¿Listos para el cambio? El otoño astronómico llega a México este 22 de septiembre, a las 12:19 horas
El equinoccio de otoño 2025 ocurrirá el 22 de septiembre. No es solo un fenómeno astronómico, también es tradición viva en México, donde ciencia y ritual se entrelazan.

Cada septiembre, el Sol cruza el ecuador celeste en su viaje hacia el Sur, marcando el inicio astronómico del otoño en el hemisferio norte. Este evento, conocido como equinoccio de otoño o de septiembre, ofrece un instante de equilibrio en que el día y la noche duran casi lo mismo.
En 2025, el equinoccio ocurrirá el 22 de septiembre a las 12:19 horas en México (CDT), según cálculos astronómicos del portal time and date. Es un momento exacto, definido por la posición del Sol, aunque para nosotros se traduce en un cambio de estación.
El fenómeno no garantiza un día con doce horas exactas de luz y oscuridad pues la atmósfera terrestre refracta la luz solar y la definición de amanecer y atardecer añade minutos extras de claridad, de modo que hablamos de una “casi” igualdad entre día y noche.
Astrónomos y meteorólogos distinguen entre otoño astronómico (que comienza en el equinoccio) y otoño meteorológico (que en climatología inicia el 1 de septiembre). Ambos enfoques nos ayudan a ordenar el tiempo, aunque uno responde a la ciencia del cielo y otro a las necesidades de la estadística climática.

Desde la perspectiva del calendario, el otoño durará alrededor de 89.8 días hasta el solsticio de invierno en diciembre. Es un periodo de transición: días más cortos, temperaturas descendentes y un paisaje que cambia de colores, recordándonos nuestra posición en el Universo.
Ciencia detrás del equinoccio
La palabra equinoccio proviene del latín aequus (igual) y nox (noche). Es un momento que ha fascinado a culturas de todo el mundo, porque muestra de manera tangible cómo el movimiento de la Tierra marca los ciclos de la vida.
En términos astronómicos, ocurre cuando la inclinación del eje terrestre no favorece ni al hemisferio norte ni al sur. Eso provoca que el Sol ilumine por igual ambos lados del planeta y produzca una distribución casi equitativa de la luz.
Tras el equinoccio de otoño, los días se acortan y las noches se alargan en el hemisferio norte. El ciclo se invierte en el hemisferio sur, donde el mismo fenómeno marca el inicio de la primavera y el regreso de la abundancia de luz y calor.
Aunque el calendario gregoriano ajusta las fechas, a veces el equinoccio puede caer el 23 e incluso el 24 de septiembre. Un “desfase” nos recuerda que los calendarios son intentos humanos por sincronizarse con un cosmos que sigue su propio camino.
México: donde ciencia y ritual conviven
En México, el equinoccio de otoño no se queda en un dato astronómico, es también un evento cultural y espiritual. Miles de personas acuden a zonas arqueológicas para observar cómo antiguas civilizaciones mayas y mexicas marcaron en piedra el diálogo entre cielo y Tierra.
El caso más famoso es Chichén Itzá, donde la luz del atardecer proyecta la sombra de una serpiente descendiendo por la escalinata norte de El Castillo. Este espectáculo, visible tanto en el equinoccio de primavera como en el de otoño, simboliza el regreso de Kukulkán y une ciencia, mito y arquitectura.

En Dzibilchaltún, Yucatán, el Templo de las Siete Muñecas también se alinea con la trayectoria solar, permitiendo observar cómo el astro atraviesa la estructura en un juego de luces que fascina tanto a arqueólogos como a visitantes.
Además de los sitios mayas, comunidades indígenas como los Huicholes (Wixárika) celebran los equinoccios con ceremonias agrícolas y rituales de agradecimiento. Para ellos, es un tiempo de renovación y de conexión con los ciclos naturales que guían la siembra y la vida comunitaria.
Un recordatorio del ciclo cósmico
El equinoccio de otoño nos recuerda que vivimos en un planeta inclinado, girando sin pausa alrededor del Sol. Esa inclinación, aparentemente un detalle, es la que da forma a nuestras estaciones y condiciona culturas, cosechas y hasta celebraciones espirituales.
Más allá de la ciencia, el equinoccio se ha convertido en un símbolo de equilibrio. En México, observar cómo la luz desciende por las pirámides o cómo las comunidades agradecen al Sol nos conecta con un sentido de pertenencia cósmica difícil de explicar.
Quizá por eso cada septiembre miramos al cielo y a la Tierra con la misma pregunta ancestral: ¿cómo un instante tan breve puede encerrar tanto significado? El equinoccio nos enseña que la naturaleza escribe poesía con sombras y que basta mirar con atención para leerla.
Y así, mientras los días se acortan y las noches crecen, comprendemos que no es un simple cambio de estación, sino un recordatorio de que también nosotros somos parte de este eterno ciclo de luz y oscuridad.