Según los expertos, ¿cómo sería una ciudad hecha para el ser humano y la naturaleza?

Expertos y ciudadanos imaginan una ciudad donde los humanos y la naturaleza prosperen juntos, con propuestas concretas e inspiradoras de la Universidad de Oxford.

Los expertos y los ciudadanos imaginan una ciudad donde los seres humanos y la naturaleza prosperen juntos
Los expertos y los ciudadanos imaginan una ciudad donde los seres humanos y la naturaleza prosperen juntos.

Nuestras ciudades se han convertido en lugares de hormigón, bullicio y consumo, pero también podrían convertirse en lugares de reconciliación entre los humanos y los vivos. La ciudad ideal no es sólo una fantasía, hay que construirla.

La naturaleza sobrevivirá, ¿pero lo haremos nosotros? Nada está garantizado

Actualmente estamos viviendo una crisis ecológica sin precedentes. Sin embargo, muchas soluciones ya están ante nuestros ojos: humedales urbanos, corredores ecológicos, edificios verdes, árboles frutales públicos, ríos de flujo libre... Estos desarrollos mejoran el bienestar humano al tiempo que promueven la biodiversidad. Pero requieren un cambio profundo de perspectiva y, sobre todo, la participación activa de los ciudadanos.

Para Louis de Redon, agrónomo y biólogo, el desafío no es salvar la naturaleza, sino salvar al hombre

Señala que actualmente vivimos la sexta gran crisis de extinción, provocada por la actividad humana y agravada por el cambio climático. La biodiversidad sobrevivirá, con o sin nosotros. Pero no tenemos la garantía de que los humanos seamos parte del viaje si no hacemos un cambio.

Debemos aprender de nuevo a habitar el mundo sin destruirlo. Y comienza en las ciudades, esos epicentros de nuestra forma de vida.

Jurado Ciudadano: democracia ecológica

Este es el objetivo de los jurados ciudadanos para la naturaleza, como el organizado en Oxford en febrero de 2025. Esta brillante idea pretende responder a una pregunta:

¿Cómo pueden las necesidades humanas y las de la naturaleza coexistir de forma sostenible en un espacio urbano?

El método, llamado "Jurado Ciudadano", es simple pero potente: un grupo de ciudadanos, seleccionados al azar, debate durante varios días, guiados por expertos, para proponer recomendaciones concretas. El concepto no es tener especialistas, sino residentes comprometidos.

"Este proceso da voz a quienes nunca son escuchados en las decisiones ambientales", explica Melissa Felipe Cadillo, coordinadora del programa de Biodiversidad y Sociedad de Oxford.

Ideas concretas, nacidas de la escucha

Entre las propuestas planteadas, varias convergen hacia una ciudad más verde, más justa y más inclusiva. A continuación se definen las principales prioridades:

  • Acceso equitativo a la naturaleza: abrir espacios verdes, a menudo privados, como los de las universidades, a los residentes; financiar excursiones educativas a la naturaleza para niños; Crear alianzas entre comunidades y vecindarios para reverdecer áreas abandonadas.
  • Gestión del agua: restaurar ríos urbanos, mejorar la calidad del agua, reparar fugas y utilizar aguas grises para riego, por ejemplo.
  • Integrar seres vivos en las áreas urbanas: adaptar los edificios para acomodar microhábitats (casas para pájaros, vegetación trepadora, etc.), ajustar las prácticas de corte de césped en espacios públicos para promover la biodiversidad y desarrollar corredores ecológicos.

Pero sobre todo causó sensación una idea nueva: nombrar un representante oficial de la naturaleza en el consejo municipal. Un abogado de los vivos, presente en los debates urbanos para defender los intereses de los ecosistemas, como se defienden los de un barrio o los de un grupo social.

Esta idea se hace eco del movimiento internacional por los derechos de la naturaleza, que lucha por el reconocimiento legal de los ríos y los bosques como sujetos de derecho.

Una nueva gobernanza de los vivos

Este modelo de ciudad donde la naturaleza es considerada como un ciudadano, y no como un adorno, está en línea con el pensamiento de expertos como Louis de Redon, biólogo y agrónomo:

El hombre y la naturaleza pueden coexistir pacíficamente, siempre que abandonemos nuestro instinto depredador y nos convirtamos en ciudadanos responsables

Él defiende, que la ley, todavía demasiado conservadora, debe evolucionar para dar más espacio a los vivos en las decisiones políticas.

Los ciudadanos quieren actuar y tienen ideas valiosas cuando confiamos en ellos. Las universidades, en virtud de su posición, pueden desempeñar un papel clave en la construcción de puentes entre el conocimiento científico, las experiencias locales y las decisiones públicas.

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