No más inundaciones: la basura fuera del drenaje y de las calles, es la mejor defensa

Las lluvias extremas ponen a prueba capacidad de drenaje y conciencia colectiva. Mientras las tormentas arrecian, la mejor defensa comienza con acciones pequeñas, cotidianas. La participación ciudadana sostiene la prevención.

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La lluvia se acumuló en calles de la colonia Pedregal de San Ángel, en Tlalpan, este 28 de junio. Imagen tomada de la cuenta oficial de los Bomberos de CDMX en X.

Junio cerró con Alerta Púrpura activada en CDMX por el Sistema de Alerta Temprana (SAT) de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC). La Alerta Púrpura se activó por primera vez en lo que va de la temporada de lluvias, con acumulados de 38 millones de metros cúbicos de lluvia en toda Ciudad de México durante la tarde y noche del 29 de junio.

¿Qué es la Alerta Púrpura?Según la SGIRPC, la Alerta Púrpura se activa al menos 1 hora antes de que la cantidad de lluvia caída acumulada en una región empiece a superar los 70 milímetros (70 litros por metro cuadrado).

La temporada de lluvias llegó con fuerza este 2025 a México. Buenas noticias ante la sequía de meses anteriores, pero un reto ante el aumento de la probabilidad de encharcamientos, inundaciones y desbordes de ríos y presas. Y aún no termina. Climatológicamente, los acumulados diarios de lluvia intensa son más frecuentes en la segunda mitad del verano (septiembre y octubre).

Típicamente en el Valle de México, los mayores acumulados de lluvias ocurren durante la tarde-noche, y las mayores inundaciones, también. La probabilidad de ocurrencia de tormentas severas (> 20 milímetros/hora) es mayor después de las 16 horas tiempo del centro de México. Generalmente, más de 19 milímetros acumulados ya trae problemas de encharcamientos.

Y mientras la lluvia limpia la atmósfera y refresca el aire, en tierra el espectáculo es diferente. En las calles, flotan bolsas de basura, las coladeras rebasadas vomitan lodo, plásticos y ramas. Y no, no fluye, se estanca, sube de nivel y llega a la rodilla en Viaducto, en unidades habitacionales, inunda el metro y se desata todo un caos citadino.

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La basura en calles y cuerpos de agua empeora las consecuencias negativas asociadas a las lluvias intensas.

Si no nos encargamos de dejar la basura en su lugar, la lluvia se encargará de ponerla donde más daño haga. ¡Y esto no va de eslogan! En junio se han movilizado bomberos y activos de Protección Civil, CONAGUA, en un esfuerzo por detener y amainar encharcamientos e inundaciones en poblaciones vulnerables. Pero muchas veces, las acciones más importantes son las cotidianas.

Cuando no fluyen...

La lluvia llega sin pedir permiso. Las calles se vuelven canal y fluyen, pero el agua, sofocada, no encuentra salida. Natural cae la lluvia, pero hacia dónde va lo decidimos nosotros. Prevenir no solo es un verbo, también es acción.

Según la SGIRPC, en Ciudad de México, la basura causa el 50 % de las inundaciones

Las estadísticas son contundentes e inquietantes. En cifras de este año, según CONAGUA, se han retirado más de 11,800 toneladas de basura de los sistemas de drenaje y las plantas de bombeo que protegen CDMX y su zona conurbada. Cada botella, bolsa de residuos, plástico abandonado, bloquea rejillas y alcantarillado. En CDMX, la basura causa el 50% de las inundaciones.

En temporada de lluvias, cualquier obstrucción se convierte en una presa improvisada. No se trata solo de higiene y educación, puntos claves cuando vivimos en comunidad. Se trata también de prevención y gestión del riesgo. Las lluvias extremas son fenómenos naturales, pero el desastre NO, ese va por nosotros.

El sistema de drenaje profundo del Valle de México puede transportar, en conjunto, hasta 200 metros cúbicos por segundo durante 45 horas continuas durante situaciones excepcionales y en condiciones óptimas. Impresionante, ¿verdad? Ah, pero... qué tan eficaz es ese transporte depende de algo tan básico como que las coladeras estén libres.

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Las acciones de para desalojar agua pluvial de vías y casas se extienden por todo el Valle.

Cuando la precipitación supera los 80 milímetros, se activan protocolos de emergencia, pero si los ductos están colmados de basura, ni la infraestructura más avanzada es suficiente. No podemos tapar el cielo con las manos, lo que sí podemos es dejar cauces limpios al agua que cae.

Placaje bajo y seguro

Toca cerrar filas y defender. Por supuesto, la inversión pública es fundamental, sobre todo en las grandes urbes donde contar con sistemas de drenaje bien mantenidos es crucial. Pero aquí la corresponsabilidad ciudadana hace la diferencia. El objetivo es disminuir los efectos negativos de los encharcamientos, las inundaciones y desbordamientos de ríos y presas.

En CDMX, el protocolo Tlaloque 2025 es un operativo de prevención y reacción inmediata ante lluvias extremas, enfocado en prevenir y reducir encharcamientos, minimizar daños materiales y proteger a la población.

En algunas alcaldías y ciudades se está invirtiendo en campañas educativas y patrullajes preventivos, programas de limpieza permanente de barrancas y drenes a cielo abierto. Sin embargo, mientras la cultura de la prevención no sea colectiva, el problema seguirá reproduciéndose.

Este año, el pronóstico de la temporada de lluvias contempla acumulados significativos en diversos estados, a base de ciclones y ondas tropicales y el Monzón Mexicano. La defensa más eficaz comienza con acciones pequeñas y constantes: no tirar basura y desperdicios a los cuerpos de agua, canales pluviales, ríos o presas, barrer las coladeras cercanas, reportar taponamientos.

Conciencia y participación ciudadana. Si queremos evitar que las calles se conviertan en canales, la mejor defensa no está solo en grandes obras subterráneas, sino en la responsabilidad compartida que ejercemos todos los días.