuéramos parte de ese todo.

Esfuerzos conjuntos entre el gobierno, organizaciones ambientales, pobladores, guardabosques y la Secretaría del Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable (SEMADESU) buscan preservar el verde. Se ha reforzado la seguridad de la parte correspondiente al Área Protegida y se han hecho detenciones, en colaboración con Seguridad Pública, por presunta quema de cable.

Mientras, el conflicto continúa. Los activistas exigen su derecho ambiental y los representantes legales de la inmobiliaria, propietaria de al menos 30 hectáreas desde hace tres décadas, defienden la legalidad de los procesos. Pero como siempre en desarrollo urbano, ¿cómo le explicas de límites y escrituras a un mezquite que lleva tres siglos hundiendo sus raíces en esa tierra?

Defender La Pona es preguntarnos, qué ciudad queremos habitar. Quien siembra cemento, cosecha calor. No se trata solo de árboles: se trata de nuestra sombra, de nuestro aire y de la memoria verde que nos recuerda que una ciudad también puede ser casa de la naturaleza.