¿Qué relación existe entre la Semana Santa con algunos eventos astronómicos?

A punto de iniciar la Semana Mayor, te decimos cómo se calculan las fechas de acuerdo con la astronomía. Además el tiempo libre de estos días puede ser aprovechado para admirar nuestros cielos de noche.

Tres cruces y un cielo dramático. Crédito: Getty images

La Semana Santa, esa conmemoración anual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, tiene una relación intrínseca con los cielos, no en un sentido teológico, sino en uno puramente astronómico.

La fecha de la Semana Santa se determina por un sistema conocido como computus, que es el cálculo matemático para determinar el calendario de la Pascua, y está íntimamente ligado a los ciclos de la Luna.

Para entender esto, debemos remontarnos a los primeros siglos del cristianismo, cuando se estableció que la Pascua se celebraría el primer domingo después de la primera luna llena que ocurriera en o después del equinoccio de primavera, que se consideraba el 21 de marzo.

Debemos recordar que el equinoccio es un punto de inflexión en el año cuando el día y la noche tienen aproximadamente la misma duración, marcando el comienzo de la primavera astronómica en el hemisferio norte.

Pintura al fresco del Concilio de Nicea. Crédito Wiki Commons

La Luna y la inclinación planetaria

El ciclo lunar que se sigue para determinar esta luna llena es el ciclo metónico, nombrado así por Metón de Atenas, quien descubrió que un período de 19 años solares (o 235 lunaciones) es casi exactamente igual a 6940 días.

El astrónomo griego, lo describió de manera precisa alrededor del 432 a.C., aunque parece que ya era conocido en Mesopotamia desde el siglo VI a.C. y se utilizaba para predecir eclipses.

Este ciclo se utiliza para predecir las fases de la Luna con gran precisión y es la base para calcular la fecha de la Pascua. Es un período de 19 años solares que se alinea casi exactamente con 235 meses sinódicos (lunares). Después de 19 años, las mismas fechas del año corresponden con las mismas fases de la Luna.

Sin embargo, la astronomía moderna nos dice que el equinoccio de primavera puede variar entre el 19 y el 21 de marzo y que la luna llena puede no coincidir exactamente con la luna llena astronómica. Esto se debe a que el calendario eclesiástico sigue una luna llena “eclesiástica”, que es una fecha fija basada en tablas y no necesariamente en la observación directa de la Luna.

El cálculo de la Pascua

En la práctica, el ciclo metónico se usa para mantener sincronizados los calendarios basados en la Luna con el año solar. Por ejemplo, en un calendario lunisolar típico, la mayoría de los años tienen 12 meses lunares, pero para mantener el calendario alineado con las estaciones, se agregan 7 meses intercalares durante el ciclo de 19 años.

Esto asegura que las festividades y eventos que dependen de la fase lunar, como la Pascua, caigan en la misma época del año solar tras año. Con el ciclo metónico se puede calcular la fecha en la que se celebra la festividad cristiana.

Según las decisiones tomadas en el Concilio de Nicea en el año 325, la Pascua se celebra el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera en el hemisferio norte.

El ciclo metónico, que comprende 19 años solares y se alinea con 235 meses sinódicos, ayuda a predecir las fases de la Luna. En el calendario juliano, la entrada de la luna llena se calcula con ayuda del ciclo metónico. Sin embargo, este cálculo no es astronómicamente exacto, lo que puede producir desfases.

Por lo tanto, el ciclo metónico es fundamental para determinar la fecha de la Pascua cada año, manteniendo una relación aproximada con los ciclos lunares y el año solar, lo que permite que la Pascua se celebre aproximadamente en la misma época cada año.

El movimiento del eje terrestre

Además, debido a la precesión de los equinoccios, que es el cambio gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra, el equinoccio de primavera se ha ido desplazando lentamente hacia atrás en el calendario a lo largo de los siglos.

Esto significa que la relación entre el calendario solar y lunar, y por lo tanto la fecha de la Pascua, también cambia con el tiempo y los eventos astronómicos relacionados con la Semana Santa no se limitan sólo a la Luna y el equinoccio.

En resumen, la Semana Santa es un ejemplo fascinante de cómo las antiguas civilizaciones usaban observaciones astronómicas y aritmética compleja para organizar sus calendarios y celebraciones en concordancia con los ciclos naturales del cosmos.

Aunque hoy en día tenemos herramientas tecnológicas avanzadas para medir y predecir estos fenómenos con precisión milimétrica, seguimos utilizando sistemas establecidos hace milenios, demostrando la duradera conexión entre el cielo y la humanidad.