Video: gigantesca erupción del volcán Hayli Gubbi en Etiopía tras miles de años de inactividad

Tras miles de años de silencio, el volcán Hayli Gubbi, en el norte de Etiopía, despertó. La columna de ceniza se elevó y la lava avanzó sobre un terreno donde no esperaban actividad volcánica.
El estallido los tomó por sorpresa. ¿Y cómo no? Luego de unos 12,000 años dormido, el Hayli Gubbi era más ornamento orográfico que volcán en Etiopía. Entre las áreas remotas del Afar, una de las regiones más activas tectónicamente del planeta, muchos habitantes ni siquiera sabían que existía. Hasta que la columna de cenizas y la lava hicieron su presentación oficial en sociedad.
Entre las imágenes difundidas en internet se muestran fuentes de lava, nubes densas de ceniza y ríos incandescentes avanzando por fisuras abiertas en cuestión de minutos. Mientras se determina si este evento es aislado o forma parte de una reactivación más amplia, la lava fluye con relativa velocidad por el terreno seco y fracturado y pequeños sismos sacuden la zona.
Para el 24 de noviembre, la actividad eruptiva había disminuido, pero la columna de ceniza ha alcanzado alturas extraordinarias. Según el Centro Global de Avisos de Ceniza Volcánica (VAAC), la nube de ceniza se desplazaba a una altitud de 7.6 a 13.7 km hacia el este-nordeste; en niveles de crucero habituales de aeronaves comerciales, por lo que la vigilancia se volvió prioritaria para la aviación regional.
Durante la tarde de ayer, la nube se había transformado en un amplio manto de ceniza que se expandía hacia el este, cubriendo sectores del sur de Pakistán y el nordeste de la India. Este tipo de transporte a larga distancia es típico de erupciones intensas en latitudes bajas, donde los vientos en altura pueden arrastrar el material cientos o miles de kilómetros.
Los reportes preliminares califican la erupción como fisural, típico de sistemas volcánicos dentro del Rift de África Oriental. Pero, ¿qué significa, e implica, esto? Y es que más allá de la ceniza, este tipo de erupción, históricamente, ha marcado el inicio en la formación de nuevos océanos. Y entre incertidumbre y fascinación, la mayor certeza es la necesidad, y lo crucial, de la vigilancia.
¿África se está partiendo en dos?
El volcán Hayli Gubbi se encuentra en el extremo nororiental de Etiopía, dentro del famoso Triángulo de Afar, un área donde confluyen tres placas tectónicas que se separan entre sí: la africana, la somalí y la arábiga. Sin embargo, a diferencia de otros sistemas volcánicos del área, el Hayli Gubbi no registraba actividad eruptiva conocida.
La erupción comenzó de manera abrupta, acompañada por enjambres sísmicos de baja profundidad. Testigos reportaron un resplandor rojizo en el horizonte poco antes de la expulsión vigorosa de ceniza y material incandescente. Los primeros análisis satelitales revelan una anomalía térmica intensa que se extendió rápidamente, indicando apertura de fisuras y emisión sostenida de lava.
Una erupción fisural ocurre cuando el magma asciende a través de fracturas alargadas en la corteza terrestre, y no a través de un cono volcánico central, como ocurre en volcanes "clásicos". Este tipo de volcanismo es característico de regiones donde la corteza terrestre se está estirando y separando, como ocurre en el Rift de África Oriental. Allí, África literalmente se está partiendo en dos.

La placa somalí se mueve lentamente hacia el sureste, mientras la placa nubia (africana) lo hace en dirección contraria. Y en ese proceso de estiramiento, la corteza se adelgaza y se fractura. Las fisuras actúan como conductos naturales, permitiendo que la lava emerja de forma repentina, incluso en volcanes que llevan miles de años dormidos. Mientras, el continente empieza a dividirse.
De fisuras y nuevos océanos
Este tipo de erupciones no solo revelan que el sistema magmático está vivo. Cada grieta que se abre y cada flujo de lava que avanza forman parte de un proceso mucho más grande: la creación de una nueva corteza. Y es el mismo mecanismo que formó Islandia, el Mar Rojo y la dorsal centrooceánica.
Por eso, aunque la actividad eruptiva disminuya, el monitoreo sigue siendo esencial. Las erupciones fisurales pueden reactivarse por segmentos, abrir nuevas grietas o prolongarse en el tiempo según la evolución magmática.
Comprender lo que ocurre ahora en Hayli Gubbi no solo importa para las comunidades cercanas, es una oportunidad de entender cómo se forma un nuevo océano y los procesos de apertura continental. Tal vez, dentro de millones de años, un océano ocupará el lugar donde hoy se levanta el árido paisaje del Afar.
Lo que importa a corto plazo
Sí, las implicaciones geológicas de esta erupción son fascinantes, pero los efectos que realmente importan ahora son los que afectan vidas, movilidad y salud. Aunque Etiopía no suele asociarse con riesgos volcánicos masivos, Afar es una de las regiones más vulnerables del país por su intensa actividad tectónica.
Aunque la región está escasamente poblada, los flujos de lava y la caída de ceniza han obligado a varios asentamientos nómadas a desplazarse por el peligro para su salud. Mientras, se trabaja para evaluar daños en rutas de pastoreo y fuentes de agua, vitales para las comunidades afar (pastores nómadas) que dependen del movimiento estacional para sobrevivir.
La aviación regional también podría verse afectada. Cualquier columna de ceniza sostenida requiere vigilancia constante para evitar rutas peligrosas para aeronaves. Las altitudes elevadas alcanzadas por la nube de cenizas y su desplazamiento, ha puesto en alerta a la aviación regional.
Además, la emisión de gases volcánicos como dióxido de azufre (SO₂) puede llegar a niveles que afecten la calidad del aire en aldeas remotas. La exposición prolongada puede causar irritación ocular, respiratoria y daños en cultivos de subsistencia.
En un paisaje donde la Tierra se abre y respira a escala milenaria, la erupción del Hayli Gubbi recuerda que, aunque duerma, el sistema sigue vivo. Mientras la actividad disminuye y la ceniza se dispersa, lo esencial ahora es el seguimiento cercano y acompañar a las comunidades que conviven, día a día, con un continente que no deja de moverse.