Reducir nuestras emisiones de CO2 no será suficiente para regular el clima, ¿qué otras opciones existen?

Descarbonizar, si.... la naturaleza tiene la verdadera solución sin gastar miles de millones. Las soluciones ya están aquí: están vivas, son gratuitas y mucho más poderosas que nuestras tecnologías. Analicemos esto con más detalle.

Reducir nuestras emisiones de CO2 no bastará para regular el clima. Las verdaderas soluciones ya están aquí.
Reducir nuestras emisiones de CO2 no bastará para regular el clima. Ya existen soluciones reales.

A menudo hablamos de "descarbonizar" nuestras economías como si fuera un simple cálculo químico. Contamos toneladas de CO₂, invertimos miles de millones en tecnologías de captura de carbono y soñamos con innovaciones capaces de "reparar" el clima.

No, el clima no es una "máquina"

Pero el clima no es una máquina reguladora: es un sistema vivo, moldeado por las interacciones entre las cinco esferas principales de la Tierra: la atmósfera, la hidrósfera, la criósfera, la litósfera y la biósfera. Estas esferas intercambian constantemente energía, materia e información biológica, formando un todo dinámico e interdependiente.

Los bosques, los océanos, los suelos y los microorganismos son sus reguladores naturales: garantizan la respiración microbiana, la transformación del carbono disuelto, la estabilización térmica y la regulación hidrológica. En otras palabras, son los sistemas vivos, no los dispositivos técnicos, los que mantienen la estabilidad climática global.

Cuando estas funciones ecológicas se ven afectadas, ya sea por la deforestación, la contaminación del suelo o la destrucción de humedales, el clima pierde su capacidad de autorregularse. Incluso si las emisiones de CO₂ disminuyen, el calentamiento puede intensificarse debido a la alteración de los ciclos biológicos de retroalimentación: el carbono se acumula, los océanos se acidifican y el calor se estanca. No se trata solo de cantidad, sino de función.

Soluciones basadas en la naturaleza: un tesoro olvidado

Inventado en 2008, el concepto de soluciones basadas en la naturaleza (SBN), se refiere a acciones para proteger, gestionar de forma sostenible y restaurar ecosistemas capaces de abordar los desafíos climáticos, preservando al mismo tiempo la biodiversidad. Estas soluciones maximizan el almacenamiento de CO₂ en la biomasa o los suelos aprovechando los procesos biológicos existentes.

Los suelos por sí solos representan el 25 % del potencial de almacenamiento natural, una contribución importante a un potencial global estimado en 23 800 millones de toneladas de CO₂eq al año. Esto equivale a casi la mitad de las emisiones antropogénicas globales, estimadas en 53 800 millones de toneladas en 2023. Por lo tanto, proteger el suelo ya significa almacenar carbono sin gastar ni un solo mil millones.

Pero nuestro modelo económico a menudo hace lo contrario: degrada estos entornos. En el hemisferio norte, la conversión de turberas en tierras agrícolas liberó 40,000 millones de toneladas de carbono entre 1750 y 2010. Estos ecosistemas, aunque son verdaderas reservas de carbono, tardan décadas en recuperar su función natural una vez destruidos.

Restaurando la vida: Una economía con sentido común

La belleza de las soluciones basadas en la naturaleza reside en su simplicidad. No requieren tecnologías sofisticadas, sino un cambio de perspectiva: se trata de dejar que la naturaleza haga su trabajo. Restaurar un bosque, rehidratar una turbera, revitalizar el suelo: todo esto implica reactivar procesos biológicos milenarios.

En Oxford, un mapa global enumera más de 150 proyectos de restauración exitosos, desde la reforestación hasta los manglares. En la región del Jura francés, las turberas se han rehabilitado con éxito, recuperando su capacidad de secuestrar carbono y regular el microclima local. En zonas urbanas, algunos proyectos están experimentando con el uso de biocarbón y plantas fijadoras de nitrógeno para restaurar la función del suelo como sumidero de carbono.

Estos enfoques no son gratuitos en términos de tiempo —la restauración ecológica a veces puede llevar años—, pero sí lo son en términos de energía: los ciclos naturales funcionan.

Las tecnologías de captura de carbono, por muy prometedoras que sean, no regulan el carbono. Simplemente lo almacenan temporalmente. Los ecosistemas, en cambio, lo regulan de forma sostenible: transforman, disipan y estabilizan los flujos de energía. Esta es la verdadera transición.

Reactivar las funciones ecológicas: el único camino sostenible

El verdadero reto no es reducir las emisiones a toda costa, sino reactivar las funciones ecológicas desactivadas. Complejizar los entornos, rediversificar los suelos y restaurar los microbiomas marinos y terrestres: estas son las verdaderas soluciones climáticas. La estabilidad climática reside en la estratificación biológica, la coherencia trófica y la resiliencia de los ecosistemas.

Los científicos nos recuerdan: las soluciones climáticas son, ante todo, biológicas, territoriales y funcionales.

No son sustituibles ni reproducibles tecnológicamente. Sin embargo, el dinero público a menudo sigue financiando infraestructuras "verdes" que destruyen los reguladores de la vida en lugar de fortalecerlos.

Reducir las emisiones sigue siendo vital, por supuesto, pero sin reactivar los ciclos de la vida, la descarbonización seguirá siendo una ilusión industrial. No es necesario reinventar la naturaleza: simplemente hay que respetarla, protegerla y volver a colocarla en el centro de nuestras políticas climáticas. El día que comprendamos que el clima se trata con organismos vivos, no con hormigón, finalmente habremos cambiado nuestro paradigma.

Referencia de la noticia

Jassey, V. (2025, avril 29). CO₂ : « Les solutions fondées sur la nature existent déjà et ne coûtent rien. »