El "cementerio" de ropa usada en el desierto de Atacama

Son piezas inexplicablemente abandonadas en medio del desierto. Es ropa desechada por Estados Unidos, Europa y Asia, enviada a Chile para ser revendida. De las 59,000 toneladas que se importan cada año, una gran parte no se vende y, por tanto, acaba en la basura.

Monataña de basura en Atacama
Unas 59 mil toneladas de ropa de segunda mano aterrizan anualmente en el desierto de Atacama en Chile, formando una insólita montaña en el horizonte. Fuente: Exame

Una "montaña" de ropa que ya nadie quiere, esta extrañamente el horizonte en Atacama, el desierto más árido del mundo, que sufre cada vez más la contaminación creada por el fast fashion.

El país de Chile, se volvió tristemente el patio trasero lleno de basura de ropa desechada hecha principalmente en China o Bangladesh y pasando por Europa, Asia y Estados Unidos. Alrededor de 59 mil toneladas de ropa llegan cada año al puerto de Iquique, en la Zona Franca de Alto Hospicio, al norte de Chile.

Los comerciantes de ropa en la capital, Santiago, compran algunas, mientras que otras pasan de contrabando a otros países latinoamericanos. Pero al menos 39 mil toneladas que no se pueden vender acaban en vertederos en el desierto.

El mercado de la ropa usada

Camiones cargados con montones de ropa usada entran y salen de la Zona Franca de Iquique, más conocida como Zofri, en el norte de Chile. Este paraíso de las compras alberga un inmenso parque industrial donde operan y venden sus productos libres de impuestos más de mil empresas.

Su ubicación estratégica convierte a la zona en un importante centro comercial para otros países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Perú y Bolivia. Aquí se ubican al menos 50 importadores, que reciben diariamente decenas de toneladas de repuestos de segunda mano, que luego se distribuyen por todo Chile para su reventa. El negocio es enorme y completamente legal.

Una crisis ambiental

La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo, después de la industria petrolera. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es responsable del 8% de los gases de efecto invernadero y del 20% del desperdicio de agua en el mundo. Se necesitan alrededor de 7,500 litros de agua para producir una pieza de jeans.

Además, gran parte de la ropa está rellena de poliéster, un tipo de resina plástica derivada del petróleo que ofrece grandes ventajas frente al algodón: es más económico, pesa menos y se seca rápidamente. El problema es que tarda 200 años en desintegrarse mientras que el algodón tarda 2 años y medio.

Y en el desierto de Atacama la mayoría de las piezas están cargadas de poliéster y con el tiempo la ropa se desgasta y libera microplásticos que van a parar a la atmósfera afectando fuertemente a la fauna marina o terrestre del entorno.

Basurero abierto; Vertedero
Según un estudio de la ONU de 2019, la producción de ropa en el mundo se duplicó entre 2000 y 2014, lo que demuestra que es una industria "responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel mundial".

Otro aspecto que preocupa a las autoridades son los incendios que se producen anualmente en grandes basureros ilegales, que normalmente duran entre 2 y 10 días. Según la Secretaría de Medio Ambiente de la Región de Tarapacá, este humo puede causar enfermedades cardiorrespiratorias en los pobladores de las zonas cercanas a los basureros, que viven en casas improvisadas muy degradadas.

¿Existen soluciones?

El problema de la vestimenta en el desierto de Atacama no es nuevo. Los residuos textiles se acumulan en este icónico lugar desde hace 15 años, pero ahora el problema ha alcanzado proporciones gigantescas, afectando 300 hectáreas (unas 420 canchas de fútbol) en la región, según la Secretaría de Medio Ambiente de Tarapacá.

contai

La solución, sin embargo, no es sencilla. Hasta el momento, existen dos planes: un programa para erradicar los basureros clandestinos y la incorporación de ropa usada a la Ley de Responsabilidad Ampliada del Productor, que establece obligaciones para las empresas importadoras.

Sin embargo, aún faltan pasos importantes para la puesta en práctica de los planes: en el caso de los primeros, se requiere la aprobación del gobernador regional y, en el caso de los segundos, aún falta la elaboración del decreto reglamentario.