INOCREP: Biofertilizante BUAP duplica cosechas, reduce 50% químicos y resiste sequía ¡Patente de 2da generación!

La agricultura está viviendo una revolución silenciosa desde los laboratorios mexicanos, hoy existe una tecnología desarrollada por investigadores poblanos que está cambiando la forma en que crecen nuestros cultivos.

Investigadores de la BUAP impulsando el futuro agrícola del país con innovación hecha en México. (Foto extraída de la pagina oficial de la BUAP)

La agricultura siempre ha sido una mezcla entre conocimiento ancestral y ciencia moderna y en los últimos años, esta combinación ha dado giros inesperados, sobre todo cuando hablamos de producir más con menos, no se trata sólo de rendimiento, sino de sobrevivir a un escenario donde el clima es cada vez más extremo.

Ahí es donde entran los biofertilizantes de nueva generación, esas herramientas biotecnológicas que buscan que nuestras plantas rindan al máximo sin lastimar la tierra. En México, donde el maíz no sólo es cultivo sino identidad, las necesidades son todavía más grandes.

Un productor promedio de maíz obtiene entre 3 y 5 toneladas por hectárea, dependiendo de la zona y el manejo. Ahora imagina llegar a 17 toneladas, casi cuadruplicando la producción sin usar fertilizantes químico sin medida. Ese salto no nació de la improvisación ni del azar.

Nació de un proyecto académico mexicano que lleva más de una década de investigación detrás. Estamos hablando de Inocrep, una tecnología creada en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

El maíz en México puede perder hasta 40 por ciento de rendimiento por estrés hídrico en etapas críticas.

La parte más interesante de este avance es que combina varias líneas de investigación: microbiología, biotecnología, escalamiento industrial y certificación sanitaria, todo en un mismo paquete, pero el objetivo final es uno muy simple, ayudar al agricultor a obtener más, gastando menos y cuidando su suelo.

La historia del camino científico y su uso en campo

Todo arrancó por allá en 2008, cuando el equipo investigador comenzó a evaluar 120 cepas microbianas para encontrar las candidatas ideales, tras años de trabajo y pruebas, terminaron seleccionando sólo seis bacterias compatibles, que no solo conviven sino que trabajan en equipo, algo que en microbiología no es tan fácil como suena.

No es un simple biofertilizante; es un inoculante microbiano de segunda generación, algo que a nivel mundial sigue siendo tan nuevo que prácticamente no hay competidores directos.

Para 2016, el proyecto ya tenía su patente oficial, la única en el mundo en su categoría. Después vino el paso industrial: se montaron biorreactores, se creó la spin-off MicroBST Yoliza y empezó el camino hacia la producción comercial. Hoy ya se están cerrando procesos con COFEPRIS y cumpliendo estándares como ISO 9000 e ISO 17025.

La biotecnología mexicana que está rompiéndola en el campo

Inocrep no es un fertilizante común; es una mezcla viva formada por seis bacterias benéficas que trabajan juntas, eso lo convierte en un inoculante microbiano de segunda generación, diseñado para potenciar el crecimiento, defender las raíces y hacer que las plantas aguanten estrés como sequía o salinidad.

El secreto de su éxito está en la diversidad: cada bacteria cumple un rol distinto y todas conviven sin eliminarse entre sí. Entre las especies están Azospirillum brasilense, Pseudomonas putida, Gluconoacetobacter diazotrophicus y otras que fijan nitrógeno, solubilizan fósforo, estimulan hormonas vegetales y bloquean patógenos.

Lo interesante aquí es que todas operan juntas y en altas concentraciones, lo cual no es fácil de lograr, por eso hablamos de segunda generación. El resultado más sonado fue en maíz: mientras un lote sin inoculante dio 4 toneladas por hectárea, el que usó Inocrep llegó a 17 toneladas.

Cómo actúa y qué beneficios tiene

Este inoculante se adhiere a la semilla desde el inicio y conforme germina, coloniza la raíz creando un escudo microbiológico natural. Esa comunidad de bacterias empieza a trabajar de inmediato, aumentando la disponibilidad de nutrientes en el suelo y en la rizósfera para que la planta los absorba mejor.

Al mismo tiempo, estimulan el crecimiento de raíces más largas y ramificadas lo que permite que la planta explore más suelo y tenga acceso a más agua y minerales. Estas bacterias activan las defensas naturales del cultivo, algo así como si la planta estuviera entrenando su sistema inmunológico de forma anticipada.

Un gramo de suelo sano puede contener hasta un billón de microorganismos.

También mejoran la absorción de agua al favorecer el desarrollo radicular y la estructura del suelo, y bloquean microorganismos patógenos que podrían causar enfermedades, desplazándolos antes de que tomen ventaja. Cuando el suelo empieza a secarse, la planta no se viene abajo tan fácil.

¿La razón? Tiene raíces más profundas y microorganismos que ayudan a modular el estrés hídrico, evitando que la planta entre en modo “pánico fisiológico”. Esto es esencial en un país donde la lluvia anda cada vez más caprichosa y los periodos secos se sienten como visita incómoda que no se va.

Ahora, hablando de beneficios para quien siembra, la primera ventaja es obvia: mayor rendimiento pero no es lo único que se nota, también se logra una reducción del 50 por ciento en el uso de fertilizantes químicos, lo que significa menos gasto y menos daño al suelo a largo plazo.

Tips prácticos para aplicarlo

Los microorganismos son aliados, pero necesitan un entorno que no los mate de entrada, un suelo con buena aireación y materia orgánica va a responder mucho mejor. Si eres productor y piensas usar un inoculante así, toma en cuenta esto:

  • No lo mezcles con agua clorada
  • Evita exponerlo a sol directo
  • Aplica en semilla o en raíces en trasplante
  • Mantén buen manejo de humedad
  • No esperes magia si el suelo está compactado

Este proyecto trae ciencia, trae resultados, trae historia y trae pasión mexicana. Son datos, ciclos sembrados y muchas de horas de laboratorio. ¿Falta más camino? Sí. ¿Hay que seguir probando y afinando? También. Pero lo que ya se vio es fuerte y sólido.

Si podemos producir más, gastar menos y mantener vivo el suelo, vale totalmente la pena voltearlo a ver. A veces lo más moderno nos regresa a lo más natural, y estos microbios siguen demostrando que, bien usados, son de los mejores aliados del agricultor.