Congelarse y no morir en el intento: la curiosa estrategia de las ranas de Alaska para sobrevivir al invierno

En la sangre de esta pequeña rana circula un ingrediente fundamental para que pueda permanecer congelada durante los ocho meses de frío intenso.

Ranas, Alaska
La rana del bosque tiene manchas negras en sus ojos, que recuerdan a una máscara. Imagen: Wikimedia Commons- Kristof Zyskowski y Yulia Bereshpolova

Cuando llega el invierno y hay que enfrentar el frío, muchas especies apelan a la estrategia natural de reducir su metabolismo a la mínima expresión, suspender la actividad cerebral y mermar la respiración. Entran en una especie de sueño largo y profundo, que se conoce como hibernación.

Así, en lugares como Alaska, donde el invierno puede llevar las marcas térmicas por debajo de los -42 °C, osos, erizos e incluso otras ranas se retiran a lugares recónditos para pasar los meses más duros.

La mayoría de las ranas hibernan en las profundidades de los lagos, arroyos y estanques, donde permanecen dormidas pero con una temperatura corporal que no baja del punto de congelación.

La congelación puede ser muy peligrosa. Los cristales de hielo que se forman dentro del cuerpo pueden perforar los vasos sanguíneos y dañar las paredes de las células. Además, la sangre congelada no puede transportar oxígeno y nutrientes a los órganos, lo que provoca un daño metabólico fatal.

Pero hay una especie que se luce por su ingeniosa jugada. La rana del bosque, un anfibio de apenas 7,5 centímetros, de piel extremadamente fina, y una peculiar marca negra en los ojos que se parece a una máscara. Es la única rana que vive al norte del Círculo Polar Ártico.

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Esta rana no se oculta en lugares recónditos, sino que reposa tranquilamente entre la hojarasca congelada de los bosques. Y allí altera su fisiología hasta congelarse. Puede permanecer así hasta 8 meses.

El ingrediente oculto en la sangre

¿Cómo lo hace? Científicos de la Universidad de Alaska Fairbanks descubrieron que, cuando comienzan a formarse cristales de hielo en la piel de la rana, su sistema dispara un torrente de adrenalina y llena la sangre de azúcar.

Unos 90 microgramos cada 100 mililitros de sangre, una cantidad 450 veces mayor que la que podría soportar un ser humano.

El azúcar actúa como anticongelante, que protege las paredes celulares. Así, el interior de las células no se congela, pero sí se forma hielo entre las células. Durante varios meses, su cuerpo permanece congelado como un bloque de hielo, incluidos sus ojos.

Cuando aparecen los primeros signos de la primavera y las temperaturas suben, el corazón de las ranas comienza a latir de nuevo, y se inicia la descongelación. Gracias a que no se ocultaron en lo profundo de un lago cubierto de hielo, las ranas se despiertan antes que las demás especies, y están listas para aparearse y poner sus huevos en el estanque más cercano.

Durante la temporada de reproducción, que se inicia en marzo, las hembras ponen entre 1000 y 3000 huevos, que eclosionan de nueve a treinta días después.

La nuevas ranas alcanzan la madurez en uno o dos años, dependiendo del sexo y la población. La vida de cada una de ellas no suele superar los tres años. Por lo que, cada rana sólo pasará dos o a lo sumo tres inviernos en estado de congelación.