Julieta Fierro, la astrónoma que nos enseñó a ver las estrellas, se convierte en una de ellas

Julieta Fierro, astrónoma y divulgadora, convirtió la ciencia compleja en conocimiento accesible para todos. Su pasión y rigor inspiraron generaciones a mirar el universo con asombro, dejando un legado luminoso.

Julieta Norma Fierro Gossman. 1948-2025. Imagen de UNAM.

Hay personas que enseñan con la risa, con disfraces, con tutús, Julieta Fierro era una de ellas. Convertía cada conferencia en un juego cósmico y nos hacía sentir que el universo cabía en una sonrisa. ¿Existe forma más hermosa de aprender que jugando con las estrellas?

Y es que el cielo también llora cuando se va una estrella. Julieta Norma Fierro Gossman partió el 19 de septiembre de 2025, pero su luz no se apagó: se dispersó en nosotros: en cada vocación que despertó, en cada niño que soñó con planetas y su estela seguirá guiando nuestras preguntas más profundas.

No importa cuántos idiomas hables, sino cuántas verdades compartas, Julieta contaba que sacaba cero en francés, pero dieces en matemáticas y que desde niña supo que su camino era la ciencia, el cual recorrió con ternura, con humor, con una curiosidad que nunca dejó de crecer.

Porque el conocimiento florece donde hay amor. Julieta, estudió Física en la UNAM, su casa, luego Astrofísica y Filosofía de la Ciencia, una mezcla que la hizo única. Pensaba el universo con profundidad, pero lo explicaba con dulzura y desde ahí, nos enseñó que saber también puede ser un acto de amor.

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Observar no basta si no se comparte… Julieta, investigó la materia interestelar y el Sistema Solar, pero desde los años setenta, sintió que debía contar lo que aprendía, algo que hizo con alegría, como quien reparte estrellas en la palma de la mano, iluminando todo a su alrededor… Y más allá.

Ciencia, patrimonio de la humanidad

Hoy me di cuenta que la ciencia no es propiedad de unos cuantos: Julieta, creía que debía ser patrimonio de todos, que entender el mundo es un derecho, que sin comprensión no hay amor. ¿Cómo amar lo que no se entiende? Ella nos enseñó a amar el Universo con palabras sencillas.

Hoy me di cuenta que la claridad es un don escaso: Julieta lo tenía, ella te podía explicar la nucleosíntesis como si fuera una receta de cocina, convirtiendo lo complejo en cotidiano, haciéndote sentir que el universo era tu vecino y que las estrellas hablaban nuestro idioma y nosotros el de ellas.

Hoy me di cuenta que enseñar es también crear belleza: Julieta hacía de sus conferencias, espectáculos de asombro; usaba globos, maquetas, polvos de colores. Su voz entusiasta y sus manos expresivas convertían cualquier salón en un laboratorio de maravillas, haciéndonos sentir que aprender era una fiesta a la que todos estábamos invitados.

Hoy me di cuenta que escribir también es sembrar: Julieta: escribió más de cuarenta libros, veintitrés de divulgación que fueron traducidos a varios idiomas. Títulos como La familia del Sol nos acompañaron desde la infancia. Leerla era como escucharla: clara, divertida, cercana y sus palabras seguirán viajando, como cometas que no se detienen.

Logros institucionales

Su amor por la ciencia accesible la llevó a ocupar cargos clave, de 2000 a 2004 dirigió la Divulgación Científica en la UNAM. También fue vicepresidenta y presidenta de la Comisión de Educación de la Unión Astronómica Internacional, buscando abrir caminos, tender puentes y sembrar curiosidad.

Presidió la Asociación Mexicana de Museos de Ciencia y Tecnología y la Academia Mexicana de Profesores de Ciencias Naturales, participó en la creación de museos como Universum y el Museo Descubre. Cada espacio que tocó se volvió más humano, más divertido, más lleno de preguntas y respuestas compartidas.

La reconocida astrónoma de la UNAM, Julieta Fierro Gossman, ha dado nombre a una nueva especie de luciérnaga, la Pyropyga julietafierroae. Crédito: UNAM.

Recibió premios que celebran su entrega, entre los que destacan: el Premio Kalinga de la UNESCO, el mayor reconocimiento mundial en divulgación científica. También ganó el Premio de la Academia Mundial de Ciencias, pero más allá de los galardones, su mayor logro fue hacernos sentir que la ciencia era nuestra.

Su excelencia fue reconocida con cuatro doctorados Honoris causa y fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, reflejo de su amor por las palabras. Pero además, como si el universo quisiera agradecerle, una luciérnaga lleva su nombre desde 2023: Pyropiga julietafierroae.

Un legado que ilumina

Julieta fue una mentora incansable inspirando a miles de jóvenes, ya que muchos de nosotros encontramos nuestro camino gracias a ella, al enseñarnos que la ciencia puede ser ternura pero también esperanza. Entendiendo que el verdadero legado no se mide en títulos, sino en vocaciones encendidas.

Julieta Fierro junto a Zeus Valtierra (redactor).

Julieta creía en México, en su talento, en su capacidad de brillar, por años, rompió estereotipos, abrió puertas, acompañó a mujeres que soñaban con ser científicas enseñándonos que la pasión no tiene género y que la curiosidad es un derecho universal.

Julieta, aún con desafíos de salud, celebraba descubrimientos como las ondas gravitacionales con júbilo y es que su vida fue un faro que nunca dejó de alumbrar, siempre renovándose, siempre enseñando, siempre sonriendo con la mirada, mostrándonos que la mente puede seguir brillando incluso cuando el cuerpo se cansa.

Julieta no murió. Porque vive en cada persona que la escuchó, fue nuestra traductora del universo, la persona que tomó el lenguaje complejo de la astrofísica y lo convirtió en metáforas que tocaban el alma.

Julieta, nos regaló un mapa del cosmos hecho de palabras, colores y cariño que siempre guardaremos en lo más profundo de nuestro corazón.