Descubren el 'fantasma' de una colisión cósmica en el cúmulo de Perseo

Un nuevo estudio detecta restos de una colisión galáctica en Perseo. Gracias a lentes gravitacionales y simulaciones, se revela un antiguo evento que transformó su estructura interna.

Ondas del Cúmulo de Perseo. Crédito de la imagen: NASA, CXC, GSFC, Stephen Walker, et al.

Durante décadas, se pensó que Perseo era un sistema galáctico estable, sin rastros de eventos violentos recientes. Su forma simétrica, el gas caliente en equilibrio y la presencia de un flujo de enfriamiento indicaban calma cósmica. Sin embargo, ciertos detalles contaban otra historia.

Astrónomos notaron estructuras extrañas: gas desplazado hacia un lado, una distribución de galaxias alargada y enormes frentes fríos que se extienden por cientos de miles de años luz. Estos indicios, aunque sutiles, apuntaban a un evento violento oculto en su pasado.

A pesar de múltiples estudios, nunca se había detectado una segunda masa lo suficientemente significativa como para explicar tales alteraciones. Eso mantenía abierta la incógnita: ¿Perseo había sufrido una colisión galáctica importante sin dejar rastro aparente?

Una reciente investigación, en la que se combinaron imágenes obtenidas del telescopio Subaru y técnicas de lente gravitacional débil, resolvió el misterio. Finalmente, se identificó la masa que faltaba dentro del cúmulo y, con ella, la huella invisible de una antigua fusión cósmica.

Materia oscura en el cúmulo de Perseo. Crédito: HyeongHan et al.

Un visitante fantasma al oeste

El nuevo análisis reveló una concentración de masa oscura centrada en NGC 1264, una galaxia espiral ubicada a 430 kiloparsecs del núcleo principal. Esta estructura secundaria es la clave para entender las anomalías observadas en el sistema.

Un parsec: es la distancia a la cual una Unidad Astronómica (distancia Tierra - Sol), genera una apertura de un segundo de arco, vista desde nuestra posición. Equivale a 3.262 años luz, por lo que un kiloparsec son 3,262 años luz.

Con un peso estimado en 170 billones de veces la masa del Sol, esta subestructura cumple con el perfil de un antiguo cúmulo menor que interactuó de forma dinámica con el principal. Su detección fue posible gracias a las distorsiones que genera en la luz de galaxias más lejanas, conocidas como lente gravitacional.

Además, entre ambas regiones se identificó un “puente de masa”, una delgada franja gravitacional que une el núcleo principal con su acompañante y que se piensa que es de materia oscura. Su existencia confirma que ambos objetos interactuaron de forma intensa en el pasado.

La alineación de galaxias, el patrón de velocidades y la forma del gas caliente encajan con este modelo. Todo sugiere que la colisión no fue frontal, sino con un leve ángulo, lo cual generó las estructuras observadas sin destruir completamente al visitante.

Simulaciones que reviven el pasado

Para confirmar esta hipótesis, los investigadores usaron simulaciones numéricas que modelan la evolución de dos cúmulos al colisionar. Se ajustaron parámetros como velocidad inicial, masas relativas e inclinación del encuentro para que al correrla, se obtuvieran parametros similares a los observados.

El modelo más compatible mostró una fusión ocurrida hace 5 mil 500 millones de años. El objeto intruso sobrevivió a múltiples pasadas a través del centro principal, generando frentes de gas frío y acumulando materia entre ambos núcleos.

Estructuras encontradas en el cúmulo de Pereo. Crédito: HyeongHan et al.

Las imágenes generadas por estas simulaciones coinciden notablemente con las observaciones actuales: un frente frío a 700 kiloparsecs, una masa secundaria aún visible, y un puente con una densidad similar a la estimada por el lente gravitacional.

Estos resultados descartan la idea de que el visitante se haya desintegrado completamente. También explican por qué la región central del sistema parece tan calmada y sin interacciones, a pesar de haber sido escenario de una colisión cósmica de alto impacto.

Consecuencias invisibles pero duraderas

Este hallazgo no sólo resuelve un misterio astronómico, también abre una ventana para estudiar fenómenos difíciles de observar, como el comportamiento de la materia oscura durante colisiones a gran escala y las interacciones entre galaxias aparentemente desconectadas.

Uno de los elementos más intrigantes son los frentes fríos, esas capas de gas denso que parecen resistir el paso del tiempo. Se cree que los campos magnéticos desempeñan un papel esencial en su conservación durante miles de millones de años y debido a estos los podemos apreciar hoy en día.

Al comprender mejor cómo se forman y mantienen estas estructuras, los científicos pueden estimar la intensidad del magnetismo cósmico y refinar modelos sobre la evolución de cúmulos galácticos.

Gracias a este trabajo, Perseo deja de ser un cúmulo sin historia y hoy podemos entender cómo suceden las interacciones en el escenario de un evento antiguo y titánico, cuyas cicatrices, apenas visibles, revelan la violencia escondida del Universo.