La guerra ocasiona gran contaminación ambiental

La contaminación causada por actividades militares, como el desarrollo de sistemas y pruebas de armas, o bien durante los ataques bélicos y batallas, requieren de una consideración seria para evitar contribuir al deterioro gradual del medio ambiente y, en particular, de la calidad y la temperatura del aire.

Guerra Nuclear; contaminación del aire
Proteger a los civiles primero requiere que protejamos el medio ambiente del que dependen

A pesar de que miles de investigaciones de diferentes ramas de la ciencia atmosférica, han descubierto cuales son las principales causas de la contaminación mundial durante años, algunos mandatarios gubernamentales en distintos países no muestran interés y empatía sobre el tema. Particularmente, la falta de conciencia ambiental contribuye directamente en la actual crisis climática a nivel mundial.

La guerra y actividad bélica, como se sabe gracias a la historia mundial y evolución humana, son acciones nocivas que contribuyen con daño ambiental que tiene implicaciones para las personas, así como para los ecosistemas.

¿Cómo los conflictos armados dañan el medio ambiente? Además de los productos químicos involucrados en la actividad bélica, la descarga incontrolada de grandes cantidades de calor debe considerarse seriamente, ya que parece acumularse, lo que influye en las líneas de corriente del flujo de aire y su distribución y, por lo tanto, en el sistema natural del planeta.

Así como una intensa erupción volcánica, que destruye y contamina todo a su paso, las actividades militarizadas son incluso peores, pues tienden a durar mucho más tiempo y no solo contaminan el aire, si no que degradan los suelos, exterminan la vegetación, infectan los cuerpos de agua, además de, extenderse notoriamente sobre terreno.

El impacto ambiental de las guerras comienza mucho antes que ellas

La organización Conflict and Environment Observatory (CEOBS), señala en uno de sus informes que, construir y mantener fuerzas militares consume grandes cantidades de recursos. Estos pueden ser metales comunes o elementos de tierras raras, agua o hidrocarburos. Mantener la preparación militar significa entrenar, y el entrenamiento consume recursos.

Mientras que, vehículos militares, las aeronaves, los buques, los edificios y la infraestructura requieren energía y, en la mayoría de los casos, esa energía es petróleo y la eficiencia energética es baja. Las emisiones de CO2 de los ejércitos más grandes son mayores que las de muchos de los países del mundo combinados.

Los militares también necesitan grandes áreas de tierra y mar, ya sea para bases e instalaciones, o para pruebas y entrenamiento. Se cree que las tierras militares cubren entre el 1 y el 6 % de la superficie terrestre mundial. En muchos casos, estas son áreas ecológicamente importantes.

Si bien la exclusión del desarrollo público de estas áreas puede beneficiar la biodiversidad, rara vez se discute la cuestión de si podrían gestionarse mejor como áreas protegidas civiles. El entrenamiento militar crea emisiones, perturba los hábitats terrestres y marinos, y crea contaminación química y acústica por el uso de armas, aeronaves y vehículos.

La guerra debería de ser en contra de la crisis climática

Los altos niveles de gasto militar desvían recursos de la solución de problemas ambientales y del desarrollo sostenible. Las tensiones internacionales avivadas por los altos niveles de gasto militar también reducen las oportunidades de cooperación internacional en las amenazas ambientales globales, como el calentamiento global.

Los conflictos civiles y a gran escala, requieren y consumen grandes cantidades de combustible, lo que genera emisiones masivas de CO2 y contribuye al cambio climático. Mientras que, los movimientos de vehículos a gran escala provocan daños generalizados en hábitats sensibles y la geodiversidad, al igual que el uso de artefactos explosivos. Además, el uso de armas explosivas en áreas urbanas genera escombros, que contaminan el aire y el suelo.

Qayyarah, en el norte de Irak, las columnas tóxicas de los pozos de petróleo en llamas amenazaban la salud humana y el medio ambiente. Los incendios fueron iniciados por el Estado Islámico como parte de una política de tierra arrasada y ardieron durante meses. Crédito: CEOBS

La deforestación a menudo aumenta durante los conflictos. Gran parte del tiempo esto se debe a la sobreexplotación por parte de las comunidades que de repente dependen de la madera y el carbón como combustible y calefacción. Pero también son producto de bandas armadas o criminales que se aprovechan del colapso de los sistemas de gestión.

Si ignoramos el medio ambiente antes, durante y después de las actividades bélicas, no sólo perderemos oportunidades para fomentar la recuperación sostenible, sino que también podemos estar preparando estados para futuras guerras pero ahora por recursos como el aire y agua.