Inicia el verano meteorológico 2025: cada año esta estación se vuelve más calurosa
El verano meteorológico es una herramienta clave para entender patrones climáticos y sus impactos. Su delimitación fija permite comparar datos año tras año y prevenir fenómenos asociados como tormentas, sequías, etc., que desafían a comunidades y científicos.

El verano meteorológico es una división del año diseñada para simplificar el estudio climático y la comparación de datos. A diferencia del verano astronómico, que depende de la posición de la Tierra respecto al Sol, el meteorológico se basa en meses completos para facilitar análisis estadísticos.
Respecto al verano meteorológico, tiene una duración fija de 92 a 92 días (dependiendo de los meses). En el hemisferio norte, va del 1 de junio al 31 de agosto, y en el sur, del 1 de diciembre al 28/29 de febrero. Esta regularidad ayuda a estandarizar informes climáticos, como promedios de temperatura o precipitaciones.
Mientras el norte experimenta verano con temperaturas que superan los 30°C, el sur vive su invierno. No obstante, el verano meteorológico del sur (diciembre-febrero) suele ser más intenso en océanos, pues hay mayor superficie marina almacenando calor. Esto explica por qué huracanes en el Atlántico (norte) son más activos de junio a noviembre, mientras en el Pacífico sur alcanzan su pico en enero-marzo.

Diferencia con el verano astronómico
El verano astronómico comienza con el solsticio de verano (alrededor del 21 de junio en el norte y 21 de diciembre en el sur), marcando el día más largo del año. En cambio, el meteorológico inicia el 1 de junio (o 1 de diciembre) para ajustarse a ciclos mensuales completos.
La razón es práctica: los meteorólogos necesitan periodos fijos para comparar datos históricos. Mientras lo astronómico varía ligeramente en duración, el meteorológico siempre dura tres meses exactos.
Eventos atmosféricos típicos del verano
Durante el verano meteorológico, son frecuentes las olas de calor, causadas por alta presión que estanca el aire cálido. También aumentan las tormentas eléctricas por la convección de aire húmedo y caliente.
En zonas tropicales, se intensifican huracanes y monzones, mientras que en regiones secas pueden darse sequías e incendios forestales. Estos fenómenos reflejan la energía acumulada en la atmósfera durante los meses más cálidos.

Impacto en la naturaleza
La flora y fauna responden a los patrones del verano meteorológico. Plantas como el girasol o el trigo alcanzan su periodo máximo de crecimiento, mientras animales aprovechan días largos para alimentarse.
Sin embargo, especies sensibles sufren con olas de calor extremo. Además, el derretimiento acelerado de glaciares o nieves perpetuas suele registrarse en estos meses, afectando ecosistemas y reservas de agua.
Importancia para la agricultura, salud y sociedad
Los agricultores dependen del verano meteorológico para planificar siembras y cosechas. Cultivos como el maíz o la soja requieren sus meses más cálidos para madurar. Sin embargo, variaciones impredecibles (como lluvias torrenciales o granizo) pueden arruinar las cosechas. Por ello, servicios meteorológicos usan estos datos para alertar a productores y minimizar pérdidas económicas.
Las altas temperaturas aumentan riesgos como golpes de calor o deshidratación, especialmente en niños y ancianos. Las ciudades implementan "planes de ola de calor" con zonas de sombra e hidratación. Paralelamente, el turismo se dispara en zonas costeras, aunque fenómenos como algas tóxicas o medusas pueden afectar playas. La gestión pública debe equilibrar disfrute y seguridad.

Cambio climático y tendencias recientes
Estudios muestran que los veranos meteorológicos se están volviendo más largos y cálidos. Desde 1950, su duración aumentó 18 días en algunas zonas debido al calentamiento global. Eventos extremos, como mega sequías o incendios en Australia o California, son ahora más frecuentes. Esto refuerza la importancia de monitorear esta estación para adaptar políticas agrícolas y de salud pública.