Platillos tradicionales en México para Semana Santa: de chiles rellenos a capirotadas
De la capirotada que endulza recuerdos al chile relleno que quema sabroso, la Semana Santa en México también se celebra con cuchara, comal y un buen recetario de la abuela.

En cada mordida de esta temporada se esconden historias de fe, costumbre y antojo. La Semana Santa en México no solo se camina en procesión, también se cuece en cazuelas humeantes y mesas que se visten de memoria.
Desde el norte hasta la costa, el ayuno se transforma en banquete con pescados guisados, tortitas doradas y postres que llevan más especias que penitencia. Porque aquí, incluso las restricciones saben a hogar.
La carne se guarda, pero los sabores se desatan. Aparecen ingredientes humildes con capa de gala: el pan duro se vuelve capirotada, el camarón seco se convierte en protagonista y el chile… ah, el chile, siempre tiene la última palabra.
Así, mientras se reza, se cocina. Mientras se recuerda, se sazona. Y entre cada bocado, se cuela una tradición que no solo alimenta el cuerpo, sino que abraza el alma… y de paso, nos hace repetir plato.

La mesa como altar: sabores que unen
En Semana Santa, muchas cocinas mexicanas se convierten en templos del sabor. No hay incienso, pero sí vapor de caldos; no hay coro celestial, pero sí cucharas batiendo al ritmo de la tradición. Se guarda la carne roja por respeto religioso, sí, pero nadie dijo que el ayuno debía saber aburrido.
Cada región de México adapta la vigilia a su sazón: en el altiplano reinan las tortitas de camarón con nopales; en Veracruz y Tabasco, el pescado a la veracruzana pone el toque costeño; en el norte y el Bajío, la capirotada endulza la pausa; y en Oaxaca o Chiapas, empanadas y tamales sin carne protagonizan.
Las abuelas sacan sus recetas con letra temblorosa, los tíos debaten si la capirotada lleva queso o no (spoiler: todo depende de la zona), y los niños husmean en la cocina, esperando probar “tantito” antes que nadie. Así, entre cucharadas, se hereda mucho más que una receta.
Chiles rellenos: cuando el ayuno se pone sabroso
Porque si vamos a abstenernos de carne, que sea con dignidad… y con chile. Los chiles poblanos rellenos son un clásico de la Semana Santa, sobre todo en el centro y bajío del país, donde se preparan con queso, papa o atún, y se bañan con caldillo de jitomate que resucita hasta al más distraído.
Ingredientes básicos:
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Chiles poblanos grandes, asados y pelados
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Queso panela o de hebra, o puré de papa sazonado
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Harina y huevo batido
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Aceite para freír
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Jitomate, cebolla y ajo para el caldillo
Preparación resumida: Se rellenan los chiles con la mezcla elegida, se enharinan, se cubren con huevo batido (ese capeado es pura gloria) y se fríen hasta dorar. Luego se sumergen en un caldillo de jitomate recién sazonado. El resultado: crujiente por fuera, suave por dentro y absolutamente irresistible… como todo lo que tiene historia y picor.

Tortitas de camarón con nopales: la vigilia sabe a caldito
Esta receta huele a casa de abuela, a Viernes Santo sin tele y a cucharón compartido. Las tortitas de camarón seco con nopales nadando en caldillo de chile pasilla son todo un ritual en la Ciudad de México, Estado de México y alrededores. Si el aroma no te convence, espera a probar el primer bocado.
Ingredientes básicos:
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Camarón seco molido
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Claras y yemas de huevo
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Nopales cocidos y cortados en tiras
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Chile pasilla, jitomate, ajo y cebolla
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Aceite para freír
Preparación resumida: Se baten claras a punto de nieve, se incorporan yemas y camarón seco molido hasta formar una mezcla aireada. Con eso se forman tortitas que se fríen y luego se sumergen en un caldillo rojo con nopales, que es puro apapacho líquido. Perfectas para acompañar con arroz… o con pan para el remojón final.

Pescado a la veracruzana: el Caribe en cazuela
El pescado a la veracruzana, con su salsa de jitomate, aceitunas, alcaparras y un toque de laurel, es un platillo que parece contar historias de puerto, sol y sobremesas eternas. Un manjar de vigilia con alma tropical.
Ingredientes básicos:
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Filetes de pescado blanco (huachinango o robalo)
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Jitomate, cebolla, ajo y pimiento
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Aceitunas verdes, alcaparras, laurel y orégano
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Aceite de oliva, sal y pimienta
Preparación resumida: Se sofríen jitomate, ajo, cebolla y pimientos hasta formar una salsa espesa y fragante. Luego se agregan aceitunas, alcaparras y especias, y se colocan los filetes dentro para que se cuezan lentamente, absorbiendo todo el sabor. Se sirve con arroz blanco… y una sonrisa inevitable.
Capirotada: el postre que cuenta historias
No hay Semana Santa sin ese postre que parece haber salido de un baúl antiguo lleno de secretos. La capirotada es más que pan duro con cosas: es un viaje en cada bocado. En el norte y centro de México, se sirve tibia, húmeda, especiada… y con ese debate eterno: ¿lleva queso o no?
Ingredientes básicos:
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Pan bolillo duro (de varios días)
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Piloncillo, canela y clavo
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Plátano macho, pasas, cacahuates, coco rallado
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Queso rallado (opcional, dependiendo de la región)
Preparación resumida: Se elabora un jarabe con piloncillo, canela y clavo, y se vierte poco a poco sobre capas de pan tostado, frutas, nueces y, si aplica, queso. Luego se hornea hasta que se forme esa mezcla mágica entre lo crujiente y lo meloso, entre lo dulce y lo nostálgico.
Cocinar estos platillos es volver a la cocina de mamá, a los regaños por picar antes de tiempo y a las charlas que solo ocurren cuando uno revuelve, prueba y vuelve a sazonar. Porque en México, la tradición se cocina a fuego lento y se sirve en platos que saben a hogar. Así que esta Semana Santa, entre rezos y descansos, que no falte el sabor que abraza.