La NOAA avisa: el Pacífico ecuatorial comenzará a calentarse pronto y podría dar paso al fenómeno de El Niño en 2026

A pesar del reciente enfriamiento, el Pacífico ecuatorial ya muestra signos de calentamiento. Este escenario reduce las posibilidades de que se registre un evento de La Niña y aumenta la probabilidad de que se produzca un fenómeno de El Niño en 2026.

Las anomalías en la temperatura de la superficie del mar el 17 de diciembre de 2025 muestran el enfriamiento temporal del Pacífico ecuatorial. Créditos: NOAA.

No todo enfriamiento del Pacífico equivale a un fenómeno de La Niña. Para que el fenómeno sea clasificado oficialmente, los criterios internacionales exigen cinco trimestres móviles consecutivos (lo que representa unos 7 meses) con anomalías negativas persistentes en la temperatura de la superficie del mar (TSM) en la región de monitoreo denominada Niño -3.4.

Aunque la NOAA, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos, ha declarado La Niña por segunda vez en 2025, es poco probable que este fenómeno pase a los anales de la historia, al igual que ocurrió con el supuesto fenómeno de 2024/2025.

Esto se debe a que, tal y como ha anticipado el equipo de expertos de Meteored, el enfriamiento actual tiende a ser nuevamente pasajero. El océano Pacífico, de hecho, ya comienza a mostrar signos consistentes de calentamiento, lo que abre paso a un nuevo escenario: la transición hacia un posible El Niño a lo largo de 2026. A continuación, analizamos las condiciones actuales del Pacífico y las perspectivas para el próximo año.

¿Cuáles son las condiciones actuales del Océano Pacífico?

Desde el final del último El Niño, en mayo de 2024, el sistema climático del Pacífico tropical permanece en condiciones de neutralidad, aunque con un sesgo frío temporal. Esto se evidencia en el cuadro siguiente, que muestra el registro histórico de los episodios fríos (La Niña, en azul) y cálidos (El Niño, en rojo) según la NOAA.

Los estudios indican que este tipo de enfriamiento débil y de corta duración no siempre produce impactos consistentes en los patrones globales de temperatura y precipitación.

Episodios fríos (La Niña, en azul) y cálidos (El Niño, en rojo) por estación en las últimas décadas (desde 2010). Créditos: CPC/NOAA.

Indicadores como el SOI (Índice de Oscilación del Sur, el componente atmosférico del ENOS) y algunas anomalías de lluvia, utilizados para justificar la clasificación de La Niña, reflejan en realidad la interacción de fenómenos de otras escalas climáticas, como el Dipolo del Océano Índico y la Oscilación Madden-Julian, y no una respuesta típica de La Niña.

El último boletín de la NOAA afirma que se dan las condiciones de La Niña, con una anomalía de la TSM de -0,7 °C en la región del Niño 3.4 durante la última semana, pero apunta a una probabilidad del 68 % de que se produzca una transición hacia la neutralidad en el trimestre enero-febrero-marzo.

Es importante destacar que esta probabilidad incorpora la evaluación subjetiva de los meteorólogos de la NOAA. Además, aunque la "neutralidad" solo se establezca en febrero, el período total de enfriamiento sumaría unos cinco meses, lo que es insuficiente para caracterizar oficialmente un evento de La Niña.

¿Qué dicen los modelos?

La previsión del conjunto de modelos del IRI (Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima y la Sociedad), con la ronda iniciada en noviembre, se muestra en el gráfico siguiente. Se observa que la media de los modelos estadísticos (línea verde más gruesa), de hecho, proyecta que el umbral de neutralidad se alcanzará en el trimestre enero-febrero-marzo.

Previsión de los modelos ENSO, noviembre de 2025. Créditos: CPC/NOAA/IRI.

Sin embargo, el promedio de los modelos dinámicos (línea rosa más gruesa), que tienen en cuenta la física del sistema climático y no solo las condiciones pasadas, prevén que la "neutralidad" se alcanzará aún en el trimestre diciembre-enero-febrero. Cabe recordar que, desde septiembre, el IRI ha eliminado el modelo dinámico del ECMWF de su conjunto.

Este gráfico también muestra que, a partir del segundo semestre, entre mediados de julio y agosto-septiembre, se dan las condiciones para que el índice alcance niveles de El Niño, con al menos 0,5 °C por encima de la media en la región del Niño 3.4.

Previsión de anomalías de TSM del modelo CFSv2 de la NOAA, para la región de monitoreo Niño 3.4. Créditos: CPC/NOAA.

Si se tiene en cuenta únicamente la última ronda del modelo CFSv2, de la propia NOAA, la transición a un evento cálido podría producirse incluso antes, entre los trimestres de mayo, junio y julio (gráfico superior).

¿Cuáles son los impactos de El Niño en otras zonas del mundo?

Los estudios demuestran que los modelos climáticos, especialmente los dinámicos, son más eficaces para predecir El Niño que La Niña, cuyas proyecciones suelen presentar enormes incertidumbres. Aunque aún es pronto para afirmar que habrá un El Niño el año que viene, las señales de calentamiento del Pacífico son claras.

Los fenómenos de El Niño suelen estar asociados a temperaturas globales y regionales superiores a la media, lo que aumenta la frecuencia y la intensidad de las olas de calor en diversas regiones del mundo.

Efectos globales de los episodios de El Niño, donde seco se refiere a precipitaciones por debajo de la media, húmedo a precipitaciones por encima de la media y cálido a temperaturas por encima de la media. Créditos: CPC/NOAA.

Este escenario es especialmente preocupante porque, incluso con el actual enfriamiento temporal del Pacífico, Copernicus, el servicio europeo de cambio climático, ya prevé que 2025 será el segundo año más caluroso de la historia mundial, con posibilidades de superar a 2023.