¿Sabías que el "cereal marino" es un superalimento milenario de México? La historia del pueblo Seri y el océano
Existe un alimento que nace en las profundidades del mar, a simple vista podría confundirse con granos de arroz, lleno de historia y nutrientes descubierto por un pueblo del desierto de Sonora.

En medio del desierto de Sonora, justo donde la tierra árida se encuentra con las aguas azules del golfo de California, vive un pueblo que guarda un secreto profundo. Su historia no se mide solo en años, sino en generaciones que han sabido escuchar, observar y aprender del entorno que los rodea.
Entre dunas, matorrales y olas, se han contado relatos que mezclan arena y sal. Y es en ese cruce de mundos donde surge un tesoro especial, casi secreto, con el océano. Para la mayoría, pensar en Sonora es imaginar cactus y un calor. Sin embargo, en este paisaje seco y exigente, late una conexión sorprendente con el mar.
Hace siglos, este pueblo ya conocía la existencia de un alimento que provenía de las aguas cercanas. No se trataba de un pez, ni de un alga, era algo inesperado, diferente a cualquier alimento terrestre. Llegaba con la marea en momentos específicos del año, como si fuera un regalo que solo ellos sabían reconocer.
Hoy en día, ese descubrimiento despertó un interés renovado. Investigadores, chefs y curiosos de distintas partes del mundo miran hacia este rincón del desierto buscando entender cómo es posible que exista algo así. Su atención se centra en el valor nutritivo y en el valor cultural y ambiental que representa.

El pueblo Seri, o Comcaac, ha sido guardián de este conocimiento durante generaciones. Ellos han vivido entre dos mundos: uno seco, de tierra y viento, y otro húmedo, de agua y vida marina. Sin depender de cultivos extensos ni de sistemas agrícolas tradicionales, aprendieron a aprovechar lo que el mar les ofrecía.
El cereal marino: Zostera marina, un superalimento inesperado
La protagonista de esta historia es la Zostera marina, una fanerógama marina, es decir, una planta con flores y semillas que vive debajo del agua, muy diferente de las algas. Es una de las pocas especies que, después de evolucionar en tierra firme, decidió regresar al mar y adaptarse por completo a la vida bajo las olas.
Cada primavera, sus semillas alcanzan la madurez y las corrientes las arrastran suavemente hasta la orilla. Es entonces cuando pueden recolectarse, un momento que para el pueblo Seri tiene un significado especial. Ellos la llaman xnoois, y forma parte de su alimentación y de su calendario cultural.
Este grano ofrece un valor nutricional importante. Investigaciones recientes muestran que, al tostarlo, pierde parte de su contenido de lisina, aunque sigue siendo una excelente fuente de hierro y riboflavina. En ocasiones lo combinaban con semillas de cardón (Pachycereus pringlei), un cactus gigante del desierto sonorense.
La manera tradicional de consumirlo es puro ingenio: este alimento se tuesta, se muele y con esa harina se suelen preparaban tortillas o atoles. Estos alimentos además de nutrir, reflejan un saber ancestral, una forma de transformar lo que el mar entregaba en algo cotidiano y familiar.
Sostenibilidad y futuro: un cultivo marino que restaura el ecosistema
Cultivar este “cereal del mar” es casi como dejar que la naturaleza haga todo el trabajo. No necesita fertilizantes, riego con agua dulce ni grandes infraestructuras; basta con el oleaje del océano para que prospere. Esa simplicidad lo convierte en un cultivo altamente sostenible, capaz de regenerar lo que toca.

Lo describen como un alimento con sabor entre el arroz y la quinoa. Tiene más proteínas y aminoácidos que muchos granos, es rico en vitaminas B y D, libre de gluten y aporta ácidos grasos esenciales. En la cocina puede prepararse como bulgur, cuscús o incluso transformarse en pasta, siempre conservando un matiz marino que lo hace único.
La historia de este grano está llena de curiosidades que hablan de su antigüedad y del ingenio de quienes lo descubrieron. Para los Seri, abril es el “mes cuando la semilla de eelgrass está madura” (xnoois ihaat iizax), un detalle que muestra cómo su calendario cultural estaba íntimamente ligado al ciclo de esta planta.
También sabían adaptarlo a lo que el entorno ofrecía. Cuando lo mezclaban con semillas de cardón, el valor nutricional bajaba un poco debido a la fibra y los antinutrientes, pero seguía siendo una manera inteligente de ampliar su dieta en un ambiente donde cada recurso contaba.
Estas condiciones han tratado de replicarlas en laboratorios marinos, en donde plantaron 3 000 m² de Zostera marina para recuperar praderas perdidas y demostrar que su cultivo puede ser viable a escala moderna. Si se cocina sin cáscara, pierde ese característico sabor a mar; en cambio, con cáscara conserva un toque salino suave que recuerda de dónde viene.
Así, queda claro que esta es una historia que combina naturaleza, cultura y ciencia de una forma grandiosa: un grano nacido en el mar, utilizado por un pueblo que no cultivaba la tierra y que hoy vuelve a la mesa gracias a la investigación y la creatividad gastronómica. Un ejemplo de cómo lo ancestral puede dialogar con lo innovador.
Referencia de la nota
Nutritive value of Zostera marina and Cardon (Pachycereus pringlei) as consumed by the Seri Indians in Sonora Mexico. Published online: 31 Aug 2010. Received 01 Aug 1984, Accepted 08 Apr 1985. Mauro E. Valencia, José L. Atondo & Georgina Hernández.