Almacenamiento de CO₂: ¿la protección del clima en riesgo?

Para algunos, almacenar CO₂, que es perjudicial para el clima, bajo tierra es un instrumento prometedor en la lucha contra el cambio climático. Para otros, el proceso plantea muchos peligros potenciales.

CCS
Oportunidades y riesgos de la captura y almacenamiento de carbono

CCS significa captura y almacenamiento de carbono. Se trata de un proceso en el que el dióxido de carbono (CO₂) procedente de los procesos de producción y combustión o del aire, se comprime en lugares de almacenamiento subterráneos en la tierra o en el fondo del mar, evitando así emisiones a la atmósfera.

¿Cómo funciona exactamente la CCS?

El CO₂ se produce inevitablemente como producto de reacción en algunos procesos químicos, como en la producción de cemento, acero o vidrio y en la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles. Debe ser "capturado" utilizando tecnologías CCS inmediatamente después de su creación. La Agencia Federal de Medio Ambiente considera realista una reducción de hasta el 85 por ciento en condiciones ideales, además de que también se podrían “absorber” mayores cantidades de CO₂ de la atmósfera.

En ambos casos, el CO₂ se almacenaría bajo tierra.

¿Dónde se podría almacenar el CO₂?

En principio, el almacenamiento puede realizarse tanto bajo el fondo marino como en capas profundas de roca en tierra. Las posibles ubicaciones para la CCS incluyen, por ejemplo, antiguos depósitos de gas natural o petróleo o capas de rocas porosas que contienen agua salada.

Los defensores de la CCS parten de que con el tiempo el CO₂ quedará suficientemente fijado en la roca y, por tanto, ya no saldrá a la superficie.

Ventajas del procedimiento.

Menos CO₂ en la atmósfera significa menos calentamiento global. El aumento de la concentración de gases de efecto invernadero está alimentando el cambio climático. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) también asume que las tecnologías de eliminación de CO2 son necesarias para las emisiones residuales que son difíciles de reducir.

Riesgos potenciales del procedimiento.

El almacenamiento subterráneo de CO₂ a gran escala conlleva algunas incertidumbres técnicas y geológicas. Los lugares de almacenamiento deben permanecer estables e intactos durante largos periodos de tiempo sin que el gas se escape en grandes cantidades de forma descontrolada ante posibles grietas o defectos.

Posibles erupciones de gas también podrían desestabilizar todo el subsuelo. En caso de fugas o de una unión incompleta del CO₂ en la roca submarina, también existe el riesgo de que el gas flote hacia arriba y reaccione con el agua salada para formar ácido carbónico, lo que podría alterar el equilibrio químico importante para el medio marino, que incluye animales y plantas. La Agencia Federal de Medio Ambiente confirma los riesgos conocidos de la CCS.

Varias asociaciones de protección del clima y del medio ambiente temen que la CCS pueda convertirse indirectamente en un programa de estímulo económico oculto para los proveedores de energía fósil.

Incluso las empresas industriales que no inviertan lo suficiente en la conversión a procesos con bajas emisiones de CO₂ tendrían un método de absolución con la CCS. O dicho de otro modo: si el CO₂ resultante se elimina de forma segura, se puede seguir generando durante la producción.

CSC: una pequeña pieza del rompecabezas para reducir nuestras emisiones

Los científicos ambientales y climáticos enfatizan que la CCS no debe verse como una coartada para poner fin a una reducción decisiva y dinámica de las emisiones globales de CO₂. El potencial reductor de la CCS es bastante bajo. Klaus Wallmann, del Centro Geomar Helmholtz de Investigación Oceánica declaró: "Estamos hablando de alrededor del 5 por ciento de las emisiones actuales en Alemania". Wallman continúa: “La evitación viene antes que la CCS”. Como parte del proyecto GEOSTOR, él y su equipo están investigando el almacenamiento de CO2.

¿Qué países ya están utilizando CSC?

Dinamarca lanzó en 2023 el proyecto piloto Greensand en el Mar del Norte, en el que el CO₂ se entrega inicialmente en forma licuada en un camión cisterna y luego se bombea bajo tierra. De aquí a 2030, debería haber espacio para hasta ocho millones de toneladas de CO₂ al año bajo el lecho marino. El proyecto Snøhvit en Noruega también está muy avanzado. Desde 2008, se han almacenado casi cinco millones de toneladas de CO₂ en el quinto yacimiento de gas más grande del país.

Amplia alianza contra el almacenamiento de CO₂

Una alianza de once asociaciones medioambientales e iniciativas ciudadanas se opone a la separación y almacenamiento de CO₂ y critica muy claramente al gobierno federal. La alianza, que incluye a BUND, Greenpeace, German Environmental Aid y la Asociación Federal de Iniciativas Ciudadanas para la Protección del Medio Ambiente (BBU), advierte sobre "daños climáticos y ambientales de gran alcance".

La alianza considera que los niveles sin cambios de emisiones de gases de efecto invernadero son el verdadero trasfondo de los planes. La CCS es “una medida que prolonga la vida de los procesos de producción que dañan el clima, porque las centrales eléctricas y muchas industrias continuarían utilizando petróleo y gas durante décadas con la opción CCS.

Los efectos sobre la naturaleza y las personas también se consideran un riesgo desconocido de la CSC. El almacenamiento en tierra podría poner en peligro nuestra agua potable e impactar o destruir los paisajes naturales. Por ejemplo, una instalación de almacenamiento final de CO₂ en el Mar del Norte pondría en peligro el sitio del Patrimonio Mundial del Mar de Wadden.

Si ocurriera una fuga, el área alrededor de la fuga se acidificaría y la biodiversidad disminuiría. Pero en comparación con los 35 millones de toneladas de CO2 que el Mar del Norte absorbe cada año y que, por lo tanto, en general se acidifica, el almacenamiento planificado actualmente es insignificante. Sin embargo, los partidarios del almacenamiento de CSC en Alemania temen que fracase debido a los costes. Almacenar una tonelada de CO2 con CSC cuesta actualmente el doble que el precio de emisión.


No está injustificado centrarse en seguir reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. La CCS debería limitarse a aquellos sectores para los que actualmente no existe otra alternativa. Por ejemplo, no se puede producir cemento sin liberar CO2.

CCS seguirá siendo un tema controvertido que nos acompañará y ocupará durante los próximos años y décadas.