¿Qué clima había en América el 12 de octubre de 1942?
En la increíble travesía que marcaría el destino al Nuevo Mundo, los viajeros enfrentaron diferentes aventuras; que por poco no termina en buen puerto ante las adversas condiciones.

Aquel primer viaje que emprendió Cristóbal Colón a América, zarpó de Europa el 3 de agosto de 1492. El equipo estaba compuesto por tres navíos: “la Santa María, la Niña y la Pinta”. Por referencias históricas, se dice que de las dos últimas en realidad eran sobre nombres — el nombre oficial de la Niña era Santa Clara — que se popularizaron más adelante.
Estos tres navíos iban cargados de confianza, importantes cargamentos y experimentados marineros, cuyo objetivo original era encontrar una nueva ruta comercial que cruzara el Atlántico. Con esta se mantendrían intercambios comerciales que lograrían acercar a su territorio finas sedas, especias y otros insumos necesarios.
En su salida y traslado hacia lo que hoy es América, las condiciones del tiempo fueron bastante buenas. Los navíos zarparon del puerto de Palos de Frontera, trasladándose hacia las Islas Canarias a donde arribaron hacia el día 8. En esa localidad estuvieron más tiempo del previsto, pues tuvieron que realizar reparaciones al timón de la Pinta.

Durante los primeros días de navegación, el viaje se presentó sin contratiempos mayores, ya que Colón conocía muy bien la zona y sabía que el viento dominante provenía del noreste. A partir del 6 de septiembre, cuando la expedición se introdujo hacia el denominado “Mar de las Tinieblas”, fue cuando realmente comenzó la proeza.
Más del doble de la distancia prevista
Colón disponía de gran conocimiento sobre las distancias y los viajes. Era un experimentado marinero, pero su cálculo de la circunferencia planetaria era de unos 10,000 kilómetros menos de los que en realidad cuenta nuestra Tierra. Al caer Constantinopla en el año de 1543, se cortó la comunicación vía terrestre de Europa con Asia.
De no haber llegado al nuevo continente, quizá el experimentado navegante y su tripulación probablemente habrían muerto al tener que enfrentarse a un viaje que implicaba más del doble de la distancia prevista, ante los cálculos erróneos del diámetro real de la Tierra.
En la búsqueda de una nueva ruta, con el apoyo de la reina
La ruta marítima que hasta el momento había sido recorrida, significaba rodear todo el continente africano. Esto representaba mucho peligro, además de ser muy larga. Colón consiguió el apoyo de los reyes españoles, principalmente de la reina Isabel la Católica.
La presencia de los vientos alisios que dominaron buena parte del traslado, permitieron que hacia el 12 de octubre arribaran al archipiélago de las Bahamas en la isla Guanahaní (conocida actualmente bajo el nombre de isla Watling). Originalmente se habían estimado alrededor de 700 leguas hasta Cipango Japón, pero al superar las 800 sin observar tierra a lo lejos, entraron en desesperación.
Deseos de abandonar la aventura
La tripulación entró en descontento, mientras que abandonar la expedición parecía cada vez más peligroso y temerario. Tratar de navegar en contra de los constantes vientos que los empujaron hacia lo que hoy es la zona caribeña, resultaría una tarea prácticamente imposible.
Por la madrugada del 12 de octubre del año de 1492, la tripulación de la Pinta, tuvo a su alcance la isla de Guanahaní en las Bahamas. Fue durante las primeras horas de la mañana de ese día que desembarcaron y tuvieron contacto con los habitantes. Colón bautizó a ese espacio como San Salvador.
Violento temporal en el viaje de regreso
El 16 de enero del año de 1493, fue la fecha en que Colón ordenó el regreso de la expedición. El trayecto se realizó mediante La Pinta y La Niña, ya que la Santa María había quedado encallada. El anhelado traslado a casa se dio desde la isla La Española.

Los navíos se dirigieron con tiempo favorable hacia el norte, aprovechando un anticiclón a niveles atmosféricos y vientos superficiales del suroeste y del oeste. Sin embargo, hacia el doceavo día de la expedición fueron sorprendidos por un intenso temporal; las olas de gran altura parecían devorar a las embarcaciones.
En medio de la tormenta y a punto de naufragar
La tripulación espantada, esperaba lo peor, mientras se enfrentaban una temible tormenta. Habrían sido tres los días en donde todo parecía perdido y a punto de naufragar: entre altísimas olas, vientos huracanados y torrenciales precipitaciones.
Para el 15 de marzo de ese año, la armada del grupo explorador llegaron a Cabo de Palos en esa misma fecha, antes de trasladarse hacia Barcelona; en ese lugar fueron recibidos por los Reyes Católicos. De esa manera, fue como concluyó la riesgosa aventura que estrechó los lazos entre España y el nuevo continente.