¿El calentamiento global provocará realmente una explosión de enfermedades transmitidas por mosquitos y ratas?
Calentamiento global y zoonosis: mosquitos, roedores, murciélagos...La ciencia revela una realidad más compleja de lo que creemos.
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Una zoonosis es una enfermedad causada por un virus, bacteria o parásito que puede transmitirse de animales a humanos, y en ocasiones viceversa. La transmisión puede ser directa (contacto con un animal), indirecta (agua, suelo, excrementos), alimentaria (productos contaminados) o a través de un vector, como mosquitos o garrapatas. La rabia, la leptospirosis, la salmonelosis, la enfermedad de Lyme y el virus del Nilo Occidental son ejemplos bien conocidos.
Estas enfermedades afectan a casi todos los sistemas principales del cuerpo humano: digestivo, respiratorio, nervioso y hepático. Algunas causan síntomas graves, mientras que otras pasan desapercibidas en el animal infectado. Las personas inmunodeprimidas, los niños pequeños, los ancianos y las mujeres embarazadas son los más vulnerables.
Clima y zoonosis: una relación real, pero no automática
El cambio climático está alterando profundamente los ecosistemas: desplazamiento de especies, transformación del hábitat, pérdida de biodiversidad y mayor contacto entre humanos y animales salvajes. Estos trastornos crean nuevas oportunidades para la propagación de patógenos, lo que alimenta el temor a un futuro más inestable para la salud pública.
Pero la ciencia exige matices. De las 816 zoonosis conocidas en humanos, solo el 6 % se ha estudiado en relación directa con el clima. La temperatura es el factor mejor documentado: tiene casi el doble de probabilidades de aumentar el riesgo de zoonosis que de reducirlo, pero las respuestas varían según la región, la especie animal y el contexto ecológico. No existe una regla universal, solo equilibrios frágiles.
Cuando el calor promueve la transmisión, también la dificulta
El ejemplo de la peste ilustra esta complejidad. Esta zoonosis bacteriana circula entre roedores y pulgas. Un clima más cálido puede favorecer inicialmente la proliferación de roedores y acelerar el desarrollo de pulgas, lo que aumenta el riesgo de transmisión a los humanos.
Sin embargo, a partir de cierto umbral de temperatura, las condiciones biológicas que permiten que las pulgas se vuelvan infecciosas se deterioran. La transmisión disminuye, lo que demuestra que la relación entre el clima y la zoonosis no es lineal. Un clima más cálido no implica necesariamente mayor peligro, y cada sistema biológico tiene sus propios límites.
Roedores: campeones de la adaptación, un gran desafío para la salud
Entre las especies más favorecidas por el cambio climático, los roedores ocupan un lugar central. Las ratas y los ratones se adaptan rápidamente, se reproducen con rapidez y aprovechan los entornos degradados. Otoños más cálidos, inviernos más suaves y primaveras tempranas permiten hasta tres camadas adicionales al año. Un solo ratón puede producir de 50 a 100 crías al año, lo que provoca un crecimiento poblacional exponencial.
Esta proliferación tiene consecuencias directas para la salud. Los roedores son reservorios de numerosas zoonosis: leptospirosis, hantavirus, salmonelosis, toxoplasmosis y peste. Las inundaciones, la deforestación y la rápida urbanización facilitan su migración a nuevos territorios.
En Hawái, las ratas amenazan actualmente a las aves nativas, mientras que, en Australia la rata negra (Melomys rubicola) ha perdido el 97 % de su hábitat debido al aumento del nivel del mar, lo que nos recuerda que la adaptación no es universal.
Mosquitos, desincronización de la vida y riesgos emergentes
Los mosquitos ilustran otro efecto del clima en las zoonosis. Los inviernos más cortos prolongan su temporada activa, lo que facilita la transmisión de virus. Sin embargo, las lluvias extremas también pueden destruir sus zonas de reproducción, lo que a veces genera efectos climáticos contradictorios.
En términos más generales, el cambio climático está desincronizando los ciclos naturales: ausencia de depredadores, huéspedes debilitados por el estrés climático y ciclos biológicos alterados. Estas alteraciones desestabilizan las cadenas alimentarias y promueven el establecimiento de vectores de enfermedades zoonóticas en regiones previamente no afectadas.
Una emergencia científica y colectiva
El cambio climático no es un desencadenante de epidemias, sino un amplificador de desequilibrios. Los riesgos de zoonosis aumentan localmente, dependiendo de la biodiversidad, el uso del suelo, la vigilancia sanitaria y la capacidad de adaptación de las sociedades humanas..
Por ello, organizaciones como la ANSES desempeñan un papel fundamental, desarrollando herramientas para detectar, monitorear y evaluar riesgos, y apoyando un enfoque de "Una Salud" que vincula la salud humana, la salud animal y la salud de los ecosistemas. Frenar el cambio climático sigue siendo la medida más eficaz hoy en día para limitar futuras zoonosis y, conjuntamente, preservar el equilibrio de la vida.
Referencias de la noticia
Climate change will affect diseases in widespread and varied ways, Ashworth, J. (2025, 12 décembre), Natural History Museum.
Les zoonoses : quand les animaux contaminent les humains, Agence Nationale de Sécurité Sanitaire de l’Alimentation, de l’Environnement et du Travail. (août 2025).