Escudo verde: ¿Por qué los Manglares son clave en la protección costera contra huracanes?

Cuando hablamos de huracanes, hablamos de vientos descomunales y lluvias que no perdonan pero existe algo que no siempre se ve, que está ahí en silencio, aguantando todo el golpe: los manglares.

Los manglares cumplen un papel indispensable en reducir las consecuencias de fenómenos extremos como los huracanes.

Los huracanes son una de las fuerzas naturales más destructivas del planeta y cada año, las comunidades costeras de todo el mundo, enfrentan estos fenómenos que ponen en riesgo la vida humana y que además causan pérdidas millonarias en infraestructura, cultivos y recursos naturales.

En medio de todo este caos, existen ecosistemas que han aprendido a convivir y resistir esas tormentas y uno de ellos son los manglares. Tal vez los has visto en alguna playa tropical. Pero lo que pocos saben es que esos árboles, son en realidad una defensa natural contra el clima extremo.

Tristemente durante muchos años, los manglares fueron talados o rellenados para construir hoteles, carreteras o granjas de camarón. Sin embargo, la ciencia y la experiencia nos han venido enseñando otra cosa: los manglares no solo valen por lo que se ve, valen por todo lo que hacen en silencio.

La protección costera que ofrecen estos ecosistemas no es casualidad, más bien se trata de una serie de funciones biológicas, físicas y ecológicas que hoy conocemos mejor que nunca. Como el reducir la fuerza de las olas o evitar la erosión del suelo.

Una barrera natural hecha para resistir

Cuando un huracán toca tierra, trae consigo oleadas que pueden alcanzar varios metros de altura y al pasar por un bosque de manglar, esa energía se disipa, las olas pierden fuerza y el agua pierde velocidad.

Los manglares tienen sus raíces entrelazadas sobre el agua, como si estuvieran caminando.

De hecho, algunos estudios han demostrado que los manglares pueden reducir hasta en un 66% la energía de una ola en los primeros 100 metros de bosque. Esto significa que mientras más ancha sea la superficie de un manglar entre el mar y una comunidad costera, menor será el impacto directo del oleaje.

México tiene más de 770 mil hectáreas de manglar, siendo uno de los países con mayor superficie en el mundo.

Además, las copas frondosas de los árboles también ayudan a romper la fuerza del viento aunque no detienen un huracán por completo, sí hacen que las ráfagas lleguen con menor fuerza, tierra adentro. En zonas donde los huracanes son comunes, los manglares pueden ser la diferencia entre un daño leve y una catástrofe.

Es importante mencionar que uno de los efectos más comunes durante un huracán es la erosión, ya que el agua arrastra sedimentos, destruye playas y debilita la estructura del suelo. Y es aquí en donde las raíces del manglar hacen su magia, estas raíces no solo frenan el agua, también capturan sedimentos y los fijan en su lugar.

Con el paso del tiempo, esto permite que el suelo se acumule y se eleve lentamente, lo cual es fundamental para afrontar el aumento del nivel del mar. Además, los manglares son capaces de adaptarse y moverse hacia el interior si el mar avanza, lo que les da una capacidad de resiliencia muy superior a otras especies costeras.

Un seguro de vida para las comunidades

Los manglares no se tratan solo de árboles, se trata de vidas humanas y en países como Bangladesh, India, México o Filipinas, las comunidades que viven cerca de manglares tienen menores tasas de mortalidad durante huracanes.

Un solo árbol de mangle puede filtrar hasta 90 litros de agua salada al día.

Y como si eso no fuera suficiente, los manglares ofrecen más beneficios igual de importantes. Son criaderos naturales de peces, crustáceos y moluscos, por lo que sostienen actividades como la pesca artesanal y también almacenan enormes cantidades de carbono en su suelo, ayudando a mitigar el cambio climático.

Cada hectárea de manglar puede almacenar hasta cinco veces más carbono que un bosque tropical

Por si fuera poco, son un imán para el turismo ecológico y un espacio educativo para miles de jóvenes y científicos. Cada hectárea de manglar puede almacenar hasta cinco veces más carbono que un bosque tropical. Así que sí, no solo frenan huracanes, también frenan el calentamiento global.

A pesar de todo esto, más del 35% de los manglares del mundo han desaparecido en las últimas décadas. El desarrollo urbano, la acuacultura intensiva y la deforestación los han puesto contra las cuerdas. Y cuando se van, se siente. La protección natural desaparece, los suelos se erosionan más rápido y las comunidades quedan más expuestas.

Hoy en día existen esfuerzos de restauración en varios países. Plantar manglares es una actividad que se ha vuelto cada vez más común, pero restaurar no es tan fácil como conservar. Un manglar maduro tarda décadas en desarrollarse y alcanzar su máximo potencial de protección. Por eso, la mejor estrategia es no perder los que ya tenemos.

Los manglares no son solo un adorno del paisaje costero, son un sistema de defensa, una guardería de peces, un banco de carbono y un colchón natural frente al desastre. Son, en pocas palabras, ese escudo verde que está aguantando la línea cuando todo lo demás tiembla.