¿Cómo suena el cosmos? La NASA transforma la luz de un agujero negro en sonido por primera vez (escúchalo)
Con observaciones de telescopios espaciales, la NASA publicó recientemente tres nuevas piezas de sonido cósmico asociadas con los miembros más densos y oscuros de nuestro Universo: los agujeros negros.

Como si fuera una gran sala de conciertos de la época barroca, el Universo abre sus puertas a nuevas sinfonías, que deleitan a propios y extraños desde lo más recóndito del espacio y el tiempo, y no, no nos referimos al nuevo antro de moda, sino a lo que vemos en las noches oscuras, cuando alzamos la mirada.
Motivados por sonificaciones previas de imágenes astronómicas, el Centro de Rayos X Chandra (CXC), el Centro Marshall para Vuelos Espaciales de la NASA y el programa Universo de Aprendizaje de la NASA, que pertenece al programa de Activación Científica de la NASA, crearon estas melodías cósmicas.
Una sonificación básicamente es una traducción de datos astronómicos a sonido, capturados por telescopios espaciales de la NASA, como el Observatorio de rayos X Chandra, el Telescopio Espacial James Webb y el Explorador de Polarimetría de Rayos X (IXPE).
Y qué mejor que sonificar los entes más misteriosos del Cosmos, los agujeros negros, objetos que cambian, se transforman y evolucionan a cada momento. Para esto, se necesitó la ayuda de expertos como la científica Kimberly Arcand, el astrofísico Matt Russo y el músico Andrew Santaguida de SYSTEM Sounds.

Sinfonía Burakkuhōru núm. 3 opus 370 en Do mayor
WR 124: Allegro
Cual sonata de tres movimientos, el primero empieza como lo haría un preludio dedicado al posible nacimiento de un agujero negro, posterior a la enorme explosión de supernova de la estrella Wolf Rayet WR124, luego de que expulse dramáticamente sus capas creando un cuadro espectacular.
Captada por el Webb, ubicada a los nada despreciables 28,000 años luz de distancia, la estrella variable nos asombra con sus sonidos de flautas y campanas, iniciando su dulce melodía desde el centro donde se encuentra el núcleo caliente, hasta las orillas de su influencia gravitacional.
Mientras el escaneo se va alejando del centro, las fuentes de rayos X van sonando como arpas. En este punto, las fuentes obtenidas por el Webb, suenan metálicas cual campanas del justicio, apagando poco a poco ese grito inicial que proviene de la luz central y que va muriendo conforme se aleja.
En la parte final de este movimiento entran en juego datos adicionales de tres telescopios, el telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA), el telescopio espacial Spitzer (retirado) y el Wide Image Survey Explorer (WISE) (retirado), ambos de la NASA, que suenan a los acordes de una guitarra sideral.
SS 433: Adagio
En el segundo movimiento de esta sinfonía, los oyentes pueden disfrutar de algo poco común, un sistema binario, que, ubicado a unos 18,000 años luz nos emociona con su danza orbital mientras genera ondulaciones en el tejido espacio-tiempo en forma de rayos X.
Este canto es provocado por las ondas gravitacionales formadas por la pareja de SS 433, una de las cuales es una estrella como nuestro Sol que orbita alrededor de su compañera mucho más pesada, no sabemos si es una estrella de neutrones o, lo más probable, un agujero negro.

Sintonizados en la misma frecuencia, como lo haría una orquesta sinfónica, los telescopios Chandra, IXPE y XMM-Newton de la ESA, captan las notas de rayos X, ondas de radio e infrarrojos para proporcionar un telón de fondo para este vals celestial mientras que la nebulosa en ondas de radio asemeja a un ser mitológico a la deriva,
El barrido, de derecha a izquierda, nos empieza dando los tonos más altos pertenecientes a los rayos X, mientras que los tonos medios y bajos provienen de la luz infrarroja y ondas de radio respectivamente. La danza orbital de la pareja y demás compañeras suenan como gotas de agua en medio de este océano estelar.
Centauro A: Finale
El tercer y último movimiento de este opus celestial culmina con una galaxia distante conocida como Cen A, aunque no deben engañarnos sus 12 millones de años luz de distancia pues en su centro vive un enorme agujero negro que emite un chorro que atraviesa toda la galaxia y que la convierte en el AGN más cercano conocido.

El escáner gira en el sentido de las agujas del reloj desde la parte superior de la imagen, detectando los rayos X de Chandra, reproduciendolos como campanas de catedral en una nota llena de historia. La luz de rayos X de IXPE se percibe como un continuo de frecuencias, recordándonos un sonido similar al del viento.
Los datos de luz visible del telescopio MPG del Observatorio Europeo Austral nos muestran una vista de las estrellas de la galaxia, que, representadas como instrumentos de cuerda, nos hacen rememorar aquel Concerto n.º 4 en fa menor, Op. 8, RV 297, «L'inverno» de Vivaldi y sus estremecedores violines.
Si bien, todo esto se realiza con sintetizadores y transposiciones de imágenes a audio y, nunca podremos oir de esa forma el sonido de los agujeros negros, basta cerrar los ojos e imaginar, mientras escuchamos estas melodías, que viajamos allende las estrellas en pos de los sonidos de la creación… del Universo, por supuesto.