Estos son los animales que mejor soportan las altas temperaturas: hasta 50 °C y sin beber ni una gota toda una vida

¿Hasta 50 °C y semanas sin beber? Para estos animales, es solo otro domingo en el desierto. En tiempos de adaptación, hablemos de calor y evolución.

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En estado salvaje, el dromedario habitaba regiones áridas, incluido el desierto del Sáhara.

Calor. Esa sensación sofocante que se te pega al cuerpo como una segunda piel y te hace sudar hasta la sombra. Ese inquilino que no pide permiso para quedarse y que, últimamente, se ha vuelto un visitante más recurrente. Y es que la última década ha sido la más cálida jamás registrada y el 2024 rompió récords a nivel mundial.

La crisis climática no es solo un problema científico, sino una cuestión social donde la adaptación es clave para reducir los riesgos y evitar que la crisis se convierta en un escenario de Sálvese quien pueda.

El calentamiento global sigue imponiendo el mismo estribillo: más calor, más intenso, más frecuente. Ahora, Macarena, el cuerpo pide alegría... pero a base de agua como cosa buena. Y con el cambio climático y el calorón llegan los extremos: más sequía, mayor probabilidad de olas de calor; más alegría Macarena... más alegría.

Y el cuerpo humano, al igual que muchos seres vivos, lucha por no deshidratarse, por enfriarse, por aclimatarse y resistir golpes de calor. Las ciudades hierven, los cultivos se marchitan y hasta los ventiladores parece que se rinden. Urge tomar conciencia, y buscar cómo adaptarnos mejor a esta faceta climática que nos sofoca disparando el termómetro.

¿Lo impresionante? La naturaleza, en su sabiduría infinita, ha sabido evolucionar y dar especies asombrosas que no sobreviven al calor extremo, lo dominan. Presentando al único y verdadero Team Calor: los que pasan semanas sin beber agua, soportando temperaturas elevadísimas, y lo hacen con elegancia.

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En muchas regiones, el agua escasea, los cuerpos se deshidratan más rápido, y la vida —vegetal, animal— entra en una carrera de resistencia.

Resiliencia en mar de arena

El desierto: cuna de la resistencia evolutiva. Tremendo calor y venga arena por todos lados. Vivir en un ecosistema donde el agua escasea, el calor del día abrasa y las noches congelan, exige un nivel de adaptación que raya en la genialidad biológica.

Las adaptaciones de algunos animales al calor extremo son resultado de millones de años de evolución.

Al ritmo de la evolución, estas especies se han adaptado a ambientes áridos y temperaturas extremas durante unos 10 millones de años. Bueno... quizás a algunas "solo" les tomó de 3 a 5 millones. Pero a la naturaleza le toma su tiempo el tema evolutivo, y refinar especies no se logra de un día para otro.

Caminantes del desierto

Con una sola joroba y largas pestañas, el dromedario es, sin duda, el ícono del desierto. Con un diseño exclusivo, puede soportar temperaturas de hasta 50 °C durante el día y pasar más de 10 días sin beber una sola gota de agua.

Pierde hasta un 30 % de su peso corporal por deshidratación sin colapsar, y cuando encuentra agua, puede beber más de 100 litros en solo minutos. En su joroba, contrario a lo que muchos piensan, no almacena agua, sino grasa. Ese depósito energético le permite obtener calorías sin aumentar su temperatura interna.

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Pese a su forma bípeda y saltos similares, la rata canguro y los canguros solo están lejanamente emparentados.

Mini estrategas de la arena

Pequeña y nocturna, de saltos largos y muy resistente. La rata canguro vive en los desiertos del suroeste de Estados Unidos y el norte de México, donde las temperaturas pueden superar los 45 °C y no beben agua. Nunca. Toda su vida sin probar ni una sola gota.

Los riñones de la rata canguro son por lo menos cuatro veces más eficientes en la retención de agua y la excreción de sal que los de los humanos

Obtiene el agua que necesita del proceso metabólico de las semillas que consume, principalmente de gramíneas y leguminosas. Sus riñones son tan eficientes que eliminan muy poca agua. Su orina se parece en textura a la miel, y sus heces son muy secas. Con madrigueras bien frescas, sobreviven sin agua con una táctica refinada.

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Extinguido en libertad en los 70, el órix fue reintroducido en los 80 y hoy mantiene una población estable, aunque vulnerable en Arabia y Omán.

El antílope que no suda

De andar sereno y con cuernos rectos que parecen lanzas, el órix de Arabia es uno de los grandes prodigios del desierto. Nativo de las regiones áridas de la Península Arábiga, puede mantener su cuerpo activo a temperaturas de hasta 46 °C, durante semanas, sin necesidad de beber agua directamente.

Tiene un sistema de enfriamiento interno muy preciso: antes de que la sangre caliente llegue a su cerebro, pasa por una red de vasos que la enfrían. Además, reduce su actividad durante el día, y si es necesario, sube su temperatura corporal para no sudar, evitando pérdidas innecesarias de agua.

Y aquí va el bonus meteorológico: el órix detecta lluvias a más de 80 kilómetros de distancia. Como lo lees, el radar natural del desierto es blanco y de antenas negras y alargadas, y sabe encontrar el agua antes de que los demás siquiera la huelan.

Menciones honoríficas: los que aguantan, pero haciendo trampa

También hay quienes sobreviven al calor extremo entrando en pausa. La rana del desierto australiano se entierra hasta un metro bajo tierra, se envuelve en su propia piel y entra en un estado de estivación. Puede pasar hasta cinco años sin beber, sin comer, sin moverse, esperando el regreso de la lluvia.

¿Y si te dijera que hay un bicho que ha sobrevivido al espacio, a radiación letal, a temperaturas de hasta 150 °C, al vacío, a la desecación total y luego ha vuelto como si nada? El tardígrado, u oso de agua, es casi invisible y al parecer casi indestructible. En condiciones extremas entra en criptobiosis, un estado en el que detiene su metabolismo durante décadas enteras.

Pero ¡OJO! Ellos tardaron millones de años en convertirse en obras maestras de la evolución. Resultados de una historia de resiliencia escrita con calma. El problema del calentamiento global actual es que va demasiado rápido. Las temperaturas suben más rápido de lo que cualquier especie puede adaptarse y desaparecen hábitats que son fuentes de alimento, sombra y agua.