¿Cómo mantenerse sano durante el otoño y el invierno? Consejos científicamente comprobados
¿Y si no fuera el frío lo que nos enferma en invierno? La ciencia revela otros culpables muy reales, así como soluciones sencillas para mantenernos en forma.

El otoño y el invierno llegan con su cuota de virus estacionales que circulan con mayor facilidad, desde la gripe hasta los resfriados comunes. Para disfrutar de estas estaciones sin enfermarse, es importante comprender qué es lo que realmente promueve las infecciones.
"¡Ponte el abrigo o te resfriarás!" ¿Cuántas veces escuchamos esta frase de niños? Sin embargo, la ciencia ha demostrado que esta creencia es falsa. En 1968, un estudio publicado en el New England Journal of Medicine comparó dos grupos de voluntarios infectados experimentalmente con un virus del resfriado.
El primer grupo se mantuvo a una temperatura agradable, mientras que el segundo se expuso a 4 °C, a veces con ropa mojada y corrientes de aire. No se observaron diferencias entre los grupos; en otras palabras, el frío en sí no causa enfermedad: solo importa la presencia del virus.
Espacios cerrados: verdaderos focos de transmisión
El invierno es la temporada de resfriados y gripes, principalmente porque pasamos más tiempo en interiores, en espacios mal ventilados. Estos lugares promueven el estancamiento del aire y, por lo tanto, la acumulación de partículas virales. Un estudio reciente, realizado en aulas sin ventilación mecánica demostró que abrir una ventana o puerta reducía significativamente el riesgo de exposición, mientras que un aire acondicionado que recicla el aire lo aumentaba.
Los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), una de las principales autoridades mundiales en salud pública, prevención de epidemias, vigilancia de enfermedades infecciosas y recomendaciones sanitarias, señalan que los virus respiratorios se transmiten con mucha mayor facilidad en interiores que en exteriores, donde el aire fresco diluye rápidamente los agentes infecciosos. Por lo tanto, quedarse en casa para "evitar el frío" puede resultar contraproducente: es mejor salir a tomar aire fresco que quedarse en casa.
La humedad, un factor que a menudo se pasa por alto
Otro parámetro esencial es la humedad del aire. Durante el invierno, la calefacción reseca nuestros hogares. Sin embargo, el aire demasiado seco debilita las mucosas nasales, que constituyen nuestra primera barrera contra los virus. Un estudio ha confirmado que el aire seco aumenta la irritación respiratoria y facilita la entrada de agentes infecciosos.
Por lo tanto, no es porque tengamos los pies fríos que enfermamos, sino porque nuestras defensas naturales se debilitan en ambientes interiores demasiado secos y cerrados.
Al contrario de lo que se cree, pasar tiempo al aire libre en invierno es beneficioso. El aire exterior, incluso frío, reduce considerablemente el riesgo de exposición a virus gracias a su dilución natural. Tanto si llevamos un abrigo grueso como un simple jersey, las mucosas respiratorias permanecen expuestas de la misma forma..
La dieta, un pilar de nuestra inmunidad
La ciencia también confirma que nuestra dieta desempeña un papel crucial en el mantenimiento de nuestras defensas inmunitarias. La ingesta regular de vitaminas y minerales reduce la vulnerabilidad a las infecciones. La vitamina C, presente en los cítricos, el kiwi y la col, estimula la actividad de los glóbulos blancos.
La síntesis de vitamina D en la piel, bajo la influencia de la luz solar, escasea en invierno, pero se puede obtener del pescado azul, los huevos o los alimentos enriquecidos. El zinc y el hierro, presentes en las legumbres, la carne magra y las semillas, contribuyen al buen funcionamiento de nuestro sistema inmunitario. Por último, la fibra y los probióticos del yogur, el kéfir y las verduras fermentadas nutren la microbiota intestinal, un actor clave en la inmunidad.
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— Chic Chronicles (@chic_chronicle) January 1, 2025
Una revisión científica destaca la sinergia entre estos nutrientes: es una dieta variada y variada, no suplementos aislados, lo que proporciona la mejor protección en invierno.
Seamos claros: no son el frío ni el viento los que nos enferman, sino la falta de ventilación, el aire seco y la prolongada proximidad al interior. Saliendo regularmente, ventilando nuestros espacios, manteniendo una humedad equilibrada y adoptando una dieta rica y variada, podemos afrontar el otoño y el invierno en plena forma.
Referencia de la noticia
Qing Z, Zhang W, Zhang W, et al. Influence of airflow and the location of infected individuals on occupant exposure in classrooms without mechanical ventilation during the winter. Building Simulation, 2025, 18(4): 829-846. https://doi.org/10.1007/s12273-025-1239-5
Wolkoff, P. (2024). Indoor air humidity revisited: Impact on acute symptoms, work productivity, and risk of influenza and COVID-19 infection. International Journal of Hygiene and Environmental Health, 256, 114313. https://doi.org/10.1016/j.ijheh.2023.114313
Centers for Disease Control and Prevention. (2024). About ventilation and respiratory viruses. CDC.
Institute of Medicine (US) Committee on Military Nutrition Research. Military Strategies for Sustainment of Nutrition and Immune Function in the Field. Washington (DC): National Academies Press (US); 1999. 1, A Review of the Role of Nutrition in Immune Function.
Tyrrell, D. A. J., & Parsons, R. (1968). Exposure to cold environment and rhinovirus common cold: Failure to demonstrate effect. The New England Journal of Medicine, 279(15), 742–747