¿Paz mundial o más de 12,000 armas nucleares? La lucha de la ONU por el desarme nuclear
Este 26 de septiembre, Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, la ONU recuerda que el desarme, más que utopía, es garantizar el futuro de la humanidad.
Un día cualquiera, una ciudad cualquiera. Niños yendo a la escuela, mientras miles de adultos se sumergen en responsabilidad diaria y laboral. Rutinas y estampas de una vida común. Y un botón, un botón que se pulsa y hace que todo desaparezca en segundos. Segundos que perpetúan consecuencias, enfermedades y dolor que trascienden tiempos y fronteras.
Aunque la Guerra Fría terminó hace más de tres décadas, la amenaza nuclear continúa siendo una realidad temida y silenciosa. Pese a los esfuerzos de desarme, hoy, todavía existen unas 12,241 armas nucleares, distribuidas en los arsenales de apenas nueve países. Números que se resisten a discursos de paz, y encierran un poder capaz de borrar varias veces a la humanidad entera.
Desde 1945, se vive con esta paradoja. Los avances tecnológicos que permiten generar energía limpia también han creado la capacidad de autodestrucción total. Una ironía científica y política que venimos arrastrando hasta nuestros días. Y muchos, incluyendo a la ONU, alzan la voz, pero el problema radica en quién baja los misiles.
Aunque el número de armas nucleares desplegadas ha disminuido desde el apogeo de la Guerra Fría, no se ha destruido físicamente ni una sola arma nuclear en virtud de un tratado. En un esfuerzo, en 2013, la Asamblea General celebró su primera reunión de alto nivel sobre desarme nuclear, declarándose el 26 de septiembre como el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares.
Un día para que la comunidad mundial reafirme su compromiso con el desarme nuclear como una prioridad global. Y además, una oportunidad para educar acerca de los beneficios reales de la eliminación de este tipo de armas, y cuánto nos cuesta, social y económicamente, su existencia.
Des-arme o des-orden mundial
En una realidad geopolítica cada vez más compleja, el ritmo lento del desarme nuclear ha traído frustración y desconfianza entre los Estados miembros. El marco internacional de control de armamentos, que contribuyó a la seguridad internacional desde la Guerra Fría, contuvo el uso de armas nucleares e impulsó el desarme nuclear, está sometido a una presión cada vez mayor.
El 2 de agosto de 2019, la retirada de los Estados Unidos significaba el final del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio. Bajo el marco de este tratado, Estados Unidos y la Federación de Rusia se habían comprometido previamente a eliminar una clase completa de misiles nucleares.
Por otro lado, aunque Rusia ha reiterado la importancia de los acuerdos y compromisos de control de armas, se alejó de los existentes. ¿Por qué? Pues alegó el contexto estratégico, en particular por el apoyo militar de Estados Unidos a Ucrania en el conflicto armado actual.
El 21 de febrero de 2023, Rusia informó que suspendía su participación en el Tratado sobre Medidas para la Ulterior Reducción y Limitación de las Armas Estratégicas Ofensivas (Nuevo START). La extensión de este tratado hasta febrero de 2026 había brindado a los poseedores de los dos mayores arsenales nucleares la oportunidad de acordar nuevas medidas de control de armamento.
En medio del deseo del desarme nuclear, tanto Rusia como Estados Unidos, poseedores de los dos mayores arsenales nucleares del mundo, debilitan los cimientos del esfuerzo conjunto internacional. Pero esto va más allá de que disminuya el número de firmas contadas en un tratado internacional.
Cuando "armas" factura más que "vida"
La existencia de más de 12,000 armas nucleares, mantiene a la humanidad bajo un velo denso de amenaza y desconfianza constantes. Una ansiedad colectiva que erosiona la confianza entre naciones y en la propia sociedad civil y atenta contra la paz mundial.

La experiencia de 1945 nos enseñó los efectos devastadores en la salud pública tras un ataque nuclear. Radiación, cáncer, malformaciones congénitas y daños psicológicos que se extienden por generaciones. Y sumémosle los efectos climáticos y ambientales que desencadena el uso de armas nucleares. ¿Dónde quedó nuestro derecho a la paz y a la vida?
Con la perpetuación nuclear se perpetúan, además, las desigualdades. Mientras invierten en ojivas, millones de personas carecen de acceso a la salud, educación o a una vivienda digna. ¿Y si lo que cuesta mantener el armamento nuclear se invirtiera, por ejemplo, en financiar programas globales de vacunación infantil o garantizar el acceso a agua potable a millones de personas?
Vivimos en un mundo donde, en lugar de destinar recursos para enfrentar la crisis climática, el hambre o la transición energética, se invierten en mantener arsenales que nunca deberían usarse. Mientras, los países con mayores arsenales consolidan su hegemonía política y económica, dejando a las naciones sin armamento en una posición de vulnerabilidad.
"Las armas nucleares no dan seguridad: solo prometen aniquilación". La paz mundial no se construye solo con discursos, sino con decisiones valientes. La ONU insiste en desarmar al planeta; la pregunta es si los países que tienen el poder para hacerlo están dispuestos a escucharse, más allá de sus egos y sus misiles.
Referencias de la noticia
Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares. 26 de septiembre de 2025. ONU.
SIPRI Yearbook: Armaments, Disarmament and International Security. 2024. Stockholm International Peace Research Institute(SIPRI).