El arbusto que cura y decora: conoce todo sobre el chilcuague o raíz de oro de México
Un arbusto único del centro de México, una pequeña planta de flores amarillas que decora el paisaje y que esconde en sus raíces un potente remedio herbal utilizado durante siglos.

En el corazón de México, entre montañas y paisajes semi secos, existe un arbusto con un significado especial. Se trata del chilcuague, conocido científicamente como Heliopsis longipes. A primera vista podría parecer una planta silvestre, con flores amarillas que parecen margaritas, pero en realidad es un tesoro botánico lleno de sorpresas.
Esta planta es conocida con diversos nombres, en algunos lugares la conocen como raíz de oro, chilcuas, chilcuán, chilquahuitl, pero el más conocido es el nombre "chilcuague" que deriva del náhuatl "chilmecatl" el cual significa "hilo de chile" o "mecate de chile". Esta ha sido utilizada por generaciones como remedio herbal para aliviar malestares.
Curiosamente, el mismo arbusto que decora los senderos, es el que se mastica para aliviar el dolor de muelas o para dar sabor a bebidas tradicionales. Los relatos populares han indicado que es una especie que realmente cura una variedad de problemas, desde infecciones hasta picaduras de insectos.
Este arbusto crece de manera natural en la Sierra Gorda de Querétaro, México.A pesar de su tamaño pequeño, tiene un sistema de raíces abundante que le da uno de sus nombres más pintorescos: chile de mecate, o “chile de cuerda”.

No es raro que en distintas regiones también se le conozca como raíz de oro por el tono amarillo de su raíz seca y su valor medicinal, o incluso como pelitre en algunos mercados locales. A pesar de ser silvestre, en tiempos recientes el chilcuas ha empezado a cultivarse en huertos y jardines urbanos, debido a la demanda de sus raíces.
Propiedades medicinales y usos tradicionales
El chilcuague se ganó a pulso el apodo de “arbusto que cura” y con razón. Desde hace generaciones, la gente del campo descubrió que un pedacito de su raíz podía aliviar molestias en cuestión de minutos. Al morderla, sientes un picor intenso, luego llega un hormigueo que te adormece la boca.
Esa sensación es tan característica que en muchos mercados lo llaman “hierba de la muela”, porque calma el dolor de dientes como por arte de magia. No era raro que las abuelas siempre tuvieran un pedacito guardado para esos dolores repentinos.
Dentro de su raíz vive un compuesto llamado afinina, el responsable del sabor picoso y de ese efecto adormecedor. Y lo impresionante es, que no solo quita el dolor, también tiene propiedades antibióticas, antifúngicas y antiinflamatorias. Por eso lo usaban para infecciones de garganta, faringitis y hasta para curar hongos en la piel o en las uñas.
Incluso cuando a los bebés les salían los dientes, se les daba un trocito para calmar la molestia. Y si alguien sufría la picadura de un insecto, se machacaba la raíz y se ponía sobre la piel para bajar la hinchazón.
Masticar chilcuague provoca que generes muchísima saliva, y eso también es bueno: limpia la boca, ayuda a cicatrizar llagas y hasta equilibra la acidez del estómago. Por eso hay quien lo usa para combatir el reflujo, y como si fuera poco, también tiene acción desparasitante y funciona como insecticida natural.
Valor ornamental y cultivo del chilcuague
Durante la temporada seca o al inicio de las lluvias se llena de botones florales que atraen polinizadores como abejas y mariposas. Por eso, en muchos hogares se plantaba cerca de la entrada, ya que era la farmacia natural y al mismo tiempo, un adorno único.
Cultivarlo en casa no es complicado si le das lo que necesita, como buena planta de la sierra, se adapta mejor a los suelos que mantienen una buena filtración, con respecto a la luz, el sol es su mejor amigo, así que colócala en un lugar donde reciba buena cantidad de luz solar.
Su fama la había puesto en riesgo, pues durante muchos años se cosecho sin control y estuvo a punto de desaparecer en su hábitat natural. Hoy, gracias a proyectos comunitarios y cultivos orgánicos, es posible conseguir chilcuague sin afectar los ecosistemas. Si quieres tener uno, asegúrate de obtenerlo de productores confiables y evita arrancar plantas silvestres.
Con un buen espacio y el cariño adecuado, el chilcuague dará color a tu Edén y también se convertirá en tu botiquín natural al alcance de la mano; ideal para patios rocosos o jardines secos combinando con otras especies resistentes. Imagina tener en casa una planta que cura dolores, ahuyenta insectos y, además, alegra la vista.
Esta especie ha sido por generaciones un aliado en la salud y compañero en la decoración. Hoy, la ciencia respalda lo que la tradición ya sabía: que su raíz está llena de compuestos que alivian y protegen. Cada vez que veas sus flores amarillas, recuerda que detrás de esa belleza, hay siglos de conocimiento y un regalo que conecta al jardín con la historia.