Lluvia, calor y humedad extrema: cómo entender el estado del tiempo de la Selva Lacandona para no arruinar tu aventura

Entre neblinas, lluvias y un calor que parece respirar contigo, cada día es una experiencia sensorial. Antes de lanzarte a la aventura, descubre cómo la naturaleza marca el ritmo en la Selva Lacandona.

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Las aguas turquesas del río Santo Domingo en la Selva Lacandona y su salto de ensueño en la cascada Las Nubes.

Amanece y el verde denso contiene el aliento, expectante, mientras la quietud se resiste a la algarabía de monos y al canto de aves. La selva despierta en neblina, y los primeros rayos solares atraviesan su velo gris para jugar con las sombras. El aire ya se palpa denso, tibio, casi líquido. La humedad condensada se desliza entre las hojas, y la tierra huele a vida... y a petricor.

La Selva Lacandona es una vasta selva tropical en Chiapas, México, conocida por su gran biodiversidad, que incluye especies emblemáticas como el jaguar y el tapir, y por ser hogar del pueblo indígena lacandón y otras comunidades mayas.

Así despierta el corazón húmedo de Chiapas, el pulmón verde de México: la Selva Lacandona. Con cerca de 1,8 millones de hectáreas, es la selva tropical más grande de México, extendiéndose por el sureste del país. Su nombre se debe al pueblo lacandón, descendiente de los mayas, que habita en la región. Aunque actualmente, también es hogar de comunidades tzeltales, choles y tsotsiles.

Cuna y refugio de una vasta cantidad de especies de flora y fauna, alberga cerca del 20 % de toda la biodiversidad mexicana, en tan solo el 0.16 % del territorio nacional. Incluye 1.500 especies de árboles, el 33 % de todas las aves mexicanas y especies como el jaguar, el tapir, el pecarí de labios blancos, el mono araña, el mono aullador negro y la última población silvestre de guacamaya roja.

Tierra que fue —y sigue siendo— una de las regiones más sagradas y simbólicas para la civilización maya: la "casa de los dioses", el "lugar del nacimiento de los ríos". Forma parte de la red hídrica más extensa del país y es la mayor fuente de agua dulce de México, donde se originan ríos como el Usumacinta —el más caudaloso del país—, Lacantún y Tzendales.

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Amanecer sobre la Selva Lacandona, cuna de ríos y espejos turquesa entre el verde infinito de Chiapas.

Pero además del verde, el turquesa de sus aguas y la ecología, en la Selva Lacandona, el clima es una experiencia inmersiva única, digna de los mayores espíritus aventureros. Atrévete a explorar su corazón en las Reservas de la Biosfera Montes Azules y Lacantún, pero antes, entiende que aquí el calor es selva y la lluvia, ritual.

Sentir el clima en la piel

El clima de la Selva Lacandona es cálido y extremadamente húmedo, con una marcada, y por demás extensa, temporada de lluvias. Podemos dividirlo en dos temporadas a lo largo del año:

  • Temporada Húmeda: De junio a diciembre, con la mayor parte de las lluvias entre el verano y el otoño. Las lluvias son abundantes, superando los 2,000 mm anuales, lo que puede resultar en terrenos fangosos y ríos crecidos, afectando la accesibilidad de algunos caminos y actividades.
  • Temporada Seca: Es relativamente corta, de marzo a mayo. Aunque se le llama "seca", sigue habiendo algo de precipitación, pero en menor cantidad que el resto del año.

    La temperatura media mensual ronda los 23.6 °C, con poca variación
    estacional (±2 °C). Y las máximas pueden llegar a 32–34 °C en mayo, antes de las lluvias. Ah, pero el mayor desafío aquí no es la temperatura que marca el termómetro. Aquí domina la sensación térmica: la temperatura que percibe el cuerpo al combinar el calor real con el viento, la humedad y la radiación solar.

    Durante todo el año, la humedad es muy alta, alrededor del 88 % durante la temporada de lluvias y cerca del 77 % en la temporada "seca" (nótese el sarcasmo ambiental entre comillas). Esto hace que el ambiente se sienta muy pesado y bochornoso, y a menudo hay una sensación como de vapor constante, sobre todo al amanecer o tras la lluvia.

    A lo largo del día, la sensación térmica suele alcanzar entre 37 y 42 °C por la combinación de humedad (85–90 %) y baja ventilación.

    Porque aquí el calor no se mide con mercurio, se respira y se siente en la piel. Durante el día, la sensación térmica puede alcanzar de 37 a 42 °C, por la combinación de humedad y baja ventilación, pudiendo llegar a 45 °C en mayo. En la noche, el termómetro desciende a unos 22–24 °C, pero la humedad sigue muy alta, y el aire continúa percibiéndose tibio y pegajoso.

    Preparación y Adaptación

    Para disfrutar de la Selva Lacandona, la clave es Preparación y Adaptación. ¡Planifícate! Para la mayoría de las actividades turísticas, la mejor época es la temporada seca o el invierno (noviembre a febrero). Cuando las temperaturas son más agradables y las lluvias son menos frecuentes, es ideal para el senderismo y la exploración de sitios arqueológicos como Bonampak y Yaxchilán.

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    Vista de la Gran Plaza y la acrópolis de Bonampak, testimonio del vínculo ancestral entre selva, naturaleza y cultura maya.

    Si viajas en temporada húmeda, prepara un equipo adecuado para la lluvia intensa. En esta época la selva está en su máximo esplendor y los ríos y cascadas son espectaculares, paisajes dignos de selfies y fotografías de ensueño natural. Pero la logística puede ser más complicada. Caminos fangosos, ríos crecidos y lluvias repentinas pueden formar parte del paquete turístico.

    Aquí te va el checklist para disfrutar de forma responsable de todo lo que tiene para ofrecerte la Selva Lacandona:

    • Ropa adecuada: usa prendas ligeras, de secado rápido y colores claros (ayudan a sobrellevar el calor y a detectar insectos). Evita el algodón pesado, tarda en secarse.
    • Calzado esencial: lleva botas o zapatos impermeables de senderismo; el barro será tu compañero constante. Un par de sandalias o zapatos ligeros para descansar también es buena idea.
    • Repelente de insectos: este será tu mejor aliado. Aplícalo con frecuencia y considera tomar complejo B unos días antes del viaje; ayuda a disminuir las picaduras.
    • Protección contra la lluvia: un impermeable ligero pero efectivo es indispensable, incluso en la temporada “seca”.
    • Protección solar: aunque el follaje ofrece abundante sombra, lleva bloqueador y sombrero para las zonas abiertas.
    • Hidratación constante: bebe agua con frecuencia para contrarrestar la deshidratación provocada por el calor y la humedad.
    • Respeto al entorno (practica el ecoturismo): recuerda que estás de visita en un ecosistema vivo. No dejes basura, no extraigas plantas ni molestes a los animales. En las Reservas de la Biosfera habitan especies en peligro de extinción y comunidades que dependen de la selva.

    Lo más importante, mantén el espíritu de aventura. Acepta que el clima es parte de la experiencia. La lluvia, el calor y la humedad hacen posible este ecosistema de increíble biodiversidad. Mantén una actitud flexible y disfruta del entorno único.

    Y no olvides que eres visitante, no dueño. Entra con respeto, no rompas lo que te invita a admirar.

    Referencias de la noticia

    La Selva Lacandona, una joya de megadiversidad. 2021. Dirección General de Divulgación de a Ciencia y Facultad de Ciencias de la UNAM.