El astrónomo de Tacubaya que descubrió las “fuentes de la vida” estelar: los objetos Herbig-Haro

Un astrónomo mexicano fue clave para comprender el nacimiento de las estrellas, identificó nubes brillantes llamadas objetos Herbig-Haro, que revelan los intensos chorros de materia expulsados por estrellas recién nacidas.

Guillermo Haro Barraza. Crédito: Gaceta UNAM.

Desde que en 1948, Guillermo Haro tomó las riendas del Observatorio Nacional de Tacubaya, trabajó durante años para unirlo con el Observatorio de Tonantzintla, creando un equipo más fuerte y, con su liderazgo impulsó la astronomía mexicana hacia una nueva etapa.

Bajo su dirección nacieron proyectos que cambiaron el rumbo de la ciencia en México, como el observatorio de San Pedro Mártir y un telescopio óptico de un metro. Herramientas que permitieron que más investigadores exploraran el cielo con tecnología moderna y ambiciosa.

Haro entendió que la Óptica y la Electrónica serían claves para el futuro de la astronomía, por eso transformó Tonantzintla en un centro multidisciplinario capaz de enfrentar nuevos retos científicos, ayudando a que México se mantuviera al día con los avances astronómicos internacionales.

En 1971, esa visión se volvió realidad con la creación del INAOE mediante decreto presidencial en el que Haro fue su primer director y quien reunió a especialistas talentosos para formar equipos sólidos. Su capacidad para inspirar a otros impulsó el crecimiento científico del país durante décadas.

Edificio del Telescopio de 2.1 del OAGH. Crédito: INAOE.

En 1973 impulsó un proyecto de instrumentación muy ambicioso con el diseño de un espejo de 2.12 metros destinado al Observatorio Guillermo Haro en Sonora, con el cual colocó a México y su astronomía en un nivel muy alto a nivel internacional.

Los objetos Herbig-Haro

A principios de los años cincuenta, Guillermo Haro y George Herbig descubrieron, por separado, unas misteriosas nebulosas relacionadas con estrellas recién nacidas. En 1952, Haro describió las cercanas a NGC 1999, ayudando a definir esta nueva clase de objetos que hoy llevan ambos apellidos.

Los objetos son pequeñas nubes de gas brillante que aparecen donde nacen estrellas y que se forman cuando una estrella muy joven lanza chorros de materia a gran velocidad. Su brillo revela la intensa actividad que ocurre mientras el astro intenta estabilizarse en sus primeras etapas.

Una estrella recién formada, aún escondida por el polvo, expulsa gas a velocidades impresionantes que pueden alcanzar cientos de miles de kilómetros por hora. Estos chorros chocan con el gas cercano y producen ondas de choque muy energéticas, parecidas a la estela que deja un barco al avanzar.

Las ondas de choque calientan el gas de la nube original hasta temperaturas extremas, superiores a los 93,000 grados Celsius. Este gas, sobrecalentado, emite luz visible compuesta por distintos elementos, permitiendo observar su forma y comportamiento con gran detalle.

Espejos del nacimiento estelar

Son como pistas que permiten estudiar las primeras etapas de vida de una estrella y funcionan como señales indirectas que muestran cómo la materia cae sobre la estrella en formación y cómo parte de ella es expulsada mediante potentes chorros de gas.

Observaciones detalladas, como las del objeto HH-2 captado por el Telescopio Espacial Hubble, ofrecen una mirada única a estos procesos y su estudio permite imaginar fenómenos parecidos a los que ocurrieron cuando el Sol y el Sistema Solar se formaron hace miles de millones de años.

Imagen del HST que muestra una nube de gas calentada por el nacimiento de una nueva estrella, denominada objeto Herbig-Haro n.º 2 (HH-2). Crédito: NASA.

La energía de estos chorros proviene de la materia que cae hacia la estrella y libera energía gravitatoria. Analizar sus características ayuda a entender el entorno físico de la estrella joven y a construir modelos más precisos sobre su evolución temprana y su actividad interna.

Al medir la extensión y movimiento de los flujos gigantes, que pueden alcanzar un pársec o más, los astrónomos reconstruyen la historia de expulsión de materia de la estrella, lo que permite inferir cómo ha acumulado masa a lo largo del tiempo y comprender mejor su crecimiento.

Flujos gigantes

Muchos chorros alcanzan tamaños enormes, superando ampliamente la nube donde nacen. Algunos sistemas, como HH 111, pueden extenderse casi ocho pársecs, ofreciendo un registro natural de la actividad de la estrella durante miles de años y mostrando su evolución con el tiempo.

Estos flujos gigantes funcionan como huellas cósmicas que revelan cómo cambian las protoestrellas. La presencia de choques separados indica variaciones en la velocidad de expulsión, lo que sugiere que la estrella atraviesa episodios de actividad más intensa en distintos momentos de su desarrollo.

Los flujos también influyen en su entorno, inyectando energía y movimiento en el medio interestelar, al atravesar y salir de sus nubes de origen, pueden contribuir a mantener la turbulencia observada en las nubes moleculares, afectando la dinámica del gas galáctico.

Estudialos permite analizar fenómenos de choque y dinámica de fluidos en escenarios naturales imposibles de recrear en laboratorio. Su complejidad y variedad impulsan a los astrónomos a desarrollar modelos cada vez más detallados para comprender mejor el inicio de la vida estelar y, por qué no, también la nuestra.